miércoles, 27 de enero de 2010

LA IGLESIA DE LA ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE OSEJA DE SAJAMBRE (4-2): aparejo, portadas y pórtico.

FOTO n.1.- Aquí se ve el segundo frontón de la fachada principal. Pinchar en la foto para verla ampliada. Fuente: www.sajambre.com

FOTO n.2.- La puerta del cementerio está relacionada con la entrada principal de la iglesia. Fotografía de Natalia Pendás.

FOTO n.3.- Diseño neoclásico de la entrada al cementerio. Fuente: Galería Picasa (autor: J. C. Cabrerizo).

En la foto antigua (n.1) y a pesar de sus deficiencias, se aprecia el segundo frontón que decora la fachada oeste. Se trata del frontón que remata la puerta del cementerio y que, en perspectiva, queda incluido en la portada formando parte de la línea vertical que articula el conjunto.

Este efecto no fue casual en modo alguno. La foto n.2 muestra cómo la puerta del cementerio, también de estilo neoclásico, está geométricamente centrada y alineada con el arco de entrada y el acceso principal al templo.

El efecto fue intencionado y diseñado para ser visto de frente y desde abajo, es decir, iba dirigido a las viviendas que existían en esa zona a mediados del siglo XIX.

Este hecho demuestra que hay que contemplar la iglesia, el cementerio y el atrio como un conjunto y no como elementos aislados entre sí.
Lo que no sé es si con las obras que en tiempos recientes se han ido haciendo delante de la iglesia podrá seguir observándose el monumento tal y como sus artífices lo crearon.

lunes, 25 de enero de 2010

LA IGLESIA DE LA ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE OSEJA DE SAJAMBRE (4-1): aparejo, portadas y pórtico.

FOTO n.1.- Portada oeste. Fuente: Página del Ayuntamiento de Oseja de Sajambre, www.picosdeuropasajambre.org

FOTO n.2.- La torre-campanario se superpone al tejado de la nave, como si se encajara en él. Fuente: www.telefonica.net/web2/picojario

En el aparejo de la iglesia de Oseja de Sajambre se utilizó el sillar en la portada principal, en el campanario, en la arquería del pórtico, en las esquinas y en los vanos, y la mampostería concertada en el resto de los paramentos.

El único lugar de todo el edificio cubierto enteramente de sillar es la parte central de la portada oeste (Foto n.1), lo que se hace para prestigiarla y destacarla. Simplemente por este hecho ya podríamos afirmar que nos encontramos ante la fachada principal. Pero es que, además, es en este lugar en donde se abre una de las dos puertas de acceso al templo y en donde existen otros elementos arquitectónicos que transmiten la misma idea de preferencia.

Esta fachada se articula en torno al eje que establece la verticalidad de la torre-campanario, al que se supedita la alineación de los vanos en cada uno de los cuerpos y remates.
Esta es la parte más neoclásica de todo el monumento, tanto por los elementos arquitectónicos utilizados, como por la austeridad ornamental y las líneas geométricas que organizan el conjunto. Veámoslo.

1. En la zona más baja se sitúa el pórtico construido sobre arcos de medio punto. El sillar cubre toda la superficie del arco y sólo en las enjutas de los muros se utiliza el mampuesto. De ambos lados del arco central, arrancan resaltes a modo de pilastras rebajadas que continúan en el cuerpo superior. Una simple cornisa separa en altura cada uno de los cuerpos y remates de la fachada.

2. En el centro geométrico del rectángulo que forma el segundo bloque se abre una ventana vertical y el paramento no ofrece otra decoración que los resaltes del muro y de las esquinas cubiertas con las piedras labradas. De este cuerpo arranca la cubrición a dos aguas que recorre toda la longitud de la nave hasta encontrarse con la cúpula en el crucero. Por encima del tejado (Foto n.2) sobresale un elemento decorativo característico del clasicismo arquitectónico: el remate en forma de frontón triangular, en cuyo tímpano desnudo sólo existe una ventana circular. El frontón está definido únicamente por la cornisa que se fractura en su lado inferior a causa de los resaltes.

3. Sobre ese mismo tejado a dos aguas que cubre la nave central se superpone la torre-campanario formada por dos cuerpos de sección cuadrada rematados en cúpula. En los laterales del primero de ellos se abren dos oculi y en cada uno de los cuatro lados del segundo cuerpo volvemos a encontrar arcos de medio punto, ahora para albergar las campanas. Huelga decir que el arco de la parte frontal está perfectamente alineado con el vértice del frontón, el primero de los oculi, la ventana rectangular y el arco central del pórtico.

El gusto por la simetría, por las líneas geométricas, por la austeridad en la decoración y por la característica presencia del frontón otorgan a la fachada oeste un aspecto inconfundiblemente clasicista que se intensifica aún más con la existencia de otro elemento decorativo adicional: un segundo frontón.

¿Lo ven ustedes?

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GLOSARIO
Atrio: patio abierto que rodea a una iglesia.
Cúpula: Bóveda en forma de casquete semicircular.
Frontón: elemento arquitectónico de sección triangular característico de la arquitectura clásica, renacentista y neoclásica, muy utilizado en las portadas.
Mampostería, mampuesto: labor de albañilería que consiste en colocar a mano ladrillos, piedras sin labrar o labradas de forma grosera y aparejadas de manera irregular.
Mampostería concertada: obra de mampostería en la que se ajustan bien las piedras.
Oculi: ventanas de forma circular.
Paramento: paredes, muros.
Pórtico: galería cubierta, sostenida por muros o pilares y abierta al exterior.
Remate: elemento que se coloca sobre la construcción para adornar su parte superior.
Tímpano: en este caso, espacio interior de un frontón.
Sillar: piedra labrada por varias de sus caras como resultado de un trabajo de cantería.
Vanos: huecos que se abren en los muros para ventanas, puertas, etc.

domingo, 24 de enero de 2010

LA IGLESIA DE LA ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE OSEJA DE SAJAMBRE (3): laterales y cabecera.

FOTO 1.- Costado sur. Fuente: Galería Picasa.


FOTO 2.- Costado norte. Fuente: http://www.altoesla.com/.


FOTO 3.- Cabecera de la iglesia de la Asunción de Oseja de Sajambre. Fuente: Galería Picasa.
Vamos a empezar a observar con detalle lo que describimos de manera general en el post anterior. Debemos ir despacio porque la estructura del edificio es compleja y yo debo esforzarme en explicar las ideas de la manera más clara posible porque no siempre contaré con fotografías que muestren con precisión todo lo que deseo mostrar. Los mil kilómetros que me separan de Oseja tienen estos inconvenientes. Analizaremos primero los distintos aspectos que se observan al exterior del edificio (laterales, cabecera, fachada, aparejo, pórtico, vanos) para centrarnos después en el interior. En ambos casos iré dosificando la información en distintas entregas.

Esta iglesia se ha definido como de cruz latina y de planta rectangular. Ambas afirmaciones tienen su parte de razón y, al mismo tiempo, ambas se equivocan. En realidad, la planta de la iglesia construida en el siglo XIX es irregular. A simple vista parece un rectángulo, pero observando con detenimiento su forma vemos cómo los laterales son irregulares y asimétricos.

En la Foto n. 1 puede verse cómo todo el costado sur está formado por un eje longitudinal rectilíneo excepto en el lugar en el que sobresale ligeramente el brazo derecho del transepto (el bloque central con ventana semicircular). Esta ruptura del eje no es brusca ni muy marcada, lo que hace que apenas se perciba cuando se mira la iglesia desde lejos.

Si la iglesia fuera de cruz latina encontraríamos simetría en el costado norte (el que mira a La Cortina). Pero en este lateral, el eje longitudinal se fractura más de una vez de manera escalonada: al final de uno de los cuerpos del testero (capilla de Santo Domingo) y al final del brazo izquierdo del transepto. En la Foto n. 2 se puede ver (fijénse en la línea que marcan los tejados) cómo el segundo cuerpo (el de la ventana semicircular) está más hundido que el cuerpo que le precede (con ventana rectangular). Y lo mismo vuelve a suceder con el pequeño espacio para el baptisterio y el trastero que le sigue.

Estas asimetrías explican la irregularidad de la planta, muy próxima al rectángulo pero sin llegar a serlo del todo. Si no fuera por la capilla de Santo Domingo, se asemejaría también a una cruz latina con los brazos poco destacados. No obstante, a cierta distancia el observador deja de percibir con nitidez las fracturas e irregularidades y la apariencia general que se transmite es la de una planta rectangular.

La causa de estas variaciones en los laterales, en especial en el costado norte, pudiera estar relacionada con la estructura de la iglesia medieval. Si la tradición oral tiene razón, la iglesia del siglo XIX se habría construido encima del antiguo templo. El hecho de que sobresalga el cuerpo correspondiente a la capilla de Santo Domingo se explicaría por haber querido incluir aquel espacio en la planta de la nueva iglesia. Sabemos por los documentos de archivo que esta capilla se añadió entre 1621 y 1652 situándose “al lado del Evangelio”, lo que debió hacerse bien adosándose a la iglesia, o bien con cierta separación entre los respectivos muros. Si esto se confirmara, es decir, si lo que antaño fue la capilla de Santo Domingo ocupó el mismo lugar que hoy ocupa la edificada en el siglo XIX, en donde se guardan los restos de los hermanos Díaz-Caneja y Sosa, entonces es posible que la cripta con las "tumbas labradas" de los Piñanes se conserve todavía bajo el suelo.

Otra cosa diferente es que, indirectamente, la noticia de la construcción de la antigua capilla de Santo Domingo nos dice que el testero de la iglesia medieval de Santa María de Oseja no era tripartito.

Si observamos ahora los volúmenes que forman cada uno de estos dos laterales comprobaremos la alternancia en altura que mencionaba en el anterior post. Tanto si arrancamos de la cabecera, como si lo hacemos de los pies de la iglesia, se ve un cuerpo bajo, seguido de otro más alto, tras el cual hay otro bajo, otro alto y uno bajo una vez más. Todos los cuerpos altos están cubiertos con un tejado a tres aguas, mientras que los más bajos están cubiertos a una o a dos aguas.

Este recurso visual enfatiza la función jerárquica entre ellos reservando los techos a una sola agua para los espacios secundarios (tramos laterales del pórtico, baptisterio, sacristía) que son al mismo tiempo y no por casualidad los de dimensiones más reducidas. En cambio, los cuerpos cubiertos a más de un agua corresponden siempre a espacios principales de la iglesia (nave, capillas, coro), excepto en los dos tramos del pórtico situados en las esquinas de la fachada que, por imperativos estructurales, debían ir cubiertos a dos aguas. De todos los cuerpos que se observan al exterior, sólo uno está cubierto a cuatro aguas, lo que también es intencionado. Es así mismo el más alto de todos exceptuando la torre y corresponde al cuadrado central de la nave transversal que se cubre con cúpula en el interior. La importancia de este espacio y de los elementos arquitectónicos elegidos para su expresión visual viene definida por la enorme carga simbólica de la cúpula en las iglesias cristianas. Volveremos sobre este asunto cuando estudiemos el interior del templo.

En la Foto n. 3 se aprecia la cabecera tripartita y plana, reforzada con contrafuertes para descarga de la bóveda, que recuerdan a los característicos refuerzos del prerrománico asturiano. El ábside es cuadrado y más alto que los cuerpos laterales, diferenciados entre sí por su jerarquía funcional. La capilla de Santo Domingo es más baja que la capilla mayor pero no tanto como la pequeña sacristía. Otras dos diferencias claras son la presencia del zócalo, ausente en la sacristía, y las techumbres, a tres aguas en las dos capillas y a una sola agua en el espacio destinado a sacristía que se define así como un lugar secundario en el conjunto del templo.
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GLOSARIO
Ábside: parte de una iglesia situada en la cabecera y destinada a albergar el altar y el presbiterio. Puede ser de planta semicircular, pero también cuadrada, plana (recta), poligonal, etc.
Bóveda: forma de cubrición arqueada.
Cabecera: parte de una iglesia en la que se halla el altar mayor.
Contrafuerte: elemento arquitectónico adosado al muro que sirve para reforzar la descarga del peso de una bóveda.
Crucero: lugar de la intersección de la nave principal y la nave transversal o transepto.
Cruz latina: diseño que forman la nave y el transepto cuando se entrecruzan formando una cruz de brazos desiguales.
Cúpula: Bóveda en forma de casquete semicircular.
Pies: lugar opuesto a la cabecera donde, normalmente, se encuentra la portada.
Testero: cabecera de una iglesia.

sábado, 23 de enero de 2010

LA IGLESIA DE LA ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE OSEJA DE SAJAMBRE (2): emplazamiento y orientación, planta y volumetría.




La antigua iglesia de Santa María debía hallarse en algún repecho situado en la caída de la ladera sobre la que se asienta todo el pueblo de Oseja. A finales del siglo X, su altura es una de las referencias topográficas mencionadas en la delimitación de sus propiedades, cuando se dice que debajo de ella (subtus) existía una fuente (La Fuentona). Esta noticia certifica, por tanto, que la iglesia antigua estaba edificada en algún lugar topográficamente más alto que La Fuentona.

El caserío más primitivo se situaría a sus pies, conforme a la costumbre medieval de hacer que las iglesias destacasen jerárquicamente y fuesen bien visibles desde las viviendas. Y si la suponemos monasterio, tampoco sería raro que así hubiera sucedido, como pasó -sin ir más lejos- en el caso del monasterio benedictino de Santa Marina de Valdeón.

Como todas las iglesias medievales, su ábside estaba orientado al este, hacia los Santos Lugares y la salida del sol. Esta misma orientación se mantiene en la iglesia construida en el siglo XIX, razón por la cual la fachada principal da la espalda al barrio de Caldevilla. El muro de contención se construiría para salvar los desniveles y ubicar el cementerio construido ex novo que se suma al conjunto como un espacio anexo. La tierra removida para aplanar el suelo, la piedra acarreada para la iglesia y los muros y toda la obra de ingeniería debió ser de una envergadura proporcional a las enormes dimensiones que la estructura de contención llega a adquirir en determinados lugares. Aparte de edificar una iglesia, lo que se hizo a mediados del siglo XIX fue transformar completamente la fisonomía de este emplazamiento en el barrio de Caldevilla.

El conjunto arquitectónico levantado por orden de don Ignacio Díaz-Caneja y Sosa se compone de un espacio poligonal murado que se adapta al terreno y en el que se inscribe el casi rectángulo que forma la planta de la iglesia. Al conjunto se añade, en el frente oeste, un recinto destinado a campo santo, también rectangular pero de menores dimensiones, que está situado a un nivel más bajo que el pórtico de la iglesia y que se encuentra asimismo cercado por altas tapias.
En planta, la iglesia de la Asunción arranca de un diseño básico en cruz latina formada por la intersección de la nave única y el transepto que se transforma en un espacio casi rectangular constituido por la suma de un ábside tripartito, el baptisterio, el sotocoro y el pórtico. En alzado, nos encontramos ante una volumetría compleja formada por un total de 15 cuerpos de distintos tamaños cubiertos por sus correspondientes tejados dispuestos a una, dos, tres y cuatro aguas.

En el exterior, los volúmenes se planifican de manera rítmica con 5 cuerpos en cada costado que se alternan según sus dimensiones (bajo-alto-bajo-alto-bajo) mientras flanquean el cuerpo central que longitudinalmente define la nave. Y si efectuamos la observación por tramos, veremos cómo existen tres espacios en cada uno de los cinco tramos del templo (5x3), existiendo una relación jerárquica entre el tamaño de cada cuerpo, el tipo de cubrición, la elección de los vanos y la función de cada espacio en el interior de la iglesia. Por encima de la fachada principal se eleva la torre-campanario dividida en dos bloques cuadrangulares rematados en cúpula.

Si exceptuamos esta torre, la yuxtaposición de volúmenes bien definidos al exterior y los tejados perfectamente diferenciados son aspectos que nos recuerdan las características volumétricas de algunas iglesias prerrománicas. El prerrománico no es la única influencia historicista que nos encontraremos al diseccionar este monumento, porque existen también otros elementos arquitectónicos propios del románico y del gótico que se armonizan con soluciones neoclásicas todavía vigentes en la primera mitad del siglo XIX.

Todo esto convierte a la iglesia parroquial de Oseja de Sajambre en un ejemplo temprano del Eclecticismo que se desarrollará en España en las últimas décadas del siglo XIX.
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GLOSARIO
Crucero: lugar en el que se entrecruza la nave con el transepto, justo delante del presbiterio.
Nave: espacio de la iglesia comprendido entre los muros laterales que llega hasta el crucero.
Transepto: nave transversal que corta la nave principal de una iglesia.

viernes, 22 de enero de 2010

LA IGLESIA DE LA ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE OSEJA DE SAJAMBRE (1).

La advocación simple de Santa María fue sustituída por la de la Asunción de Nuestra Señora en el siglo XIX. En un testamento de 1813 se lee “tres misas votivas, la una a Nuestra Señora de la Asunción, nuestra soberana patrona” (Oseja, 1813). Este título se abrevia popularmente bajo el simple apelativo de Nuestra Señora: “una misa a Nuestra Señora, la patrona” (1823); “por bajo del arco de Nuestra Señora” (1828).

Considerando lo poco que se ha escrito sobre el patrimonio histórico de Sajambre, no extraña que la iglesia de la Asunción también se haya visto afectada. Aun así, no puedo dejar de lamentarme porque una obra arquitectónica de valores tan sobresalientes no haya sido tenida en cuenta antes por las autoridades provinciales y autonómicas. No obstante, la última restauración y la inclusión que la Diputación de León y el Consorcio Provincial de Turismo han hecho del edificio entre los monumentos leoneses dignos de ser puestos en valor, son actuaciones esperanzadoras que deseo se intensifiquen en los años venideros.

De la iglesia de Oseja sabemos que se terminó en el año 1855, que fue costeada con las fortunas de los hermanos Díaz-Caneja y Sosa, que se gastaron en su obra más de 300.000 reales de la época y que fue edificada por encargo y supervisión del obispo don Ignacio. Pero no sabemos si en su apariencia última influyó en algo la opinión del comanditario y ni siquiera conocemos el nombre del arquitecto que la diseñó.

También se observa una marcada indecisión cuando se intenta adscribirla a una corriente artística determinada, porque para unos es neoclásica, para otros neorrománica, para otros neobizantina, para algunos tiene planta de cruz latina, para otros es de planta rectangular... Esta confusión procede del desconocimiento del edificio por falta de estudios o, al menos, por falta de una descripción morfológica atenta.

La iglesia de la Asunción de Nuestra Señora es una sólida construcción en piedra que destaca en monumentalidad respecto al caserío circundante y se inserta en un conjunto edilicio formado por la iglesia misma, el atrio que la rodea, el cementerio anexo y los muros de contención. Cualquier análisis que pretenda la comprensión integral de este monumento debe partir de la observación de este grupo de espacios y estructuras porque todos ellos formaron parte del mismo proyecto arquitectónico.

Voy a lanzarme a la aventura. Voy a intentar esbozar una descripción estilística de la iglesia de Oseja y de los espacios con ella relacionados. Avanzo que la aventura ha supuesto para mí un maravilloso viaje de descubrimiento. El descubrimiento del magnífico edificio que don Ignacio Díaz-Caneja dejó como herencia a sus paisanos.

jueves, 21 de enero de 2010

LOS CEMENTERIOS DE OSEJA Y LAS PREFERENCIAS FUNERARIAS DE SUS FELIGRESES (2).

Durante toda la Edad Media, el Antiguo Régimen y parte de la época contemporánea los vecinos de Oseja se estuvieron sepultando dentro de la iglesia de Santa María o cerca de sus muros exteriores, bien en el atrio o bien en sus inmediaciones. Veíamos en el post anterior cómo todavía en el año 1828 un feligrés pide que se le entierre bajo el arco de Nuestra Señora.

Si mis informadores no se equivocan con sus recuerdos, en la zona de La Cortina más cercana a la actual iglesia se encontraron hace años restos de tumbas de lajas, que debían formar parte del cementerio medieval en donde estaban sepultados los que no pudieron hacerlo intramuros por su status socio-económico.

Debido a las preocupaciones de los ilustrados por la salubridad pública y por evitar los males que provocaban, según se creía entonces, los efluvios dañinos de la putrefacción de los cuerpos, Carlos III promulga una ley (Real Cédula de 3 de abril de 1787) en la que prohibía los enterramientos dentro de las iglesias y en el interior de las poblaciones. Por diferentes motivos de carácter económico (negativa de las jerarquías eclesiásticas a perder los ingresos de los derechos de enterramiento), social (resistencia a abandonar los panteones privados) o de mentalidad (se creía que cuanto más cerca se estuviera de un altar antes se alcanzaba el paraíso), esta ley no llegó a cumplirse hasta finales del siglo XIX y en ciertos casos, como el de Oseja, jamás se obedeció en su totalidad. No obstante, los habitantes del lugar comenzaron a enterrarse fuera de la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora en el año 1855.

Esto fue así porque cuando el obispo de Oviedo, don Ignacio Díaz-Caneja y Sosa, decidió sustituir la vieja fábrica de la que fuera Santa María de Oseja por la iglesia que hoy se contempla a mediados del siglo XIX, incluyó en el proyecto la construcción de un nuevo cementerio que habría de situarse fuera del templo aunque siguiera estando dentro de la población. Y así ha permanecido desde entonces.

Lo cierto es que aquella milenaria costumbre de enterrarse en el interior de las iglesias si no dañina, era desde luego muy molesta; y el primer agradecido por trasladar el cementerio debió ser el propio cura de la parroquia porque, a diferencia de las jerarquías eclesiásticas, los clérigos que trabajaban -permítaseme la expresión- a pie de campo eran los que más sufrían las incómodas consecuencias de esta repugnante tradición.

A diferencia de las capillas privadas “de bóveda”, es decir, con un subterráneo abovedado o cripta, la mayoría de las iglesias rurales del Antiguo Régimen poseían un suelo de tierra o cubierto con inestables tablones que era removidos una y otra vez para enterrar y desenterrar cadáveres y despojos. Ni las tumbas eran lugares herméticamente cerrados, ni tampoco eran sepulturas perpetuas, ya que periódicamente se abrían y reabrían para sacar los restos y reutilizar las fosas, ni los templos eran espacios bien ventilados, ni se guardaba en ellos la mínima higiene que hoy exige nuestro conocimiento de los microorganismos patógenos, ni se evitaba el hacinamiento de los fieles, ni éstos acostumbraban a asearse, ni... Supongo que ya se ha captado la idea.

Esta situación provocaba hedores insoportables que se agravaban en momentos de epidemias y grandes mortandades, lo que sucedía con demasiada frecuencia en aquellos tiempos. Aparte de todo esto, era costumbre celebrar responsos cantados o rezados sobre las sepulturas el día del entierro, en el cabo de año, durante los días festivos o en cualquier fecha que hubiera dejado encargada el difunto en su testamento. Durante estos rituales se quemaba gran cantidad de cera, lo que unido a la humedad y a la escasa ventilación del lugar debía hacer tremendamente penosa al sentido del olfato la permanencia en tales espacios.

A la institución eclesiástica le costará mucho trabajo desterrar de la tradición popular la costumbre de encender cirios sobre las sepulturas que, además, iba acompañada en muchos casos de prácticas no precismente ortodoxas. “Iten mando se diga sobre mi sepoltura responso cantado los domingos y fiestas y que me ofrezca María Díez, mi hixa, lo que fuere de su gusto y pudiere” (1643); “mando sobre mi sepultura los domingos y fiestas de quatro años un responsso canttado” (1711); “más se le passan diez y seis reales de dos libras de cera que se gastaron en alunbrar los días festibos sobre las sepulturas” (1714); “itten quarenta y ocho reales de tres libras de cera para alumbrar la sepultura del difunto” (1796); “ciento y veinte reales de quince libras de cera que se gastaron sobre su sepultura” (h.1790); etc.

Hasta 1855 que se finaliza el nuevo cementerio debió estar vigente lo que ya Alfonso X estableciera en Las Partidas: la prohibición de edificar alredededor de las iglesias por respeto a los enterramientos que allí se hacían. De manera que así debemos imaginar el espacio que rodeaba a la primitiva Santa María de Oseja en el barrio de Caldevilla.

Digamos para finalizar que existe un lugar conocido como Cementerio Viejo, a las afueras de la población, del que no sabemos si se utilizó como campo santo mientras se reconstruía la iglesia en el siglo XIX o si se trata de un cementerio mucho más antiguo y, si así fuera, mucho más interesante también.

lunes, 18 de enero de 2010

LOS CEMENTERIOS DE OSEJA Y LAS PREFERENCIAS FUNERARIAS DE SUS FELIGRESES (1).

Pese al mucho interés que pongan los vivos en distinguirse, la muerte siempre iguala. Finis gloria mundi (1672), Juan Valdés Leal.
Sevilla, iglesia del Hospital de la Caridad.

El cementerio actual de la localidad se construyó al mismo tiempo que la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, concluyéndose el conjunto en el año 1855, porque con anterioridad los feligreses de Santa María de Oseja se hacían enterrar en el interior de la iglesia vieja o en sus alrededores inmediatos.

Cuando el templo fue sometido a la última limpieza y restauración se encontraron huesos bajo el suelo. Fue una pena que no se hubiera aprovechado la ocasión para practicar una excavación, aunque hubiera sido de urgencia. Una oportunidad desperdiciada para indagar sobre los cimientos de la antigua Santa María de Oseja que subyace -según se dice- bajo la iglesia actual.

En los testamentos de los vecinos de Oseja queda clara esta práctica extendida y característica de la época en todo el reino. El lugar de la sepultura dependía del nivel económico del difunto. Cuanto más cerca del altar mayor estuviese el lugar de reposo eterno más elevados eran los derechos que había que pagar a la parroquia. Por esta causa, los que se hacían enterrar en la Capilla Mayor acostumbraban a encontrarse entre los socialmente más destacados de la comunidad.

En la Oseja de los siglos XVII y XVIII encontramos tres niveles de desigualdad social ante la muerte.

1º) La nobleza local se entierra en la cripta de la capilla privada de Santo Domingo que se construyó entre 1621 y antes de 1652 precisamente como panteón familiar. Esta nobleza, sin título, está representada por los Piñán de Cueto Luengo, ya que no todos los Piñán que viven en Oseja pertenecen a este linaje: “que mi cuerpo sea sepultado en la Capilla de Santo Domingo que mis progenitores me han dejado en la yglesia parrochial de Santta María deste lugar de Osexa, al par donde están enterrados dichos mis padres” (1723). Sobre la Capilla de Santo Domingo ver el artículo iniciado el 6 de octubre de 2008.

En el panteón se estuvieron enterrando todos los miembros de esta familia hasta que el obispo Ignacio Díaz-Caneja empieza construir la nueva iglesia en el siglo XIX. Al quedar la antigua capilla dentro de la estructura del nuevo templo destinada además a otros fines, a los Piñanes se les compensa asignándoles sepulturas perpetuas en el nuevo cementerio; tumbas que todavía poseen.

El proceder de los Piñán al hacer construir una capilla privada para panteón familiar es una de las diversas estrategias de ostentación y poder de la nobleza rural de aquellos tiempos. Un caso muy similar y cercano -en el espacio y en el tiempo- lo encontramos en los Gómez de Caso buroneses, a quienes pertenecía la Capilla de San Lorenzo que estaba situada al lado del Evangelio de la iglesia parroquial de Burón (1), exactamente igual que la de los Piñán en Oseja y que como ésta, poseía también una cripta para los enterramientos. En este caso, la función de ostentación queda claramente de manifiesto al haber elegido los muros de la capilla, tanto o más que los del propio palacio, para mostrar la nobleza reconocida que lucían sus escudos de armas.

2º) Están después los que se hacen enterrar en la Capilla Mayor, lugar principal dentro del templo por hallarse aquí el altar mayor. Según la información que proporcionan los testamentos, los que pueden afrontar el coste de una sepultura en la capilla mayor son personas que destacan económicamente del resto de sus congéneres, aunque no sean grandes propietarios. Suelen ser individuos que disfrutan de algún beneficio o distinción como patronos de alguna fundación piadosa, o que tienen suficientes medios y propiedades como para vincular algunas de sus rentas al establecimiento de misas de aniversario, o instituciones similares, por un periodo amplio de tiempo.

Es lo que sucede, por ejemplo, con María González, fundadora de una obra pía, quien ordena que su cuerpo "sea sepultado en la Capilla Mayor de la iglesia parroquial de Santa María de Oseja, donde soy parroquiana" (1665). María de Gonzalo, viuda de Pedro de La Mata, que establece dos fundaciones de aniversarios durante 40 años, ordena que su cuerpo se entierre “en la Capilla de dicha iglesia a donde mexor lugar huviere” (1678). O Toribio González, patrono de otra obra pía, quien deja dicho que se le sepulte “en la yglessia parrochial de Santa María deste lugar en la Capilla Mayor della” (1711).

3º) En el tercer nivel de esta jerarquía se encuentra la mayor parte de los vecinos, que dejan su lugar de sepultura al arbitrio del párroco o de los albaceas: “en la sepultura que paresçiere a mis testamentarios” (1625); “en la parte donde mejor lugar hubiere y pareciere a mis testamentarios” (1653); “en la parte que eligiere el señor cura y mis testamentarios” (1680); “en la sepultura que el señor cura y mis testamentarios señalaren” (h.1714); “en la sepultura más decente y desocupada que pareciere al señor cura y mis testamentarios” (1716, 1718, 1805, 1813). Sólo en un caso del siglo XIX se manifiesta una preferencia individualizada, aunque sin demasiadas exigencias: “en la sepultura más cómoda y decente que pareciere a mi párroco y mis testamentarios, y si pudiera ser en la sepultura de primera muger, María Fernández, de por vajo del arco de Nuestra Señora” (1828). Este recuerdo del lugar de enterramiento de los seres queridos está relacionado con una costumbre funeraria que veremos en el siguiente post.
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NOTAS
José Mª Canal Sánchez-Pagín, El Concejo de Burón, su gloriosa historia, León 1981, p.143.

jueves, 7 de enero de 2010

LA IGLESIA DE OSEJA CON ANTERIORIDAD A 1855 (1): la inscripción de la ventana norte (1730-1736)

FOTO 1.- Inscripción que se encuentra en la ventana alta del costado norte de la iglesia de Oseja de Sajambre. Pinchar para ampliar la foto.

Inicio la descripción de lo que hasta el momento conozco de los edificios más importantes del barrio de Caldevilla y de su significado histórico, comenzando por la iglesia. Trataré de seguir un orden cronológico en la medida de lo posible, por lo que empezaré hablando de la iglesia antigua para terminar con el estudio del edificio que actualmente se contempla en Oseja de Sajambre.

La advocación de la iglesia antigua de Oseja fue la de Santa María, patronazgo que también poseía la filial del pueblo de Soto. El nombre actual de la Asunción de Nuestra Señora no lo recibe hasta el siglo XIX.

Y hasta 1855 conservó su fábrica antigua, posiblemente medieval, que hubo de ser prerrománica en su origen, quizás reconstruida en la etapa románico-gótica y con posibles añadidos barrocos. Adosada a ella, por el lado del Evangelio, se encontraba la capilla privada de Santo Domingo construida después de 1621 y antes de 1652 (ver el artículo “La capilla de Santo Domingo de la iglesia de Santa María de Oseja” iniciado el 6 de octubre de 2008). Esta capilla quedó incluida dentro de los muros de la iglesia actual, edificada sobre la antigua con las fortunas de los hermanos Joaquín e Ignacio Díaz-Caneja y Sosa. Como se lee en la inscripción fundacional, fue consagrada en el año 1855, muerto ya don Joaquín y un año antes de fallecer don Ignacio, a la sazón obispo de Oviedo.

Es muy posible que en algunos archivos eclesiásticos se guarde información inédita sobre cómo era la iglesia antigua de Oseja. Cuando pueda desplazarme, haré un rastreo a fondo. Mientras tanto y que yo sepa, lo único que se conserva de la vieja Santa María de Oseja es una inscripción que apareció tras la limpieza y restauración del templo actual que se llevó a cabo hace unos años. Esta es la primera vez que se publica algo relacionado con esta inscripción. 

El epígrafe se encuentra en la ventana rectangular más alta que mira a La Cortina, en el lateral norte. El campo epigráfico cubre el dintel monolítico del hueco y está dividido en cuatro renglones partidos en dos mitades iguales por una cruz. No puedo proporcionar las medidas ya que, dada su altura, fue difícil la aproximación a la piedra cuando se tomó la fotografía. El texto está escrito en lengua castellana con mayúsculas capitales. Carece de abreviaturas y sólo hay un nexo (A+R en Argüelles). El contenido se lee sin dificultad: 

SE HIZO SIENDO CVRA / DE ESTA IGLESIA DON GA[R]/ BIEL DE ARGVELLES A SU COSTA / Y A LA DE LOS BEZINOS. AÑO DE [1]73(...). 

Se hizo siendo cura de esta iglesia don Gabriel de Argüelles, a su costa y a la de los vecinos. Año de 173(...). 

Un desconchón de la piedra impide ver con claridad la fecha inscrita. Pero estamos de suerte porque en los documentos del Archivo Histórico Diocesano de León se conserva noticia de este cura y el padre Martino la publicó en su Montaña de Valdeburón (n.192).

La fecha ha de ser forzosamente anterior al año 1737, porque para entonces don Gabriel ya había muerto, siendo sustituído por don Joaquín de Sosa y Tovar, tío de Joaquín e Ignacio Díaz-Caneja. Su datación está comprendida, por tanto, entre los años 1730 y 1736, inclusive.