lunes, 6 de abril de 2020

MODALIDADES GANADERAS EN SAJAMBRE: LA TRANSTERMINANCIA Y LA TRASHUMANCIA ESTACIONAL INVERSA


1. Introducción: La transterminancia y la trashumancia inversa. 2. La «marina». 3. La época de los desplazamientos. 4. El ganado trashumante y sus propietarios. 5. La organización y el coste. 6. Edición de un documento sajambriego del siglo xvii.



1.- Introducción: La transterminancia y la trashumancia inversa

En la actualidad la ganadería sajambriega practica la transterminancia, es decir, el desplazamiento de los ganados entre términos del propio concejo: del fondo de los valles en los meses fríos a las majadas de altura en la época cálida. La transterminancia ganadera se refiere, por tanto, a movimientos de corto recorrido entre distintos términos jurisdiccionales, dentro de un mismo concejo/pueblo, entre dos o más pueblos o, como mucho, entre un municipio y otro.   

Las ordenanzas municipales históricas de Sajambre dejan claro que los ganados de cada pueblo debían pastar en sus respectivos términos vecinales, excepto en los lugares mancomunados entre pueblos o municipios. Así sabemos que no solo Carombo era mancomundado entre Valdeón, Sajambre y Amieva, sino también Pontón entre Sajambre y Burón en el siglo XV, y Arcenorio entre Ponga y Sajambre en la misma época. Quedan documentos también sobre el aprovechamiento  mancomunado de determinados emplazamientos entre Vierdes, Pio y Ribota, incluso con pleitos entre ellos por prendadas injustas de ganado, cuando alguno de estos pueblos intentaba apropiarse de antiguos términos comunes.

Esa fue la realidad que llegó a la época más reciente y, en consecuencia, la mejor conocida, incluidos los cambios que han traído los tiempos más modernos. Me refiero a que hasta el siglo XX inclusive los pastores dormían en las majadas, pero ya no pernoctan en los chozos, sino que bajan a dormir a los pueblos, están motorizados y usan la telefonía móvil para combatir el aislamiento.  Pues bien, además de la antigua transterminancia tradicional de corto recorrido, en el pasado se practicó también la trashumancia estacional de media distancia (40-100 km), bajo la modalidad de la trashumancia inversa o trashumancia descendente. Esto sucedió antes de la generalización de los piensos para el ganado vacuno y cuando el forraje almacenado en los pajares no era suficiente para alimentar al ganado durante todo el invierno.   

Hay que tener en cuenta que no hablamos solo de la cabaña tradicional (vacas, cabras y ovejas), porque antes de la Época Contemporánea el ganado tuvo una presencia mucho mayor en la vida de las sociedades rurales: además de vacas, cabras y ovejas, para arar la tierra se necesitaban bueyes, para la arriería rocines y para el transporte caballos. La posesión de bueyes de yugo y caballerías estaba bastante extendida, de tal manera que todavía en la segunda mitad del siglo XVIII el 60% de los sajambriegos mantenía rocines y caballos de albarda para el transporte de mercancías, con lo que completaban sus economías domésticas. Así que durante los inviernos había que alimentarlos a todos. A todo esto hay que añadir los largos inviernos de la Pequeña Edad del Hielo, que ocupó toda la Edad Moderna hasta mediados del siglo XIX, y la carencia endémica de cereal, porque la cebada se mezclaba con otros granos para fabricar pan terciado (trigo/escanda, centeno y cebada) que consumían los humanos, no los animales, algo que en Sajambre siguió haciéndose hasta la década de 1820, por lo menos.   

Bajo aquellas circunstancias, los sajambriegos practicaron una transterminancia y una trashumancia inversa, llevando el ganado a pastar a la marina durante los inviernos. 

La trashumancia inversa es conocida desde muy antiguo, estando documentada en Italia durante la época romana, en Francia durante la Edad Media o entre los seminómadas norteafricanos que llevaban sus ganados a la costa en la época invernal, todo ello como residuos históricos de un primitivo nomadismo que existió en la Prehistoria desde Oriente Próximo hacia los extremos de Europa occidental y que tan bien explicó Fernand Braudel. En España hay constancia documental de cómo en el siglo XI el ganado burgalés invernaba en los pastizales de la región costera santanderina. A tiempos más recientes llegaron los pastores del Pirineo aragonés que acudían a las tierras bajas de la cuenca del Ebro en los inviernos o los roncaleses a la ribera navarra. Es el mismo comportamiento de otros concejos montañosos de Asturias, León, Cantabria o País Vasco, como el conocido el caso de los vaqueiros de alzada que invernaban en Navia y Luarca; de los ganados que bajaban de las montañas de Caso y Ponga hacia Siero, Villaviciosa y Gijón; de los pastores pasiegos que se movían hacía las tierras bajas de la marina cántabra o de los de Torrestío (San Emiliano) en la Babia leonesa que invernaban en la costa asturiana (1).  

Los datos más antiguos que se conservan en Sajambre sobre movimientos de ganado a la marina proceden de principios de 1600 y se encuentran entre los documentos del archivo familiar de los Piñán. En general, son noticias sueltas transmitidas en libros de cuentas y en inventarios de bienes, aunque existe un testimonio más extenso relativo a Oseja y a Soto que vamos a editar en el presente artículo.    

2.- La «marina»


Cuando los documentos hablan de «vacas en la marina» no hay que pensar solo en lugares de costa, sino especialmente en valles de baja altitud y clima más benévolo, donde no se conocían las largas nevadas invernales y donde se podía asegurar una alimentación suficiente para la cabaña ganadera. 

Entre 1621 y 1652, el comisario de la Inquisición y cura de Oseja y Soto, Domingo Piñán de Cueto Luengo, hacía llevar su ganado vacuno al concejo asturiano de Llanes, sin que haya quedado registrado a qué lugar en concreto. Y el 9 de febrero de 1675, María Martín, viuda de Juan de Acevedo, vecina de Oseja, tenía una vaca y un añojo en el lugar de Dego, situado en la parroquia de Huera de Dego, concejo de Parres (Asturias), que está a poco más de dos kilómetros de la villa de Cangas de Onís. Y en 1718, Juan Antonio de la Villa y Posada, casado con la última descendiente de la Casa de la Caneja en Soto, tenía su ganado vacuno en las tierras bajas del concejo de Ponga ya en el mes de noviembre, a cargo de un pastor de Viego, llamado Juan Francisco Alonso.

Las tierras asturianas de Ponga, Parres y Llanes son las únicas referencias toponímicas de las que tenemos noticia, porque la mayor parte de los documentos se limitan a mencionar la localización genérica en «la marina» o en «las bajuras». Por ejemplo,  cinco caveças de ganado bacuno en la marina, en esta manera: una baca preñada, un novillo toral y dos novillas torales y una baca escosa, son cinco (Juan de Vega, de Quintana) o  dos novillas torales están al presente en la marina (María Alonso, viuda del escribano Tomás Díaz de Oseja o de la Caneja). 

Yten ynventariaron un / par de bueyes de yugo, y dos bacas parideras, la una / preñada y la otra con un xato, y dos novillas torales / están al presente en la marina, un novillo capa/do y un anoxo... (1675, enero, 21. Oseja). 

3.- La epóca de los desplazamientos


Los documentos fechados que hablan en tiempo presente de cabezas de ganado estantes en la marina fueron hechos durante los meses de noviembre (1 caso), enero, febrero y marzo.   

Esto podría indicar que, quizás, los sajambriegos fueron capaces de alimentar a sus vacas con la hierba empajarada hasta finales del mes de diciembre, viéndose obligados a trasladar los ganados a las tierras bajas a partir de enero, sin descartar que los más pudientes llevaran sus cabañas a la marina a comienzos de la estación fría, como hicieron los miembros de la Casa de la Caneja en Soto desde noviembre.

4.- El ganado trashumante y sus propietarios


El ganado que se desplazaba a las tierras bajas (o marina) era siempre ganado vacuno, nunca se documentan animales  menudos. Naturalmente, en el siglo XVII el traslado se hacía a pie por las sendas y caminos de la época. 

Por los documentos conservados, no parece que todos los vecinos de Sajambre llevaran sus vacas a las  baxuras, ya que son pocos los inventarios de bienes hechos en invierno en los que ha quedado constancia de esta antigua práctica. Esto puede tener una doble explicación. Por un lado, hay que suponer que no todos los vecinos tuvieron suficientes medios económicos para ello, lo que suele corresponder al mismo tiempo a sajambriegos que tuvieron pocos o ningún vacuno en propiedad. Por otro lado, una parte importante del ganado vacuno del término municipal se poseía en régimen de comuña (o aparcería ganadera), por lo que es posible que fuera la parte más pudiente la que corriera con estos gastos, a cambio de prestaciones de la otra parte que no han quedado reflejadas en los documentos.  

También parece que no siempre se llevaba todo el ganado que se poseía a las tierras bajas, como muestra el ejemplo de la fotografía, que corresponde a la viuda del que fuera escribano público Tomás Díaz de Oseja, bautizado Díaz de la  Caneja.

Según la información que se conserva, los propietarios que se beneficiaron de este tipo de trashumancia de media distancia fueron vecinos de Oseja, Soto y Ribota, lo que tampoco quiere decir que otros de Vierdes y Pio no lo hicieran, sino que de ellos no se conservan documentos. Asimismo, los individuos de Soto y Oseja que se mencionan en el documento que vamos a editar pertenecieron todos al estado noble (hidalgos). Lo mismo sucede con aquellos otros de los que existen documentos notariales. Ahora bien, esto tampoco resulta determinante, a juzgar por el alto número de población hidalga (cerca del 75%) que existió en Sajambre durante el siglo XVII.  

5.- La organización y el coste


Sabemos que, a finales del siglo XVII, las vacas que se desplazaban a la marina asturiana desde Sajambre solían ir acompañadas por un pastor del pueblo correspondiente, aunque habría que pensar en más de un responsable cuando los rebaños tuviesen cierta envergadura, tal y como sucedía en otros lugares de la Península. Naturalmente esto costaba dinero.

No sabemos con exactitud cuál sería el coste total de llevar vacas a pastar a la marina porque la información documental que poseemos al respecto es parcial. Pero suponemos que dependía del tiempo de permanencia, del número de animales, de la distancia de ida y de la distancia de vuelta, de la calidad de los pastos y de lo que cobrasen los dueños de los prados. En 1602 Gonzalo Piñán pagó doce ducados (132 reales de plata aproximadamente o 4.500 maravedís) por llevar las bacas de la marina a Sajambre, que me costó sacar las que estaban allí.  En aquel año de 1602, dicho transporte unidireccional les costó a los Piñán lo mismo que 12 cántaras de vino, o sea, el equivalente a cerca de 200 litros de vino a precio de la época.   

En 1665 otro miembro de la familia Piñán demandó a Pedro Díaz de Álvaro por 4 reales de una vaca que habían llevado a la marina y que el segundo les adeudaba. Esto indica que una de las diversas actividades económicas de los Piñán en la Edad Moderna consistió en facilitar el transporte y la estancia de sus vacas y de las de otros sajambriegos a lugares de bajura (en este caso no se dice dónde).   

En el documento que vamos a editar a continuación, se ve cómo existieron dos tarifas, cuya diferencia parece tener alguna relación con el pastor que guiaba el rebaño, porque las 18 vacas de Soto y las 56 de Oseja que estuvieron a cargo de Toribio de Vega costaron unos 6 o 6’3 reales por cabeza, mientras que otras 37 vacas, de las que no consta el nombre del pastor responsable, salían a 3 reales por animal.  Este Toribio de Vega fue miembro de la familia Vega, del barrio de Quintana en Oseja.

6.- Edición de un documento sajambriego del siglo XVII


El documento que presentamos se intitula Memorial de las vacas que entraron en la marina, carece de fecha y se conserva en el Archivo de la Casa Piñán. Aunque no está datado, tuvo que haberse escrito entre 1667 y 1700, dado que algunas de las personas que se mencionan son claramente identificables con quienes aparecen en padrones y documentos notariales de dicho período. 

[1667-1700]

Relación de vecinos de Soto y Oseja que tenían vacas en la marina, con indicación del número de animales, nombre de los propietarios, precio y nombre del pastor responsable


A.      Oseja de Sajambre, Archivo de la Casa Piñán.  Apunte privado hecho en un folio de papel común escrito por las dos caras. Muy afectado por la humedad y roto por la derecha.



(Cruz)

Memorial de las vacas que entraron en la marina.

Soto. 
Primeramente, Julián Díaz dos vacas, 006 reales.
Vitorio Díaz siete vacas, 021 reales.
Juan Sánchez dos, seis reales.
Cosme Amigo ocho, veinte y cuatro reales.
Bernardo cuatro vacas, doce reales.
Melchor Díaz tres, son nueve reales.
El señor juez tres, otros nueve.
Julián Goncález ocho, deve veinte y cuatro reales.

De las que andan a cargo de Toribio de Vega, de Soto y Oseja.

Primeramente, Juan de Martino nueve cavecas, que son cinquenta y siete reales.
Juan Simón tres vacas, diez y ocho reales, digo diez y nueve.
Juan de Mendoza tres vacas, son diez y nueve reales.
Pedro de Suero dos, que son seis reales y veinte y cuatro maravedís.
Juan Díez de Bulnes una, seis reales y doce maravedís.

Oseja.
Oseja. Cosme de Acevedo tres vacas, son diez y nueve reales.
Juan Alonso de Quintana tres, lo mismo.
Juan Díez de Quintana, hijo del secretario, siete cabecas, cuarenta y quatro y medio.
Pedro de la Mata seis cavecas, trainta y ocho reales y un cuarto.
De Juan de Vega tres, son diez y nueve reales y uno ochavo.
De Juan Díez Escarramán tres, lo mismo. //
[Chris]tóbal Goncález cuatro, veinte y cinco reales y medio.
Pedro Goncález cuatro, lo mismo.
Joseph Goncález tres, diez y nueve reales.
Pedro Alonso seis, pagó.
Catalina Goncález dos, doce reales y veinte y medio maravedís.
Damián Díaz cuatro, veinte y cinco reales y medio.
Toribio Alonso cinco, pagó.
Mateo Francisco tres, diez y nueve reales y uno ochavo.

Suma todo quinientos y tres reales y no más salvo yerro de cuenta.


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NOTAS

(1) Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en época de Felipe II, París, 1949, 1966, cap. I. Manuel Corbera Millán, “Organización de los espacios de pasto en la montaña atlántica: los nombres, las formas y las funciones”, Ería, 93 (2013), p.227.



4 comentarios:

lourdes vega dijo...

Aún conocí yo desde niña eso de llevar las vacas a la "marina"y bien me acuerdo de las de mis padres y abuelos de la Yana verlas marchar...con un pastor de Ribota que tenía experiencia de llevarlas. Ya le podían pagar algo... poco sería...porque esto era ya después de la guerra

Elena E. Rodríguez Díaz dijo...

Sí, en otros lugares de España también se llegó al siglo XX en esta trashumancia descendente (de la montaña a la marina) y más en momentos, como la posguerra, cuando había muy poca liquidez. Pero en algunos lugares esta antigua práctica empezó a desaparecer antes que en otros. Falta saber qué ocurrió en Sajambre con respecto a sus vecinos cismontanos.

Gil dijo...

En los libros de la parroquia de Santa María de Rozadas, concejo de Villaviciosa de Asturias, años 1634 y 1648, aparecen pagos que dieron los vaqueros de Sajambre por importe de 16 y 55 reales respectivamente, con una nota al margen que pone: pastos. (Archivo Diocesano de Oviedo: sig. 61.31.6)

Elena E. Rodríguez Díaz dijo...

¡Muchas gracias, Gil!
Perdón, no había visto tu comentario hasta ahora. Muchísimas gracias.
Saludos cordiales.

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