1. Introducción. 2. La emigración a América. 3. La
emigración a Andalucía. 4. La emigración a Madrid. 5. Otros destinos. 6. Las causas
de la emigración sajambriega en la Edad Moderna. 7. Conclusiones.
1. INTRODUCCIÓN
Como siempre en este blog, la información
deriva directamente del contenido de los documentos conservados, advirtiendo al
lector cuando lo que planteamos son hipótesis o interpretaciones personales. Para este tema me he basado en la documentación
que se conserva en archivos públicos y privados, como el General de Indias, el
General de Simancas, el de la Real Chancillería de Valladolid, el Histórico
Nacional, el Archivo General de la Administración, el Histórico de Asturias y el de la Casa Piñán.
Como es habitual, las fuentes no siempre son
todo lo expresivas que nos gustaría, ya que en muchas ocasiones cuando los
documentos aluden a aquellos que habían abandonado el concejo, lo hacen bajo
expresiones genéricas del tipo “ausente”, “ausente del concejo”, “se ausentó de
esta jurisdicción”, “se fue por el mundo”. Son expresiones que a veces
abrevian la redacción notarial, pero en otros casos responden a un verdadero
desconocimiento de la suerte corrida por los que abandonaron Sajambre. Así se observa,
por ejemplo, en una declaración de testigos de 1677 cuando uno tras otro afirman
que Pedro Alonso Calvo estaba “ausente desde hace tiempo del concejo”, “se fue
hace mucho tiempo”, “hará más de veinticinco y veintiséis años que se fue”,
pero nadie sabía dónde había ido, ni qué había sido de él en todo ese tiempo.
2.- LA EMIGRACIÓN A AMÉRICA
Empiezo por la emigración a América no por
haber sido el destino más frecuente en la Edad Moderna, sino por ser el más
tempranamente documentado en Sajambre.
Como hablamos en otras ocasiones, en el año 1512
Gonzalo “asturiano” (como apodo), hijo de Diego González, vecino de Soto de Sajambre,
se embarcó hacia la Nueva España en la nao de Pedro González Romero, junto a
varios vecinos de la villa de Guadalupe. En esta época, el uso de las mayúsculas en
los nombres propios no estaba regulado, de hecho lo normal era que los nombres
de las personas no se iniciaran con letras mayúsculas. En este caso se escribe:
gonçalo asturiano, donde el
‘asturiano’ ha de ser necesariamente un apodo, ya que a continuación se dice
literalmente: hijo de Diego González,
vezino de Soto de Seyame. Por tanto,
el apellido de este Gonzalo era ya el González del padre, por lo que el
“asturiano” debía ser un apelativo relacionado con su origen en los confines
del Principado o con su manera de hablar.
Hasta el año 1699, es decir, 187 años después
de aquel Gonzalo originario de Soto, no se registra otra noticia sobre el paso de
un sajambriego a América. En realidad, en los casi 300 años que transcurrieron
entre 1512 y 1808 solo existen 3 menciones documentales sobre viajes hacia las
Indias. Aunque, como es evidente, la movilidad de sajambriegos hacia el nuevo
continente debió ser algo mayor, estos poquísimos casos indican que,
estadísticamente, la emigración local hacia los territorios americanos debió
haber sido bastante pequeña en la Edad Moderna, produciéndose los
desplazamientos más numerosos a partir de 1880, en el marco de la gran oleada de emigración en masa desde España.
Después de aquel pionero que había nacido en Soto
y que se embarcó en la temprana fecha de 1512, el siguiente leonés de la
Montaña Oriental conocido fue Alonso de Vegacerneja, hijo bastardo de un
clérigo del mismo nombre y de Urraca Díaz, quien en 1538 entró en América por
La Florida. Después de esto hay que esperar al año 1569 para encontrar a un
Rodrigo Díaz de Valdeón que murió en Panamá; Toribio de Domingo, del concejo de
Valdeón, en 1589; Toribio Alonso, de Soto de Valdeón, que se embarcó como criado
de un fraile asturiano en 1599; Ana de Valdeón en 1603, como criada de un
sevillano; y algunos más en el XVII y
XVIII, como por ejemplo Francisco Gómez de Caso en 1615 o Antonio Alonso Blanco Cosío, hijo de Joaquina
Piñán de Cueto Luengo, casada en Valdeón, en 1796. No obstante, la escasez de
gentes de estas latitudes norteñas en irse a las Indias en la primera mitad del
siglo XVI no extraña al historiador, ya que sabemos que en los primeros
momentos fueron sobre todo andaluces y extremeños los que se atrevieron a
cruzar el Mar Océano, que era como se llamaba entonces el Atlántico.
Como decíamos, tras 1512 es el año 1699
cuando un documento nos dice que un hijo de la vecina de Oseja, María de
Granda, se había ido a la Nueva España. Algo
más de cien años después, en 1808, Alejandro Piñán
de Cueto Luengo, vecino de Oseja, solicita al juez del concejo un certificado
de hidalguía porque “teniendo como tengo
determinado remitir a la Nueva España a mi hijo Alexandro, colegial en el Real Seminario Cantábrico de Guarnizo
conviene a su derecho y al mío en su nombre se certifique su condición
de estado”. El colegio cántabro que se nombra había sido fundado por un pariente del estudiante (de origen lebaniego) que, a su vez, había hecho
fortuna en América, al que nos referiremos más adelante.
Si la información
sobre los que se fueron a América es escasa, más reducidos son los datos sobre los
que volvieron. En Oseja existió una familia que llevó el apellido “Indiano”, en
concreto los “Díaz Indiano”. Hoy sabemos con seguridad que dicho apellido
empezó siendo un mote, porque un documento de 1671 especifica: “Pedro Díaz, dicho indiano”, es decir,
“Pedro Díaz, llamado indiano”. Este
apelativo relacionado con este Pedro Díaz se
registra en la documentación notarial sajambriega desde el año 1662, quedando
memoria todavía, 11 años después, de que dicho “indiano” solo era un mote. Lo
que sucedió es que, con el tiempo, acabó por convertirse en apellido,
encontrando gente llamada “Díaz Indiano” en Oseja hasta 1822 por lo menos. ¿Sería
aquel primer Pedro Díaz “indiano” uno de los emigrantes a América que fueron y
volvieron? ¿O le pondrían el mote por alguna otra razón? No podemos estar
seguros, pero este es el único caso de “indianos reconocidos” en todo el valle
de Sajambre con anterioridad a 1800.
Ahora bien, lo
que sucedió en Sajambre durante los siglos XVI, XVII y XVIII fue un fenómeno
migratorio diferente. Debieron ser bastantes los que quisieron ir a América,
sobre todo en los períodos de crisis, pero pocos lo consiguieron porque muchos
se quedaron a medio camino.
Para ir a América
hacía falta dinero. Había que conseguir la licencia y, antes de eso, el acta
notarial de estado y limpieza de sangre, que había que pagar. Después había que
costear el pasaje y la alimentación a bordo, lo que no era barato, ni siquiera entre
las modalidades más económicas (1). Los que se veían forzados a marcharse de
Sajambre lo hacían para buscar una vida mejor y salían del concejo con unos
pocos reales en el bolsillo, cuando no a la aventura. De manera que, antes de
embarcarse hacia América, los sajambriegos necesitaban conseguir capital
suficiente para financiarse. La estrategia consistió en avencindarse en ciudades
prósperas y trabajar hasta ahorrar lo que se necesitaba para viajar al otro
lado del mundo conocido. Solo que, en el proceso, muchos terminaron quedándose en España. Nuestro fundamento para
esta hipótesis es el número de sajambriegos documentados en Andalucía y el caso
del hijo de María de Granda, vecina de Oseja, que en 1699 tenía un hijo “que se halla
ausente en el Reino de Andalucía y dicen passó a la Nueba España”.
3. LA EMIGRACIÓN A ANDALUCÍA
Es muy posible que los sajambriegos de 1500,
de 1600 y de 1700 emigraran a Andalucía con la idea de pasar, desde allí, a las
prometedoras tierras americanas. Lo que sucedió fue que la mayoría terminó por quedarse
en las prósperas ciudades andaluzas. No
solo existen documentos de sajambriegos avecindados en Andalucía, sino que
apenas se conservan tres o cuatro certificados de limpieza de sangre, pese a
existir muchísima documentación notarial del período, sobre todo de los siglos
XVII y XVIII que es la época que registra un mayor movimiento de
población. Es decir, los datos
conservados en positivo y en negativo apuntan a que muchos de los que salieron
de Sajambre en 1500, 1600 y 1700 con la idea de irse a América se quedaron en
las ciudades castellanas más prósperas de la época, como Sevilla, Madrid,
Cádiz, etc.
No debemos olvidar tampoco la emigración
ilegal, que también existió en aquella época, sobre todo en los primeros
tiempos. Pero incluso para eso hacía falta dinero (pagos y sobornos) y la mayoría de los que salían de Sajambre no
lo tenían. En el siglo XVIII, los castigos para los ilegales y para quienes
admitían polizones en los barcos se endurecieron mucho, incluyendo la pena de
muerte. Otra estrategia para cruzar la mar sin pagar el pasaje era enrolarse en
alguna tripulación para abandonar el oficio una vez alcanzado el destino. El rastreo de este tipo de información exige
el acceso a otro tipo de fuentes que no vamos a
llevar a cabo ni en esta ocasión, ni en el futuro, por lo que seguiremos centrándonos en lo que nos dicen los
documentos notariales sajambriegos.
En el siglo XVII, los siguientes sajambriegos
están documentados en Sevilla: Juan Muñiz de Cueto Luengo, Pedro Muñiz,
Francisco Muñiz, Domingo Muñiz, Santiago de Acevedo, Juan Fernández y,
posiblemente, el hijo de María Granda documentado en 1699.
Juan Muñiz de Cueto Luengo, de quien no
conocemos su origen y que era vecino de Sevilla (es decir, no era residente, ni
morador, ni estaba de paso, sino que estaba avecindado en la ciudad de
Sevilla), cancela en 1643 una deuda que tenía con el comisario Piñán. Varias
décadas después, los hermanos Pedro y Francisco Muñiz, vecinos de Oseja e hijos
de Miguel Muñiz y Lucía Prieto, eran vecinos de Sevilla en 1670 y 1672. Domingo
Muñiz, natural de Soto e hijo de Diego
Muñiz y María González, vivía en la capital hispalense en 1675. En otros dos documentos
de esta misma fecha (1675), Juan Fernández de Ribota, natural de dicha
localidad sajambriega, estaba avecindado en la sevillana collación de Santa
Catalina. Lo mismo le sucedió a Santiago de Acevedo, vecino de Oseja, en 1693,
cuando regresó a Sajambre temporalmente para formalizar la división de la
herencia familiar con sus hermanos. Y, con mucha probabilidad, también vivió en
Sevilla, al menos algún tiempo, aquel hijo de María de Granda, cuyo nombre
ignoramos y que terminó cruzando el gran océano hacia América.
En el Siglo de Oro, Sevilla fue la ciudad más
poblada, más rica y con mayores oportunidades de toda la Corona de Castilla,
por lo que no es de extrañar que los sajambriegos más inquietos o necesitados se
establecieran allí. Además, hasta que la
Casa de Contratación no se trasladó a Cádiz en el siglo XVIII, Sevilla era la
puerta de América, es decir, por Sevilla debían pasar todos los que querían ir
a América. Por lo que el hijo de María de Granda debió vivir, como mínimo, algún
tiempo en Sevilla antes de poder embarcarse hacia la Nueva España, si lo hizo
de forma legal.
Como es natural, hubo contacto entre algunos
de estos sajambriegos emigrados que vivían en Sevilla. Sabemos que Domingo
Muñiz trató con Juan Fernández de Ribota, a quien vendió sus propiedades de
Soto en la propia ciudad hispalense a espaldas de sus parientes sajambriegos, que
iniciaron pleito por esta razón en cuanto se enteraron.
En el siglo XVIII sabemos con seguridad que
los siguientes sajambriegos estuvieron avecindados en Andalucía: Pedro Amigo
(Oseja), un hijo de Francisca González y José Díaz de Caldevilla (Oseja), Juan
Bautista Díaz de Caldevilla (La Pandiella, Oseja), Juan Alonso de la Mata (Quintana,
Oseja), Cosme de Suero (Soto), Gregorio Díaz de Caldevilla (Oseja), Manuel de
Suero (Oseja) y Santiago Fernández (Ribota). En total, ocho sajambriegos afincados en
Sevilla, Granada, Cádiz, Medina Sidonia y Andalucía sin precisar emplazamiento
concreto desde el año 1706.
En 1717, la Casa de la Contratación se
trasladó a Cádiz y en 1718, 1719 y 1721 hay sajambriegos en la villa ducal de Medina
Sidonia y en Cádiz capital, lo que insiste en la idea de que el plan original de
algunos de estos emigrantes debió haber sido la de ir acortando el camino hacia
el nuevo continente, aunque por diferentes circunstancias no todos llegaran a
cruzar la mar.
De entre todos estos casos, vamos a detenernos
en el de Santiago Fernández, de Ribota, porque de él se conserva una carta muy
expresiva dirigida a su mujer y a su hija, cuyo contenido voy a extractar. La misiva
está fechada en Cádiz, el 26 de marzo de 1721 y dice así:
Hesposa mía: mucho me olgará aquestas quatro letras te allen con
mui buena salud en compañía de mi querida hija y le echo mi bendición con la de
Dios, que la mía por lo de aora es mui buena. A Dios sus ynfinitas gracias. Para
todo aquello que me quisieres mandar, que lo aré como me toca a mi propia
obligación. Por quanto, esposa mía, en como he escritas varias cartas y que
ninguna he tenido respuesta dellas, no puedo saver si será por causa de salud o
del aborecimiento que me tienes o, quando menos, si será por causa de salud o
algunos las retira(n) de la estafecta; y si yo supiere quién era, bueno castigo
mereciera; y con esta ya ba de cinco. La maior soledad que tengo era saver de
tu buena salud y juntamente de mi querida hija, a mi tía Bárbara y a mi tío
Francisco le enbío muchas memorias. A Manuel Tames y su esposa, a mi compadre
Luis Fernández y su espossa y a toda su familia muchas memorias, a Rosa de
Rebes y a sus hermanas muchas memorias y a todos mis amigos y vecinos muchas memorias...
Por un documento posterior del 15 de mayo de
1721 sabemos que este Santiago Fernández era natural de Ribota y había vivido en
León antes de irse a Andalucía; había sido hijo de Pedro Fernández y de María
Martínez, difuntos; y hermano de Domingo Fernández, todos vecinos de Ribota,
así como su mujer, Olaya, y su hija. Sabemos
también que ninguno de los leoneses que se mencionan en la carta tenía noticia
de que estaba en Andalucía y que manda a su amigo, Manuel de Tames, vecino de
León, vender la herencia de sus padres a su hermano Domingo para entregarle el
dinero de dicha venta a su mujer e hija, lo que hace sospechar que no tenía intención
de regresar, seguramente porque tenía pensado irse a América.
El tal Santiago Fernández debía llevar ya
bastante tiempo en Cádiz porque declara haber enviado cuatro cartas antes de la
presente, de las que no obtuvo respuesta. Las causas que el propio Santiago
achaca a este silencio de su esposa son interesantes porque, junto a sus dudas
sobre el estado de salud de su familia, baraja la posibilidad de un
“aborrecimiento” hacia su persona: ¿Una suerte de reconocimiento de la propia
culpa por estar en la otra punta del reino?
Especula también sobre un posible robo de correspondencia y dispone, por
último, que le entreguen 25 ducados a su mujer. Todo esto hace pensar que la intención no
declarada de Santiago Fernández era la de marcharse a América, dejando a su
mujer y a su hija en Ribota.
4. LA EMIGRACIÓN A MADRID
El establecimiento de la corte en la villa de
Madrid debió ser un aliciente de prosperidad para muchos aldeanos de la
periferia. Como ya se sabe, la corte fue itinerante durante toda la Edad Media,
estableciéndose en Madrid de iure en
1561 y de facto en 1606.
El primer sajambriego que podemos situar en
Madrid es una mujer que había nacido en Soto y que se llamaba Juana González de
Coco. Gracias al Archivo de la Casa Piñán hoy sabemos algo más de esta
sajambriega de lo que se conocía en época de Moisés Díaz-Caneja, cuando
escribió que nada se podía decir sobre ella más allá de lo que aparecía en el
testamento del arcediano de Villaviciosa, Pedro Díaz de Oseja, de 1665.
Juana González de Coco posiblemente terminó viviendo
en Madrid por razón de casamiento. El nombre de su marido fue el de Bartolomé
Guerrero y murió antes de 1624; ella misma murió en 1625. Cuando Juana hizo
testamento debía tener una posición económica bastante desahogada porque dejó
500 ducados para la dotación de una capellanía en Soto, la de la Virgen del
Populo, que debía encomendarse siempre a clérigos de su linaje. El primero que
ocupó dicho beneficio, por orden de la propia benefactora, fue su sobrino (así se declara una y otra vez
en varios documentos) Domingo Piñán de Cueto Luengo.
Domingo Piñán, notario apostólico, cura que
llegó a ser de Oseja y Soto, y comisario de la Inquisición, fue hijo de un
Gonzalo Piñán (el segundo de este nombre) y de una Juana González de Coco,
también natural de Soto, pero que no puede ser la fundadora de la capellanía.
En un mismo documento se dice que la madre del comisario era Juana González de
Coco y la tía del comisario era Juana González de Coco, documentándose él
siempre como “sobrino” (no como hijo) de la benefactora. La primera siempre
aparece como viuda de Gonzalo Piñán, vecina de Soto, y la segunda como viuda de
Bartolomé Guerrero y vecina de Madrid. Estamos, por tanto, ante dos personas
con el mismo nombre, que eran parientes entre ellas, tal vez primas hermanas o
tía y sobrina. Entre sus respectivos fallecimientos discurrieron 10 años, ya
que la madrileña (quizás la tía) murió en Madrid en 1625 y la madre del
comisario (quizás la sobrina) falleció
en Soto en 1635.
Por tanto, los Piñán de Cueto Luengo fueron los parientes más cercanos en el valle
del matrimonio que formó Bartolomé Guerrero con Juana González de Coco. El testamento original de esta Juana González
de Coco constaba de 9 folios escritos por las dos caras y, a la muerte del
comisario Piñán en 1652, apareció entre los papeles de su casa.
Hay otro sajambriego que prosperó en la villa
y corte de Madrid por aquellos mismos años y del que conocemos parte de su cursus honorum. Se trata de Cosme Díaz de Caldevilla, originario de Oseja
por los cuatro costados. A comienzos del
siglo XVII ya estaba en Madrid sirviendo como criado en la corte, donde conoció
a una doncella de la duquesa de Osuna con la que se casó hacia 1624. Después de
esto, pasó a servir como soldado en la guardia real, llegando a ser capitán de
caballería. Tuvo dos hijas llamadas Clara e Isabel y un nieto que llegó a ser
caballero de la Orden de Santiago.
En 1667 vivía en Madrid Juan Alonso, de
Oseja, y en 1674 Juan de Viya, natural de Soto. Este último es la misma persona
que en 1676 pagó siete reales de a ocho (de plata) a Domingo Debia (o de Hevia), cochero del rey que,
por su apellido, debía ser asturiano, a no ser que fuera pariente del propio
Viya, ya que el apellido sajambriego se registra en los documentos del Archivo
Piñán con las siguientes variantes antiguas: De Biia, Debia o De Viia, siendo
el “De Viya” la forma más moderna.
En 1675 también residían en la villa y corte de Madrid los hermanos
Domingo, Bernardo y Juan de Acevedo, así como su medio hermano Gregorio de
Acevedo, todos hijos de Juan de Acevedo y María Martínez, y naturales de Oseja.
En 1705 sigue documentándose en Madrid un
Domingo de Acevedo Villarroel, natural de Oseja. También emigró a Madrid en 1715 Pedro Amigo,
cuando tenía 40 años, dejando a su mujer en Oseja con una niña de pecho; y los
dos hijos varones de Dominga Amigo, también vecinos de Oseja, dejaron a su
madre impedida y sola en el pueblo para irse a los Madriles.
5. OTROS DESTINOS
Al observar los desplazamientos permanentes de
los sajambriegos con anterioridad al siglo XIX se constatan muchas residencias
en el entorno más próximo, donde se iban a vivir por matrimonio o relaciones
familiares las más de las veces. Dada la situación fronteriza de Sajambre, ese
entorno cercano se corresponde con diversas localidades y comarcas de las
actuales provincias de León, Santander, Principado de Asturias y Palencia, pues
hay sajambriegos documentados que vivían en Guardo, Liébana, Amieva, Ponga, Cangas
de Onís, Margolles, Parres, Ribadesella, Gozón, Avilés, Oviedo, León, Riaño,
Valdeón, etc. Vamos a poner solo algunos
ejemplos.
El caso más antiguo que he podido documentar
hasta el momento es el de un Alonso de Vierdes que vivió en Oviedo en el año
1501. También los jovenzuelos que llevó el Arcediano a servirle en Oviedo un
siglo después, como le sucedió a un hijo de Julián Díaz de la Caneja, llamado
después Julián Díaz de Ribota cuando sustituyó a su padre en la escribanía
pública del concejo. En el lugar de Perdones, parroquia de Santiago de Ambiedes
y concejo asturiano de Gozón, vivió en 1662 Pedro Díaz de Caldevilla, natural
de Soto, y en la misma fecha era vecino de Avilés Domingo Díaz de la Caneja,
con su mujer Juana Menéndez, hija bastarda de Pablo Díaz de la Caneja, cura y
hermano del primer Tomás Díaz de la Caneja. En Moraleja del Vino (Zamora) se estableció Pedro
Díaz de Caldevilla, natural de Oseja, entre 1660 y 1670. Lorenza Díez de Oseja vivió en Otero,
jurisdicción de Guardo, en 1786, al casarse con un vecino local. Fausta Díaz de la Caneja vivió en Margolles a
finales del siglo XVIII, etc.
6. LAS CAUSAS DE LA EMIGRACIÓN SAJAMBRIEGA EN LA EDAD MODERNA
Algunos de los traslados de residencia anteriores
estuvieron justificados por casamiento, como dijimos, pero también por motivos
laborales. Así, Manuel Díaz de la Caneja vivió algún tiempo en el concejo
asturiano de Parres mientras ejerció como escribano público del número en dicho
municipio a principios del siglo XVIII. Lo mismo les sucedió a los familiares
que atendían a aquellos curas que salieron del valle a sus destinos
parroquiales, toda vez que en tales casos solían ser mozas solteras, parientes
desfavorecidos o huérfanos que, de esa manera, se aseguraban el sustento. Este
fue el caso de los que acompañaron a Pablo Díaz de la Caneja a la parroquia
asturiana de Santiago de Ambiedes (Gozón). Estaban también los miembros de las criazones, es decir, todos aquellos que
fueron criados (mantenidos) por algún eclesiástico, como hizo el Arcediano con
varios jóvenes de Sajambre.
No obstante, las principales razones para emigrar
fueron la pobreza y la guerra, sobre todo la primera,
consecuencia también de cualquier conflicto bélico. Un documento de 1586 describe Sajambre como un concejo questá entre riscos y peñas... y
es tierra muy pobre y miserable, lo
que se repite de vez en cuando en las fuentes notariales de los siglos XVI,
XVII y XVIII, como aquel otro de 1721 que describe el valle como una tierra asquerosa y montuosa; o el de
1713, en el que los más pobres se quejan diciendo que la tierra es áspera y fragosa, no ai en ella perssonas acaudaladas que
puedan dar limosna para poderse mantener.
La pobreza estaba causada por las
características del medio montañoso: muy agreste y con una climatología adversa,
donde los inviernos eran largos y con muchas nieves; con tierras de muy mala
calidad por ser los suelos ácidos y poco profundos, no aptos para la
agricultura; y una actividad ganadera que resultaba claramente insuficiente
para cubrir las necesidades de la población local. Los intercambios comerciales,
mediante la carretería y la arriería, solo parecen haber tenido un cierto
desarrollo (con acumulación de excedentes) durante un período corto e
intermitente entre los siglos XVII y XVIII, por lo que cualquier causa que
distorsionase aquel frágil equilibrio convertía la situación en algo dramático.
Los cuatro jinetes del Apocalipsis cabalgaron
libremente por Sajambre entre 1500 y 1800. La peste azotó varias veces el
municipio, siendo muy agresiva la de finales del siglo XVI, pero también hubo
otras muchas epidemias en el XVII y en el XVIII. La Guerra de Sucesión (1701-1714) devastó la
Península, sobre todo entre 1706 y 1711, dejando cerca de un millón de muertos
y un panorama desolador en Sajambre. El hambre campó a sus anchas durante todo
el Antiguo Régimen y la muerte fue omnipresente a causa de las crisis de
subsistencia, la guerra y la peste.
Algunos de los sajambriegos que están
documentados en América y en Andalucía pertenecieron a familias que aparecen
como pobres en diferentes documentos de los siglos XVI y XVII, como los Amigo,
los Muñiz, los Martínez y algunos de los Acevedo y de los Granda; otros fueron
segundones o hijos bastardos, que se buscaron la vida como pudieron; otros
huérfanos, otros jóvenes, menores de 25 años, que intentaron mejorar su
existencia más allá de las montañas.
La realidad general del concejo de Sajambre
era la que se describe en el Castro de Ensenada cuando se afirma que la tierra
solo producía pan para la mitad del año. Habría que precisar que ese grano
panificable que solo daba para seis meses era además de baja calidad, a menudo
terciado, es decir, se hacía un pan cocido con mezcla de harinas de escanda,
cebada y centeno, o incluso con harina de arvejos. El pan blanco, con trigo de
calidad, había que importarlo. Es por esto que las tierras de Sajambre en la
Edad Moderna bien pueden describirse con el título de la célebre película de Luis
Buñuel “tierra sin pan”. A esta
situación endémica hay que sumar las crisis de subsistencia que se retratan en
varios documentos:
...Debido a la pobreza de los años passados y
pressentes ser fatales... de que nos hallamos faltos de alimento... Por lo
mucho que han padecido y padecen por la falta de granos que hubo en esta
tierra, por la estrechez de ella y lo asquerosa que es... Por los años pasados y presentes fortuitos
que an corrido por falta de granos que hubo en esta tierra, por lo escasso de
ellos...
Junto a la pobreza y el hambre, la guerra.
Centrémonos en el ejemplo de la Guerra de Sucesión, que ocupó casi 15 años
(1701-1714) y que provocó una de las épocas de mayor emigración en la historia
de Sajambre. Oigamos lo que declara Juan Martín, vecino de Oseja, cuando se vió
obligado a vender su casa y todas sus propiedades en 1715:
Mediante se necesita pagar los tributos y aberes de su magestad
por las urgencias de la guerra que cada día nos está costando y para los
débitos que está debiendo y los dichos sus hermanos para el alimento de la
dicha su hermana caduca e imposibilitada...
Este Juan Martín se hallaba solo en Oseja con
una hermana inválida, porque sus otros hermanos, Marcos y Pedro, se habían
marchado del concejo.
Las mismas urgencias de la guerra, que aquí se mencionan, fueron las que multiplicaron
las levas militares entre 1701 y 1714, algunas de cuyas órdenes se conservan
entre los protocolos notariales de dichos años y fueron también las que hicieron
que en 1711 muchos sajambriegos se quejaran de no tener ningunos ganados muebles de que nos baler. La guerra
fue también la causa principal de la gigantesca sangría demográfica que se ve muy bien en
los padrones municipales de 1715, donde la población, numéricamente muy
disminuida, se componía de ancianos, viudas, solteras, huérfanos y menores de
edad, y donde muchas casas estaban cerradas porque sus dueños se habían
marchado de Sajambre. He aquí una muestra:
[Oseja:] Pedro Amigo está casado,
fuesse a tierra de Madrid, tendrá de edad de quarenta años. Dejó en su cassa a
su muger con una niña del pecho... María
Amigo, biuda, tiene consigo dos nietos guërfanos de edad de nuebe a once
años... Dominga Amigo, biuda, tiene dos
hijos, fuéronse a los Madriles, dejáronla sola, es bieja y mui pobre. Gregorio
Díaz de Caldebilla, viudo, tiene tres hijos y dos hijas que se fueron a
Granada... Joseph Alonso está cassado,
es mui biejo, que pasa de setenta años, tiene una hija, está por casar... Micaela
Alonso, biuda, tiene consigo quatro hijos, dos barones y dos hembras, los
barones ninguno llega a treze años. Françisco Díaz, viudo, tiene quatro hijos,
dos se fueron por el mundo... María
de Bega, moza, soltera, no a tomado estado, pasa de más de çinquenta años, está
sola en cassa. Captalina Rodríguez, moza, no a tomado estado, tiene más de
çinquenta y ocho años, asiste sola en su cassa. María Barales, moza, soltera,
de edad de quarenta y ocho años, asiste en su cassa sola y sin compañía...
[Soto:] Ana Moñiz, biuda, es bieja
caduca, tiene consigo una hija llamada
María, viuda, una nieta y un nieto de edad de diez y ocho años. Manuela
Martino, biuda, tiene tres hijos, que el mayor no llega a ocho años... María
González, viuda, tiene quatro hijos, que el mayor no llega a diez años. Ysabel
de Bega, biuda, tiene dos hijos, barón y hembra, que el mayor no llega a ocho
años... María González, llamada La Paussa, biuda, tiene dos hijas y un hijo de
edad de diez años... María de Suero, moza, de edad de diez y ocho años, dejola
su padre en casa sola y se fue por el mundo... Gregorio Francisco, Antonio de
Palacio, Francisco Díaz de Coco, Ignacio Alonso ausentáronse deste concejo,
dejaron sus casas ynabitables...
[Vierdes:] Bernarda Redondo y
Francisca Díaz, mozas, están solas en su cassa... Captalina del Collado tiene
consigo una hija y dos hijos, de edad de veinte y quatro a veinte años, el mayor
se fue.
[Pio:] Juan Gargallo tiene siete hijos y los seis barones y el que más no
llega a captorce años, fuese por el mundo. La viuda de Pedro Redondo Rojo tiene
quatro hijos menores, fuesse por el mundo con ellos, dejó su casa ynabitable...
María Díaz, viuda, tiene una hija y un hijo consigo y un hijo que tenía se fue
por el mundo y otro tiene en serbiçio de su magestad. María e Isabel Redondo,
mozas, asisten en su cassa solas. Joseph y María González, hermanos, guërfanos,
son menores de catorze, está con ellos una tía llamada María González, moza,
aliméntase a ella y a sus sobrinos.... Juan Gargallo y su hijo de edad de diez
y ocho a veinte años ausentáronse...
[Ribota:] Domingo Fernández,
declarante, está cassado, tiene dos hijos y dos hijas, él es ya mui biejo, uno
de los hijos es de edad de diez y ocho años y el otro de seis años... Ana Sánchez,
biuda, tiene dos hijas... Julián Díaz, biudo, biejo caduco, tiene tres hijos de
edad de captorze a veinte y quatro años y dos hijas. Ambrosio Díaz y su mujer,
Dominga de la Vega, y su hija se fueron. Ana de Diego, viuda de Pedro Díaz, tiene çinco hijas y un hijo de edad
de quinze años, tiene consigo a su madre.
Ynés de Palaçio, asiste sola en su cassa, es moza soltera...
En aquel año de 1715 la población de Sajambre
había disminuido un 25’8% respecto a la de 1680, pero las consecuencias de la
guerra y la extrema necesidad de la que se hacen eco los documentos de aquella época
no hicieron otra cosa que agudizar los males, por lo que a las hambrunas y
muertes acompañó también un aumento de la emigración. Para hacerse una
idea de la enorme calamidad de aquellos años, ofrezco una tabla comparativa del
número de vecinos de cada pueblo de Sajambre antes de la guerra (en 1680),
recién terminado el conflicto (en 1715) y en la posguerra (en 1725):
1680: Oseja (89), Soto (42), Ribota (30), Pio y Vierdes (48).
1715: Oseja (25), Soto (11) Ribota (6), Pio (7), Vierdes (5).
1725: Oseja (18), Soto (7), Ribota (6), Pio (8’5), Vierdes (4).
Además de la gran disminución de vecinos, en
1715 se observa también una composición familiar propia de los efectos de una
guerra. En las casas abiertas predominaban los ancianos, las mujeres, las
viudas, los huérfanos, los tullidos y los menores de edad, y en Pio todavía había
3 jóvenes sirviendo en el ejército. El documento de 1725 solo proporciona el
número de vecinos de cada localidad, sin más detalles, pero está claro que la
recuperación demográfica no se consiguió en una década, lo que explicaría un
aumento en la emigración. Esta debacle demográfica fue acompañada de una durísima
crisis económica, de tal envergadura que
incluso los Piñán de Cueto Luengo se vieron obligados a alquilar una parte de
su casa palacio de Caldevilla para sanear sus rentas. Solo en el período comprendido entre 1706 y
1725 ha quedado documentada la emigración de casi 40 sajambriegos, repartidos
de la siguiente manera: 18 personas en Oseja, 5 en Soto, 5 en Ribota, 1 en
Vierdes y 9 en Pio.
Además de los desplazados por la pobreza y
por la guerra hubo también desterrados, desertores,
prófugos y delincuentes que terminaron sus días lejos de Sajambre.
En 1490 los Reyes Católicos perdonaron a los omizianos (delincuentes sentenciados y
huidos) de Valdeburón que habían servido como peones en la Guerra de Granada
durante más de cuatro meses a su costa (2).
En 1671 fue expulsado del valle un hijo del primer Tomás Díaz de la
Caneja por haber asesinado a su primo a navajazos durante una disputa por una
partida de naipes. En 1661 Pedro Bermejo, vecino de Oseja, es declarado
desertor por haberse fugado y no poder
ser habido. En 1705 se condena a Juan Simón por desertor y se dicta orden
de búsqueda y captura. En 1709 muere Catalina de Viya, identificada como la
viuda del desertor, Pedro Simón, vecino de Ribota, quien tras fugarse del
ejército nunca volvió por el valle; y lo mismo sucedió con otros reclutas
sajambriegos en 1661, 1666, 1690, 1699, 1703, 1707...
Los desertores y los prófugos fueron también
un rasgo endémico de los ejércitos del Antiguo Régimen a causa de las levas
forzosas (3). Los soldados reclutados de manera obligada en Sajambre fueron
siempre pecheros, solteros y nunca nadie pudo cambiar su suerte por un pago en
metálico. Durante bastante tiempo los
desertores retornaban a sus lugares de origen, donde sus parientes y amigos los
ocultaban. Conocedores de esta situación, las autoridades militares acudían a
los municipios para buscar a los fugados reclamándolos bajo determinadas penas.
Caso de no encontrarlos, eran sustituidos por otros mozos del mismo pueblo.
A mediados del siglo XVII, durante la guerra
con Portugal, los concejos de Valdeón y de Sajambre participaron en una de las
levas con la aportación conjunta de un único soldado. Tras el sorteo de rigor,
salió un sajambriego que terminó desertando.
Cuando las autoridades militares reclamaron al desertor, al no
encontrarlo, volvieron a sortear y salió un mozo de Valdeón. Después de esto,
el concejo de Valdeón inició pleito con el de Sajambre al haber perdido a uno
de sus vecinos por culpa del desertor sajambriego.
La frecuencia de las deserciones provocó la
imposición de penas muy duras (castigos corporales, galeras, muerte) contra los
infractores. Por eso, muchos de los desertores y también algunos prófugos se
vieron obligados a marcharse del valle y a no regresar nunca, como aquel vecino
de Ribota, llamado Pedro Simón, que desertó durante la Guerra de Sucesión.
7. CONCLUSIONES
La mayor afluencia de sajambriegos a América
se inserta en la emigración en masa de españoles al otro lado del océano que
sucedió entre 1880 y 1930. En los documentos disponibles en el portal de
archivos públicos españoles, los emigrantes sajambriegos que arribaron a tierras
americanas de forma legal (4) durante aquella oleada empiezan a registrarse en el
año 1889. La primera ficha corresponde a Félix de Martino que pisó tierra
mexicana el 3 de junio de 1889. El buque que lo llevó pertenecía a la Compañía
Trasatlántica Española y se llamaba Alfonso XIII (primero de este nombre), había salido del puerto de Santander y había hecho escala en
Nueva York, La Habana, Veracruz (México) y Progreso (Yucatán, México).
Pero con anterioridad a 1800 también
existieron movimientos de población transitoria y definitiva que todavía no son
bien conocidos. En este artículo hemos transmitido algunas de las noticias que vamos
encontrando en las fuentes conservadas y algunas de las conclusiones que de
ellas se derivan. Naturalmente, la historia no está completa, pero es un comienzo.
Parece bastante claro que en la mentalidad
sajambriega de la Edad Moderna se hallaba presente la ilusión americana y que
algunos intentaron llevarla a la práctica, sobre todo, en momentos de mayor
adversidad. Pero las muchas oportunidades que brindaban ciudades como Madrid o
Sevilla dejaron a muchos de aquellos emigrantes sin salir de los reinos de
España.
Más difícil es documentar en la época pre-estadística
los casos de quienes fueron y volvieron al cabo de los años. Quizás el caso de
aquel Pedro Díaz al que apodaron “indiano” antes de 1662 fuera uno de los
primeros. No podemos estar seguros. Lo
que debió suceder en bastantes casos es que los contemporáneos nunca llegaran a
tener noticia de la suerte corrida por muchos de los que abandonaron el valle.
Y entre los que regresaban, ¿cuándo empezaron los indianos a establecer
fundaciones y obras pías en sus localidades natales? Por lo que sabemos, en los
alrededores de Sajambre las fundaciones de indianos acaudalados empiezan a
registrarse en el siglo XVIII.
Uno de ellos fue el lebaniego Alejandro
Rodríguez de Cosgaya, que fundó una considerable obra educacional en 1749, germen
de lo que habría de ser el Real Seminario Cantábrico de Educación, primero, e
Instituto de Educación más tarde, el segundo de España tras el de Gijón que
fundó Jovellanos (5). Los Piñán de Cueto Luengo, de Oseja, emparentaron con los
Rodríguez de Cosgaya, por lo que poseyeron derechos en la fundación. Otro
indiano destacado fue Pedro Alonso Díaz, natural del concejo de Cabrales, que
se convirtió en uno de los hombres más ricos de Nueva España, mandó construir
la iglesia de Inguanzo en 1780 y fue nombrado Marqués de Santa Cruz de Inguanzo
por Carlos IV. Habrá que esperar algo
más de un siglo para encontrar a un indiano enriquecido que se comporte en
Sajambre como tiempo atrás hicieran otros indianos de la región. Naturalmente,
me estoy refiriendo a Félix de Martino. Pero
su historia ya es conocida y, además, queda lejos de los límites cronológicos establecidos
para este artículo.
Los principales motivos de la emigración
fueron el hambre y la guerra, pero los movimientos de población también
tuvieron otras causas, como las relaciones familiares, las razones laborales o
eludir el servicio militar. Algunas originaron desplazamientos de corto alcance
(comarcal o regional), mientras que otras provocaron movimientos de larga
distancia, principalmente, a Andalucía, Madrid y América.
Una de las épocas que más emigración debió
provocar en la Edad Moderna fue la Guerra de Sucesión, cuyas nefastas
consecuencias demográficas y económicas se prolongaron en Sajambre más allá de
1725, cuando los vecinos de Oseja pasaron de 89 a 18, los de Soto de 42 a 11 o
los de Ribota de 30 a 6. En lugares
cercanos, como Asturias, la crisis de comienzos del siglo XVIII no se superó
hasta mediados de la centuria.
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NOTAS
(1) Sobre el coste y las modalidades de
pasajes a América en los primeros tiempos, Sergio M. Rodríguez Lorenzo, “El
contrato de pasaje en la carrera de Indias (1561-1622)”, Historia mexicana, 66, n.3 (2017), pp. 1479-1571.
(2) Los omizianos
de Valdeburón combatieron bajo mando asturiano, Mª Jesús Suárez Álvarez, “Aportaciones
asturianas a la guerra de Granada”, Asturiensia
Medievalia, 1 (1972), pp.313, 318.
(3) Sobre esta característica de los antiguos
ejércitos, véase Enrique Martínez Ruiz, “El ejército en los perfiles
institucionales de la nueva Monarquía borbónica”, en Guerra de Sucesión española, Madrid, 2014, en especial p.62.
(4) En el mismo portal se especifica que la
emigración española de carácter ilegal a
América entre 1880 y 1930 fue de un 20%.
(5) Celia Valbuena y Benito Madariaga,
“Panorama general de la enseñanza en la provincia de Santander”, en Los antiguos centros docentes españoles,
San Sebastián, 1975, p. 240.
7 comentarios:
Poco a poco lo iré leyendo y te comentaré algo...me parece interesante y como siempre, trabajo tuyo y a base de de bien...Estoy bien y sin parar...a pesar de todo lo que nos está cayendo
Me alegro mucho que estés bien, Lourdes. Yo también lo estoy. Ya sé que no paras, yo tampoco. Pertenezco al grupo de españoles que teletrabajamos y, en mi profesión, este reciclaje nos ocupa más tiempo que el trabajo normal. Además estoy escribiendo mucho (dos libros) y otras cosas que van llegando. Pese a ello he podido preparar este artículo que, unn vez terminado, me ocupó 14 páginas de Word. Así que puede entretener un buen rato. La temática me parece interesante, dada la diáspora sajambriega.
Elena ya lo leí despacio...Un documento muy enriquecedor y por supuesto de mucho trabajo. Para mí emocionante y muy valioso. Me encanta conocer la Historia y más si es de mi tierra y de mis gentes. Gracias de nuevo y me admiras como siempre de todo el trabajo que llevas por delante...¡GRACIAS!
De nada, aquí seguimos, y en el conocimiento de la historia de Sajambre avanzando poco a poco, pese a que durante largas temporadas no puedo dedicarle ninguna atención. ¡Si tuviera más tiempo! ¡Y si estuviera más cerca!... Si estuviera más cerca ya tendría exhaustivamente revisados los archivos de León y de Oviedo. Cuando yo trabajaba en la catedral de Oviedo con mi tesis, un día el canónigo archivero, don Raúl Arias del Valle, me sorprendió con una pila de legajos y documentos enorme, así como si fueran diez o doce libros voluminosos apilados, y me dijo: "Esto, sin revisar a fondo el archivo, de sajambriegos y de antepasados tuyos". En fin... Hoy ya sabemos que hay muchos más documentos conservados de lo que pensábamos hace décadas, pero estoy convencida de que todavía aparecerán más: en León, en Oviedo, en Madrid, en Roma...
Estoy segura que tú te encargarás de que, si tu no lo puedes hacer encontrarás alguien...pero no dudo de que te quedes con las ganas de revisar todo lo que sabes que está ahí y pienso que te queda mucha vida todavía para poder conseguirlo...
No sé. Estás tú mucho más segura que yo. Cuando vivía en Asturias estaba en otra onda y, además, siempre creí que los documentos de la Casa Piñán eran más tardíos de lo que son en realidad. Cuando Acacio (padre) habló conmigo la primera vez, yo se lo agradecí mucho, pero lo veía todo muy tardío, dado que yo trabajaba la Edad Media. Por eso, lo único que me interesó al principio fueron los documentos de Valdeón, porque eran medievales y, además, porque interesaban en Oviedo. De hecho, el tiempo demostró que interesaron en Oviedo mucho más que en León. La historia de su edición y lo mal que trató el Instituto Leonés de Cultura al Ayuntamiento de Valdeón merecería ser contada, para que se compruebe lo poco (y mal) que se apreciaban las cosas de estas tierras en algunos ambientes leoneses. Yo tengo otros intereses investigadores y otras obligaciones en mi vida científica, que tienen proyección internacional y que no voy a abandonar ni ahora, ni cuando me jubile (todavía me queda bastante para eso). Así que no todo se podrá abarcar, yo no podré abarcarlo. Ya digo, ni puedo, ni quiero. Esta es la realidad. Estoy sentando bases para que otros sigan en el futuro y muestro cómo se debe hacer para que los trabajos sean sólidos. Pero esos otros no van a ser alumnos míos, porque yo imparto docencia a 1000 kilómetros de distancia y en un ámbito de conocimiento que no tiene nada que ver con Sajambre. Así que no sé cuál será el futuro, ni quién recogerá el testigo, si es que alguien lo recoge. Dicho esto, yo siempre agradezco mucho tus palabras de apoyo y ánimo, Lourdes.
Comprendo perfectamente todo lo que me dices...y ¡qué más quisieras tú...! Admiro tu capacidad y tu honradez y en esto me das lecciones que me sirven y te lo agradezco mucho. Tienes que seguir con aquello que mas te realice a tí y te haga felíz viviendo tu vocación admirable y que no se queda solo en tí sino que enriquece y transciende a todo el que se beneficia de tus trabajos. Mucho ánimo Elena.
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