1. Introducción: La transterminancia y la trashumancia inversa. 2.
La «marina». 3. La época de los desplazamientos. 4. El ganado trashumante y sus
propietarios. 5. La organización y el coste. 6. Edición de un documento sajambriego
del siglo xvii.
1.- Introducción: La transterminancia y la trashumancia inversa
En la actualidad la ganadería sajambriega
practica la transterminancia, es decir, el desplazamiento de los ganados entre
términos del propio concejo: del fondo de los valles en los meses fríos a las
majadas de altura en la época cálida. La transterminancia ganadera se refiere,
por tanto, a movimientos de corto recorrido entre distintos términos jurisdiccionales,
dentro de un mismo concejo/pueblo, entre dos o más pueblos o, como mucho, entre
un municipio y otro.
Las ordenanzas municipales históricas de
Sajambre dejan claro que los ganados de cada pueblo debían pastar en sus
respectivos términos vecinales, excepto en los lugares mancomunados
entre pueblos o municipios. Así sabemos que no solo Carombo era mancomundado entre
Valdeón, Sajambre y Amieva, sino también Pontón entre Sajambre y Burón en el
siglo XV, y Arcenorio entre Ponga y Sajambre en la misma época. Quedan
documentos también sobre el aprovechamiento
mancomunado de determinados emplazamientos entre Vierdes, Pio y Ribota,
incluso con pleitos entre ellos por prendadas injustas de ganado, cuando alguno
de estos pueblos intentaba apropiarse de antiguos términos comunes.
Esa fue la realidad que llegó a la época más reciente y, en consecuencia, la mejor conocida, incluidos los cambios que han traído los tiempos más modernos. Me refiero a que hasta el siglo XX inclusive los pastores dormían en las majadas, pero ya no pernoctan en los chozos, sino que bajan a dormir a los pueblos, están motorizados y usan la telefonía móvil para combatir el aislamiento. Pues bien, además de la antigua transterminancia tradicional de corto recorrido, en el pasado se practicó también
la trashumancia estacional de media distancia (40-100 km), bajo la modalidad de
la trashumancia inversa o trashumancia descendente. Esto sucedió antes de la generalización de los
piensos para el ganado vacuno y cuando el forraje almacenado en los pajares no
era suficiente para alimentar al ganado durante todo el invierno.
Hay que tener en cuenta que no hablamos solo
de la cabaña tradicional (vacas, cabras y ovejas), porque antes de la Época
Contemporánea el ganado tuvo una presencia mucho mayor en la vida de las
sociedades rurales: además de vacas, cabras y ovejas, para arar la tierra se
necesitaban bueyes, para la arriería rocines y para el transporte caballos. La
posesión de bueyes de yugo y caballerías estaba bastante extendida, de tal
manera que todavía en la segunda mitad del siglo XVIII el 60% de los
sajambriegos mantenía rocines y caballos de albarda para el transporte de
mercancías, con lo que completaban sus economías domésticas. Así que durante
los inviernos había que alimentarlos a todos. A todo esto hay que añadir los largos
inviernos de la Pequeña Edad del Hielo, que ocupó toda la Edad Moderna hasta
mediados del siglo XIX, y la carencia endémica de cereal, porque la cebada se
mezclaba con otros granos para fabricar pan terciado (trigo/escanda, centeno y
cebada) que consumían los humanos, no los animales, algo que en Sajambre siguió
haciéndose hasta la década de 1820, por lo menos.
Bajo aquellas circunstancias, los
sajambriegos practicaron una transterminancia y una trashumancia inversa,
llevando el ganado a pastar a la
marina durante los inviernos.
La trashumancia inversa es conocida desde muy
antiguo, estando documentada en Italia durante la época romana, en Francia durante
la Edad Media o entre los seminómadas norteafricanos que llevaban sus ganados a
la costa en la época invernal, todo ello como residuos históricos de un
primitivo nomadismo que existió en la Prehistoria desde Oriente Próximo hacia
los extremos de Europa occidental y que tan bien explicó Fernand Braudel. En España
hay constancia documental de cómo en el siglo XI el ganado burgalés invernaba
en los pastizales de la región costera santanderina. A tiempos más recientes
llegaron los pastores del Pirineo aragonés que acudían a las tierras bajas de
la cuenca del Ebro en los inviernos o los roncaleses a la ribera navarra. Es el
mismo comportamiento de otros concejos montañosos de Asturias, León, Cantabria o
País Vasco, como el conocido el caso de los vaqueiros de alzada que invernaban
en Navia y Luarca; de los ganados que bajaban de las montañas de Caso y Ponga hacia
Siero, Villaviciosa y Gijón; de los pastores pasiegos que se movían hacía las
tierras bajas de la marina cántabra o de los de Torrestío (San Emiliano) en la
Babia leonesa que invernaban en la costa asturiana (1).
Los datos más antiguos que se conservan en
Sajambre sobre movimientos de ganado a la
marina proceden de principios de 1600 y se encuentran entre los documentos
del archivo familiar de los Piñán. En general, son noticias sueltas
transmitidas en libros de cuentas y en inventarios de bienes, aunque existe un testimonio
más extenso relativo a Oseja y a Soto que vamos a editar en el presente
artículo.
2.- La «marina»
Cuando los documentos hablan de «vacas en la marina» no hay que pensar solo en
lugares de costa, sino especialmente en valles de baja altitud y clima más
benévolo, donde no se conocían las largas nevadas invernales y donde se podía
asegurar una alimentación suficiente para la cabaña ganadera.
Entre 1621 y 1652, el comisario de la
Inquisición y cura de Oseja y Soto, Domingo Piñán de Cueto Luengo, hacía llevar
su ganado vacuno al concejo asturiano de Llanes, sin que haya quedado
registrado a qué lugar en concreto. Y el 9 de febrero de 1675, María Martín,
viuda de Juan de Acevedo, vecina de Oseja, tenía una vaca y un añojo en el
lugar de Dego, situado en la parroquia de Huera de Dego, concejo de Parres
(Asturias), que está a poco más de dos kilómetros de la villa de Cangas de
Onís. Y en 1718, Juan Antonio de la Villa y Posada, casado con la última descendiente de la Casa de la Caneja en Soto, tenía su ganado vacuno en las tierras bajas del concejo de Ponga ya en el mes de noviembre, a cargo de un pastor de Viego, llamado Juan Francisco Alonso.
Las tierras asturianas de Ponga, Parres y Llanes son las únicas referencias toponímicas de las que tenemos
noticia, porque la mayor parte de los documentos se limitan a mencionar la
localización genérica en «la marina» o en «las bajuras». Por ejemplo, cinco
caveças de ganado bacuno en la marina, en esta manera: una baca preñada, un
novillo toral y dos novillas torales y una baca escosa, son cinco (Juan de
Vega, de Quintana) o dos novillas torales están al presente
en la marina (María Alonso, viuda del escribano Tomás Díaz de Oseja o de la
Caneja).
3.- La epóca de los desplazamientos
Los documentos fechados que hablan en tiempo presente
de cabezas de ganado estantes en la marina fueron hechos durante los meses de
noviembre (1 caso), enero, febrero y marzo.
Esto podría indicar que, quizás, los sajambriegos
fueron capaces de alimentar a sus vacas con la hierba empajarada hasta finales del mes de diciembre, viéndose obligados a
trasladar los ganados a las tierras bajas a partir de enero, sin descartar que
los más pudientes llevaran sus cabañas a la marina a comienzos de la estación
fría, como hicieron los miembros de la Casa de la Caneja en Soto desde noviembre.
4.- El ganado trashumante y sus propietarios
El ganado que se desplazaba a las tierras
bajas (o marina) era siempre ganado vacuno, nunca se documentan animales menudos. Naturalmente, en el siglo XVII el traslado
se hacía a pie por las sendas y caminos de la época.
Por los documentos conservados, no parece que
todos los vecinos de Sajambre llevaran sus vacas a las baxuras,
ya que son pocos los inventarios de bienes hechos en invierno en los que ha
quedado constancia de esta antigua práctica. Esto puede tener una doble
explicación. Por un lado, hay que suponer que no todos los vecinos tuvieron
suficientes medios económicos para ello, lo que suele corresponder al mismo
tiempo a sajambriegos que tuvieron pocos o ningún vacuno en propiedad. Por otro
lado, una parte importante del ganado vacuno del término municipal se poseía en
régimen de comuña (o aparcería ganadera), por lo que es posible que fuera la
parte más pudiente la que corriera con estos gastos, a cambio de prestaciones
de la otra parte que no han quedado reflejadas en los documentos.
También parece que no siempre se llevaba todo el ganado que se poseía a las tierras bajas, como muestra el ejemplo de la fotografía, que corresponde a la viuda del que fuera escribano público Tomás Díaz de Oseja, bautizado Díaz de la Caneja.
También parece que no siempre se llevaba todo el ganado que se poseía a las tierras bajas, como muestra el ejemplo de la fotografía, que corresponde a la viuda del que fuera escribano público Tomás Díaz de Oseja, bautizado Díaz de la Caneja.
Según la información que se conserva, los
propietarios que se beneficiaron de este tipo de trashumancia de media
distancia fueron vecinos de Oseja, Soto y Ribota, lo que tampoco quiere decir
que otros de Vierdes y Pio no lo hicieran, sino que de ellos no se conservan
documentos. Asimismo, los individuos de Soto y Oseja que se mencionan en el
documento que vamos a editar pertenecieron todos al estado noble (hidalgos). Lo
mismo sucede con aquellos otros de los que existen documentos notariales. Ahora bien, esto tampoco resulta determinante, a
juzgar por el alto número de población hidalga (cerca del 75%) que existió en
Sajambre durante el siglo XVII.
5.- La organización y el coste
Sabemos que, a finales del siglo XVII, las
vacas que se desplazaban a la marina asturiana desde Sajambre solían ir
acompañadas por un pastor del pueblo correspondiente, aunque habría que pensar
en más de un responsable cuando los rebaños tuviesen cierta envergadura, tal y
como sucedía en otros lugares de la Península. Naturalmente esto costaba dinero.
No sabemos con exactitud cuál sería el coste
total de llevar vacas a pastar a la marina porque la información documental que
poseemos al respecto es parcial. Pero suponemos que dependía del tiempo de
permanencia, del número de animales, de la distancia de ida y de la distancia
de vuelta, de la calidad de los pastos y de lo que cobrasen los dueños de los
prados. En 1602 Gonzalo Piñán pagó doce ducados (132 reales de plata
aproximadamente o 4.500 maravedís) por llevar las bacas de la marina a Sajambre, que me costó sacar las que estaban allí. En aquel año de 1602, dicho transporte unidireccional
les costó a los Piñán lo mismo que 12 cántaras de vino, o sea, el equivalente a
cerca de 200 litros de vino a precio de la época.
En 1665 otro miembro de la familia Piñán
demandó a Pedro Díaz de Álvaro por 4 reales de una vaca que habían llevado a la marina y que el segundo les adeudaba.
Esto indica que una de las diversas actividades económicas de los Piñán en la
Edad Moderna consistió en facilitar el transporte y la estancia de sus vacas y
de las de otros sajambriegos a lugares de bajura (en este caso no se dice
dónde).
En el documento que vamos a editar a
continuación, se ve cómo existieron dos tarifas, cuya diferencia parece tener
alguna relación con el pastor que guiaba el rebaño, porque las 18 vacas de Soto
y las 56 de Oseja que estuvieron a cargo de Toribio de Vega costaron unos 6 o
6’3 reales por cabeza, mientras que otras 37 vacas, de las que no consta el
nombre del pastor responsable, salían a 3 reales por animal. Este Toribio de Vega fue miembro de la
familia Vega, del barrio de Quintana en Oseja.
6.- Edición de un documento sajambriego del siglo XVII
El documento que presentamos se intitula Memorial de las vacas que entraron en la
marina, carece de fecha y se conserva en el Archivo de la Casa Piñán. Aunque
no está datado, tuvo que haberse escrito entre 1667 y 1700, dado que algunas de
las personas que se mencionan son claramente identificables con quienes aparecen
en padrones y documentos notariales de dicho período.
[1667-1700]
Relación de
vecinos de Soto y Oseja que tenían vacas en la marina, con indicación del
número de animales, nombre de los propietarios, precio y nombre del pastor
responsable.
A. Oseja de
Sajambre, Archivo de la Casa Piñán. Apunte
privado hecho en un folio de papel común escrito por las dos caras. Muy
afectado por la humedad y roto por la derecha.
(Cruz)
Memorial de las vacas que entraron en la
marina.
Soto.
Primeramente, Julián Díaz dos vacas, 006 reales.
Vitorio Díaz siete vacas, 021 reales.
Juan Sánchez dos, seis reales.
Cosme Amigo ocho, veinte y cuatro reales.
Bernardo cuatro vacas, doce reales.
Melchor Díaz tres, son nueve reales.
El señor juez tres, otros nueve.
Julián Goncález ocho, deve veinte y cuatro reales.
De las que andan a cargo de Toribio de Vega, de Soto y Oseja.
Primeramente, Juan de Martino nueve cavecas, que son cinquenta y siete reales.
Juan Simón tres vacas, diez y ocho reales, digo diez y nueve.
Juan de Mendoza tres vacas, son diez y nueve reales.
Pedro de Suero dos, que son seis reales y veinte y cuatro maravedís.
Juan Díez de Bulnes una, seis reales y doce maravedís.
Oseja.
Oseja. Cosme de Acevedo tres vacas, son diez y nueve reales.
Juan Alonso de Quintana tres, lo mismo.
Juan Díez de Quintana, hijo del secretario, siete cabecas, cuarenta y quatro y medio.
Pedro de la Mata seis cavecas, trainta y ocho reales y un cuarto.
De Juan de Vega tres, son diez y nueve reales y uno ochavo.
De Juan Díez Escarramán tres, lo mismo. //
[Chris]tóbal Goncález cuatro, veinte y cinco reales y medio.
Pedro Goncález cuatro, lo mismo.
Joseph Goncález tres, diez y nueve reales.
Pedro Alonso seis, pagó.
Catalina Goncález dos, doce reales y veinte y medio maravedís.
Damián Díaz cuatro, veinte y cinco reales y medio.
Toribio Alonso cinco, pagó.
Mateo Francisco tres, diez y nueve reales y uno ochavo.
Suma todo quinientos y tres reales y no más salvo yerro de cuenta.
Primeramente, Julián Díaz dos vacas, 006 reales.
Vitorio Díaz siete vacas, 021 reales.
Juan Sánchez dos, seis reales.
Cosme Amigo ocho, veinte y cuatro reales.
Bernardo cuatro vacas, doce reales.
Melchor Díaz tres, son nueve reales.
El señor juez tres, otros nueve.
Julián Goncález ocho, deve veinte y cuatro reales.
De las que andan a cargo de Toribio de Vega, de Soto y Oseja.
Primeramente, Juan de Martino nueve cavecas, que son cinquenta y siete reales.
Juan Simón tres vacas, diez y ocho reales, digo diez y nueve.
Juan de Mendoza tres vacas, son diez y nueve reales.
Pedro de Suero dos, que son seis reales y veinte y cuatro maravedís.
Juan Díez de Bulnes una, seis reales y doce maravedís.
Oseja.
Oseja. Cosme de Acevedo tres vacas, son diez y nueve reales.
Juan Alonso de Quintana tres, lo mismo.
Juan Díez de Quintana, hijo del secretario, siete cabecas, cuarenta y quatro y medio.
Pedro de la Mata seis cavecas, trainta y ocho reales y un cuarto.
De Juan de Vega tres, son diez y nueve reales y uno ochavo.
De Juan Díez Escarramán tres, lo mismo. //
[Chris]tóbal Goncález cuatro, veinte y cinco reales y medio.
Pedro Goncález cuatro, lo mismo.
Joseph Goncález tres, diez y nueve reales.
Pedro Alonso seis, pagó.
Catalina Goncález dos, doce reales y veinte y medio maravedís.
Damián Díaz cuatro, veinte y cinco reales y medio.
Toribio Alonso cinco, pagó.
Mateo Francisco tres, diez y nueve reales y uno ochavo.
Suma todo quinientos y tres reales y no más salvo yerro de cuenta.
------------------------------------------------
NOTAS
(1) Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en época de Felipe II, París,
1949, 1966, cap. I. Manuel Corbera Millán, “Organización de los espacios de
pasto en la montaña atlántica: los nombres, las formas y las funciones”, Ería, 93 (2013), p.227.
4 comentarios:
Aún conocí yo desde niña eso de llevar las vacas a la "marina"y bien me acuerdo de las de mis padres y abuelos de la Yana verlas marchar...con un pastor de Ribota que tenía experiencia de llevarlas. Ya le podían pagar algo... poco sería...porque esto era ya después de la guerra
Sí, en otros lugares de España también se llegó al siglo XX en esta trashumancia descendente (de la montaña a la marina) y más en momentos, como la posguerra, cuando había muy poca liquidez. Pero en algunos lugares esta antigua práctica empezó a desaparecer antes que en otros. Falta saber qué ocurrió en Sajambre con respecto a sus vecinos cismontanos.
En los libros de la parroquia de Santa María de Rozadas, concejo de Villaviciosa de Asturias, años 1634 y 1648, aparecen pagos que dieron los vaqueros de Sajambre por importe de 16 y 55 reales respectivamente, con una nota al margen que pone: pastos. (Archivo Diocesano de Oviedo: sig. 61.31.6)
¡Muchas gracias, Gil!
Perdón, no había visto tu comentario hasta ahora. Muchísimas gracias.
Saludos cordiales.
Publicar un comentario
Escribe tu comentario aquí