ÍNDICE: 1. Introducción. 2. Los estancos del tabaco de
los concejos de Sajambre y Valdeón en el siglo XVII. 3. Cosme de Acevedo. 4. Consumo y
consumidores de tabaco en Sajambre durante los siglos XVII y XVIII. 5. El estanco de tabaco y timbre de José Piñán en 1893.
1. INTRODUCCIÓN
En 1636 el tabaco americano se convirtió en
un monopolio en el reino de Castilla, en
1638 en el reino de León y en 1707 en el de Aragón. Los monopolios fiscales fueron
“rentas estancadas” o, genéricamente, “estancos”, lo que implicaba la
existencia de un comercio regulado y con precios oficiales. La venta al por
mayor se llevaba a cabo en las tercenas
(almacenes tabaqueros) y al por menor en los llamados estanquillos, a los que acudía la gente
para adquirir pequeñas cantidades destinadas al consumo personal. Con anterioridad a 1730, la explotación del
tabaco se gestionó a través de arrendamientos al mejor postor y los puntos de
venta se establecían mediante contratos de obligación.
El éxito del tabaco en España fue rápido, aunque
la mayor difusión entre las clases populares se produjo a partir de 1700. Durante
el siglo XVII, la planta americana, que se transformaba en la primitiva fábrica
sevillana de la collación de San Pedro, era consumida en polvo (rapé) por las
élites, mientras que entre las clases bajas se prefería el tabaco de mascar. Ahora
bien, una serie de circunstancias frenaron el consumo popular del tabaco en el 1600. Por un lado, se le culpó de haber sido la causa de una epidemia y por
otro, contaba con la oposición de una parte de la Iglesia católica, ya que los
papas Urbano VIII en 1624 e Inocencio X en 1650 publicaron sendas bulas en las
que se amenazaba con la excomunión a los consumidores de tabaco, prohibiciones
que no se levantaron hasta 1725 cuando los pontífices se percataron de los
pingües beneficios económicos que reportaba el tabaco. La orden de los jesuitas
fue una firme defensora de las ‘virtudes’ del cultivo americano.
Pero nada de esto afectó a Sajambre ni, por
lo que parece, a la región de Riaño, donde ya se consumía tabaco en el año
1660.
2.- LOS ESTANCOS DEL TABACO DE LOS CONCEJOS DE SAJAMBRE Y VALDEÓN EN EL SIGLO XVII
En efecto, el 24 de enero de 1660, un vecino
de Oseja llamado Cosme de Acevedo arrendó por un año “los estancos del tavaco, de hoxa y
polvo, de los concejos de Saxambre y Baldeón por cantidad de ocho ducados”, incluidos “los
alfoçes de Santa Marina y Caín del dicho Concejo de Baldeón”, a un clérigo de Pedrosa del Rey no ordenado in sacris que tenía por
nombre Juan Gutiérrez, con la obligación de satisfacer la renta en dos pagas:
una por San Juan y la otra al final del año. El contrato de arrendamiento se hizo ante tres
testigos: un laico llamado Alonso de Redondo y dos clérigos, Julián Rodríguez y
Pedro Piñán (de Cueto Luengo).
Por un documento
posterior sabemos que Cosme de Acevedo siguió poseyendo los estancos de Sajambre
y Valdeón en 1661 y en 1662, arrendado primero a Juan Gutiérrez y más tarde a
Miguel Gutiérrez, asimismo vecino de Pedrosa, por lo que debía estar
emparentado con el anterior.
El 19 de
febrero de 1662, Cosme de Acevedo subarrienda el derecho de vender tabaco en
Valdeón a Domingo
Marcano, vecino del concejo de Piloña en el Principado de Asturias, por 7 ducados que hacían 77 reales de vellón,
nuevamente en dos pagas: una por San Juan (junio) y la otra por San Martino
(noviembre). Literalmente, el documento
dice que Cosme de Acevedo
“...dava y dio en arriendo el estanco del tavaco del dicho conçejo de Baldeón con sus alfozes, Santa Marina y Caín, a Domingo Marcano, veçino del conçejo de Piloña, Principado de Asturias, para que por sí mismo u persona en su nonbre lo pueda vender en dicho conçejo y alfozes referidos en la forma que el dicho Cosme de Acevedo lo tiene por este presente año...”.
La renta establecida en este subarrendamiento de 1662 (7 ducados) casi igualaba los 8 ducados que le había costado al
sajambriego su arrendamiento del punto de venta conjunto de Sajambre y Valdeón
dos años antes. Esto debe indicar el
aumento en el consumo de tabaco en ambos concejos, lo que es coherente con el
incremento en las cantidades generales de tabaco importado a España desde
América que, desde comienzos del siglo
XVII, no hizo más que acrecentarse (1).
En el siglo XVII,
ser arrendador de las rentas del tabaco, aunque fuera de un pequeño estanquillo,
proporcionaba ventajas económicas y otorgaba prestigio social, gracias a una
serie de exenciones y privilegios que estos oficios llevaban implícitos. En
otros lugares de la Península, se conocen auténticas estrategias familiares
para rentabilizar económica y socialmente el arrendamiento del tabaco. La
continuidad del apellido Gutiérrez en Pedrosa da a entender que una familia del
lugar, así llamada, pudo haber intentado medrar gracias al negocio del
tabaco. Y en Sajambre lo intentó un miembro del linaje de los Acevedo
(originarios de Corniero y establecidos en Sajambre desde el siglo XVI), que culminaron su táctica de engrandecimiento
social cuando adquirieron el estado de hidalgos a finales del siglo XVII. Tanto
los Gutiérrez en Pedrosa, como Cosme de Acevedo en Oseja, mantuvieron el
negocio del tabaco activo y rentable al menos durante 3 años (1660, 1661, 1662)
y, a juzgar por el crecimiento de las rentas, posiblemente bastante más, quizás
hasta la reforma de la Real Hacienda a principios del siglo XVIII, cuando se suprimió
el sistema de arrendamientos.
Pero ¿qué sabemos
de este vecino de Oseja llamado Cosme de Acevedo?
3.- COSME DE ACEVEDO
El Cosme que nos
interesa nació en Oseja en el año de 1612. Fue hijo de Diego de Acevedo
Villarroel, natural de Corniero y fallecido el 8 de septiembre de 1633; hermano
de Miguel y Juan de Acevedo. Cosme se casó dos veces, una con Catalina de
Santos, natural de Soto e hija de Juan de Santos y Catalina de Cueto Luengo,
cuya familia había vivido más de 24 años en dicho lugar de Cueto Luengo. El matrimonio engendró, al menos, a Pedro,
quien el 8 de septiembre de 1661, participó en el sorteo celebrado para
sustituir a un desertor sajambriego en la guerra con Portugal, lo que indica
claramente que eran tratados como pecheros. Más tarde contrajo segundas nupcias
con Juliana Fernández Santos. En total tuvo 5 hijos: Pedro, Santiago, Martín,
María y Ana de Acevedo.
Su primogénito,
Pedro, fue administrador de la Casa de la Caneja, oficio que pasó a
su hijo, el primer Luis de Acevedo, compañero de andanzas y pendencias de
Leonardo García de Mendoza. Desde finales del siglo XVII, esta familia de
Acevedos (hubo otras) vivieron en el barrio del Valleyo, por debajo de Las
Cortes. En concreto, su casa lindaba con la bolera que existía en el lugar, es
decir, lo que hoy se llama La Huerta de la Bolera. Dicha casa había pertenecido
con anterioridad a María de Granda, natural de Oseja.
Un año antes de
hacerse con los estancos del tabaco de Sajambre y Valdeón, en 1659, Cosme de
Acevedo fue regidor de Oseja. En las pruebas testificales de un juicio celebrado
en 1662 declara tener 50 años, lo que nos permite calcular su fecha de
nacimiento y la edad que tenía cuando se hizo cargo de la venta de tabaco en los
concejos de Sajambre y de Valdeón. Murió
antes de 1693.
4.- CONSUMO Y CONSUMIDORES DE TABACO EN SAJAMBRE DURANTE LOS SIGLOS XVII Y XVIII
Al ser el tabaco un producto perecedero y de
ocio, como es lógico no suele aparecer en los inventarios de bienes de ningún vecino
de Sajambre de los siglos XVII y XVIII. Pero el aumento de las rentas en menos
de tres años indica que debía estar bastante extendido, por lo menos el tabaco de
hoja para mascar, que era el preferido por las clases populares de la época. El uso debió
ir en aumento, como sucedió en toda España, a lo largo del siglo XVIII.
Al contrario del tabaco de mascar, el tabaco
en polvo o rapé fue considerado en el siglo XVII un producto de lujo propio de
las clases acomodadas. Y esto sí quedó reflejado en algún inventario post mortem
sajambriego. En concreto, en el de un cura.
Se trata del párroco de Oseja y Soto,
Francisco Rodríguez Reyero, que murió en el año 1720 y que, a juzgar por su
inventario de bienes, debía ser todo un sibarita en el entorno en el que
vivía. Entre los objetos de su casa había “un
pote de echar tavaco”, que era un recipiente característico para guardar el
rapé (FOTO 1). En su casa había también
otros productos culinarios caros, auténticas delicatessen de la época, como el
azafrán, la pimienta y el chocolate.
FOTO 1. Pote para guardar tabaco en polvo o rapé |
Como se ve, los que consumían rapé tenían
recipientes para guardarlo, cosa que no sucedía si lo que se usaba era el
tabaco de mascar. De ahí que el silencio de los inventarios de los laicos siga
apuntando, indirectamente, a dicha modalidad de consumo.
5.- EL ESTANCO DE TABACO Y TIMBRE DE JOSÉ PIÑÁN EN 1893
Aunque no se han conservado otros documentos,
en Oseja debió seguir existiendo un punto de venta de tabaco a lo largo de los siglos
XVIII y XIX porque la demanda fue creciente y porque volvemos a documentarlo en
el año 1893. Para entonces el estanco abarcaba ya la venta unificada de tabaco,
franqueo para la correspondencia y pólizas para los documentos oficiales (se
establecieron en 1856), así como papel sellado.
En el año 1636 se hizo obligatorio el
uso de papel sellado para todas las escrituras públicas y privadas con una
finalidad tributaria. Como el tabaco, el papel sellado se vendía en estancos
específicos para ello.
El primer
estanco de papel de Sajambre, del que tenemos noticia, data del año 1668 y fue establecido por Pedro Alonso Llano, “vecino de Oseja, estanquero del papel
sellado deste concexo de Saxambre y lugares de su jurisdiçión”, que se abastecía
de género en la casa del estanquero mayor de la ciudad de León. Esta información aparece en un testimonio notarial que está roto y del que solo se conservan doce renglones, la fecha la sabemos
gracias al sello entintado del papel (FOTO 2). Otros documentos sajambriegos de 1712 y de 1715 se refieren
también a la existencia en Oseja de un estanco de papel sellado.
FOTO 2. Papel sellado de 1668 |
Sobre este Pedro Alonso Llano apenas sabemos
nada porque se pierde en la nebulosa de los Alonso, a no ser que aparezca con
su segundo apellido. Es lo que sucede en dos casos: en 1661 cuando se
documenta como regidor de Oseja y, en 1680, cuando declara como testigo en un
juicio.
Volvamos al año de 1893.
En aquel tiempo, el estanco de tabaco, timbre
y papel sellado lo tenía José Piñán. No sé exactamente quién fue este José
Piñán, más allá de que tuvo que pertenecer al linaje de los Piñán de Cueto
Luengo, porque sus papeles se han conservado en el Archivo de la Casa entre los
documentos familiares y que pudo ser la misma persona que el José Piñán que se documenta como alcalde en 1898. Entre sus papeles, “Don José Piñán” aparece como “encargado de la expendeduría de Oseja”,
que se abastecía en Riaño en la casa de Antonio González.
Entre el 20 de agosto y el 29 de diciembre de
1893, es decir, en 4 meses, el estanco de José Piñán facturó 1.975 pesetas
y 90 céntimos solo de tabaco, sin contar los franqueos y el papel sellado,
repartido de la siguiente manera:
Tabaco picado común = 231 kilos
Cigarros fuertes = 6.720 unidades
Cigarros entre fuertes = 40 unidades
Cigarros de marca chica = 140 unidades
"Cigarrillos papel" = 3.750 unidades
Una cosa que se observa muy bien es cómo
las ventas se duplicaban en Navidad, sobre todo de tabaco picado, que era la
modalidad más consumida. De estas ventas, el estanquero se llevaba el 3% que, en
este caso, fueron 59 pesetas y 27 céntimos. Como ganancia de José Piñán habría que sumar el
porcentaje correspondiente de la venta de sellos y de papel sellado.
Los siguientes registros conservados al respecto penetran ya
en el siglo XX, cuando en 1941 se documenta un estanco en Oseja y en 1945,
seguía habiendo uno en Oseja y otro más en Soto. Entre medias debieron existir otros establecimientos de estas características en Oseja, casi ininterrumpidamente desde 1660 porque, al menos, en 1886 consta que no habia estanco en Sajambre, pero sí en Valdeón, propiedad de Jerónimo Marcos. José Piñán debió abrir el suyo poco después.
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NOTAS
(1) Por ejemplo, en 1609 llegaron a España
desde las Indias 15.328 libras de tabaco; en 1610, 63.401 libras; en 1611,
183.526 libras; en 1612, 327.218 libras... Santiago de Luxán y Óscar Bergasa,
“La institucionalización del modelo tabaquero español 1580-1636. La creación
del estanco del tabaco en España”, Vegueta,
7 (2003), p.138.
3 comentarios:
Me resulta muy curioso lo del tabaco...fíjate desde cuando se consumía...y ahora desaparece poco a poco y me pregunto ¿no se morirían de Cáncer entonces?
Hola, Lourdes. ¡Pues claro que se morían de cáncer! Lo que sucede es que en muchos casos se morían sin saberlo por falta de conocimientos y de atención especializada, aunque en la etapa precientífica de la medicina, la atención del profesional médico servía para muy poco ante estos males. También es verdad que cuanto más atrás vamos en el tiempo, menor era la esperanza de vida y las muertes tempranas impedirían el desarrollo de muchos tumores. Ahora bien, ninguna sociedad humana se libró nunca de la enfermedad. Del cáncer ya se habla en textos de la antigua Roma, que yo sepa, y no me extrañaría que en algún caso anterior a esa época.
Yo tuve la suerte que en mi casa no fumaba nadie...ni mi padre ni mi abuelo...
Creo que mi abuelo el de Caldevilla sí pero se murió el año que yo nací...y llegó a 86 años...
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