viernes, 28 de febrero de 2014

LA ADMINISTRACIÓN Y EL PODER (5): final



En la sociedad del Antiguo Régimen la preocupación primordial era el ascenso social. Esto se lograba mediante una serie de estrategias que podemos resumir en las siguientes: 1º) la acumulación de rentas y dinero; 2º) la obtención de honores y prestigio social; y 3º) la entrada en la esfera del gobierno desempeñando oficios públicos. Es decir, la promoción social se lograba gracias a la riqueza, a la honra y a la influencia política.

La mayoría de la población sajambriega perteneció a la nobleza en su escalafón más bajo: el de los hidalgos. Estos hidalgos fueron pobres y trabajaron la tierra con sus manos a causa de dicha pobreza. Su máxima aspiración fue ascender en la escala social a través de las siguientes fases: 1º) convertirse en rentistas, 2º) llegar a ser señores de vasallos y 3º) poder comprar un título al rey. Ningún miembro de las oligarquías rurales de la comarca llegó a la tercera fase. Los Gómez de Caso intentaron alcanzar la segunda sin éxito, gracias a la fuerte resistencia popular. Y sólo algunas familias consiguieron vivir de rentas sin tener que ganarse la vida con sus propias manos. Otros, en cambio, mejoraron algo su posición, pero siguieron siendo hidalgos empobrecidos que se vieron obligados a seguir trabajando la tierra, la madera y practicando la carretería para sobrevivir.  

En la primera etapa de este blog ya analizamos cómo algunos sajambriegos intentaron ascender en la escala social desempeñando actividades que reportaban riqueza, honra y prestigio, como fueron los oficios inquisitoriales y la carrera eclesiástica. Otra vía es la que hemos analizado en esta ocasión: la de los oficios públicos y, entre ellos, el de escribano.

Según vimos, lo que con el tiempo serán las familias más influyentes de Sajambre (los herederos del Arcediano, los Díaz-Caneja y los Piñán) se preocuparon, primero, por conseguir escribanías públicas y, segundo, por perpetuarlas en la familia. Ya vamos entendiendo el porqué, pero expliquémoslo con algo más de detalle.

1º. En un medio rural y pobre, como fue Sajambre, el escribano era beneficiario de unos ingresos que no dependían de la agricultura ni de la ganadería, ya que los sajambriegos tenían que satisfacer las tasas y derechos establecidos por ley por cada documento de compraventa, testamento, obligación, censo, etc, que se escriturara. Si no poseían dinero para pagar en metálico, lo terminaban haciendo de otras maneras: con prestación de servicios o entregando tierras, prados u otras propiedades para saldar la deuda.  

Como el notario público podía ser (y en Sajambre lo fue) escribano judicial, también cobraba por los documentos y diligencias derivadas de las denuncias y pleitos en primera instancia. Además, según la documentación conservada, el escribano se repartía con el juez un porcentaje de las multas impuestas a los habitantes del valle por infracciones de diversa índole. Y cuando actuaba como escribano de ayuntamiento cobraba del regimiento por su actividad. De forma que hasta 1862 los escribanos públicos de Sajambre ingresaban beneficios económicos por tres conceptos, aumentando con ello su patrimonio.  No puede ser casualidad que, tras pocos años de ejercicio, veamos a los notarios públicos empezar a comprar propiedades por todo el concejo. 

2º. El escribano público era un intermediario entre la población y la Administración (local, de la Merindad, los tribunales del rey, los tribunales eclesiásticos, etc). Si ahora muchas personas se asustan o se sienten desbordadas cada vez que tienen que tramitar papeles o reclamar a cualquier instancia del gobierno provincial, autonómico o nacional, imagínense lo que eso debía suponer para quienes eran gentes sencillas, la mayoría analfabetos. Dependían totalmente del escribano, de quien estaban obligados a fiarse. Por tanto, poseía autoridad y se le tenía respeto.  

3º. Por su dedicación, conocía la vida de todo el valle. Al poner por escrito los negocios entre particulares, el notario sabía quién compraba, quién vendía, quién iba a necesitar vender para poder pagar una deuda, o ejecutar las mandas de un testamento, o satisfacer un crédito; quién tenía sus bienes hipotecados; quién acababa de recibir una herencia y en qué condiciones; quién se estaba arruinando por pleitear; quién iba a perder un juicio o a ganarlo; quién era amigo, paniaguado o enemigo de otro; qué impuestos pagaba cada uno y un largo etcétera. Es decir, conocía las vulnerabilidades de la población. Además participaba en el gobierno local, fuera concejo abierto o ayuntamiento, conocía de primera mano (porque los ponía por escrito y los costudiaba) los padrones, las ordenanzas y los restantes documentos municipales; trabajaba en los tribunales locales; y estaba al tanto de las leyes que llegaban del exterior (Merindad, rey, Iglesia). Si se terciaba el caso, todo eso podía ser utilizado en su propio beneficio o en el de su familia.

4º. El desempeño del oficio de escribano, con sus ventajas económicas y las redes de influencia política derivadas, permitió a algunos (Díaz-Caneja) su entrada en la oligarquía local y a otros (Piñán), la consolidación de su estatus, el aumento de su caudal y la ampliación de su poder. Permitió también a unos (Díaz-Caneja) la obtención de cargos públicos de mayor trascendencia (Merino Mayor); el desarrollo de ventajosas políticas matrimoniales que aumentaron prestigios y patrimonios (Díaz-Caneja y Piñán); o sirvió de ayuda para la fundación de mayorazgos (Piñán).

Una vez reconocidas tales familias como poderosas, notables, influyentes, “de lo más principal de esta tierra”, como dicen los documentos, les será más fácil poner en práctica las restantes estrategias de perpetuación hegemónica. Con la patrimonialización de los oficios, llegarán a existir auténticas sagas familiares de escribanos públicos. Sólo los Díaz-Caneja lo fueron durante siglo y medio, y los Piñán durante un siglo para reaparecer más adelante con otros oficios públicos de semejante relevancia. Y, de una manera o de otra, con oficios públicos o sin ellos, mediante provechosos matrimonios pactados, actividades financieras, oportunidad para salir al exterior, para estudiar... seguirán manteniendo aquello de ser  de lo más principal de esta tierra” hasta la Edad Contemporánea.

En consecuencia, a pesar de ser Sajambre un concejo pequeño y con escasa población, hay que hablar de la existencia de oligarquías en los siglos XVII y XVIII, unas oligarquías que se formaron (Díaz-Caneja) o se consolidaron (Piñán) gracias al desempeño del oficio de escribano público.

Son oligarquías porque se trata de unas pocas familias destacadas (dos, como mucho tres) que se limitan, además, a las líneas principales de descendencia porque, en aquella época, los segundones no recibían más que su legítima (muy disminuida si existían mayorazgos) y los descendientes de hijos segundos, terceros o cuartos legítimos, los ilegítimos reconocidos y las hijas que no “casaran bien” pasaban a formar parte del grueso de la población que no era ni rica, ni influyente.  

Esa población era la mayor parte del valle: los Acevedo, Alonso, Amigo, Andrés, Bermejo, Blanco, Cabrero, Caldevilla, Calvo, Caneja, Collado, Cuadriello, Díaz, Díez, Fernández, Gargallo, Gómez, González, Granda, Gutiérrez, Martino, Mata, Mayón, Mendoza, Muñiz, Palacio, Posada, Puente, Redondo, Ribero, Rodríguez, Sánchez, Simón, Suero, Varales, Vega o Viya. Y como se ha dicho Piñanes y Díaz-Canejas segundones.

De todas formas, hace falta advertir una cosa.

No hay que olvidar ni en este, ni en otros casos, que Sajambre siempre fue tierra pobre y que, incluso, los que destacan en el valle no lo harán fuera de la comarca. Al comparar los patrimonios locales (a través de determinados indicadores de riqueza) con otros similares de ambientes rurales de la Meseta o de Asturias, los sajambriegos no alcanzan y ni siquiera se aproximan a los niveles de sus iguales en otros lugares del reino. Lo que era “rico” en Sajambre, era “pobre” en Ribadesella o en Prioro y no digamos más al sur.  

La mayoría de los sajambriegos eran hidalgos, sí, pero más pobres que muchos pecheros del reino. En esto se asemejaban a los campesinos asturianos.

2 comentarios:

lourdes vega dijo...

Tengo que decir que sé más sobre Sajambre gracias a lo bien explicado que nos lo das todo y sobre todo que es Historia Pura...Gracias siempre, Elena

Elena E. Rodríguez Díaz dijo...

De nada, Lourdes, aquí seguimos.

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