viernes, 19 de febrero de 2010

LA IGLESIA DE LA ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE OSEJA DE SAJAMBRE (6-1): el interior.

Es obvio que la arquitectura tiene una finalidad funcional, pero también posee a menudo un significado simbólico. En el pasado, al igual que en la actualidad, la arquitectura como representación ha estado al servicio de las clases dominantes. Por lo que a nosotros nos interesa en esta ocasión, pocas cosas puede haber con mayor carga simbólica que un templo. Hemos empezado a ver cómo las formas externas son capaces de hablarnos a través de su abstracto lenguaje arquitectónico y vamos a seguir comprobándolo ahora, con mayor intensidad, al analizar la articulación del interior de la iglesia.

Siguiendo las indicaciones de los creadores del edificio (y haciendo caso omiso a la costumbre actual) vamos a entrar en la iglesia por su puerta principal, lo que nos sitúa directamente en la pronave, justo debajo del coro. En su trazado longitudinal, desde los pies hasta la cabecera, observamos la existencia de cuatro espacios: la pronave, la nave, el crucero y la capilla mayor. De entrada, cada uno de estos cuatro tramos está claramente singularizado por sus respectivas coberturas: cuatro tipos distintos de techumbres para cuatro lugares del templo con un significado diferente.

El coro, situado a los pies de la iglesia, se cubre con bóveda de lunetos. La nave se techa con bóveda de arista. El crucero se cubre con cúpula. Y en la capilla mayor se utiliza una bóveda de crucería neogótica.

Cuando atravesemos el arco carpantiel y avancemos a lo largo de la nave, comprobaremos cómo la capilla de Santo Domingo se equipara al altar mayor al emplearse en ella la bóveda nervada, mientras que las capillas del transepto se distinguen de la nave principal al estar techadas con bóvedas de lunetos. Por su parte, la sacristía, el trastero y el baptisterio forman pequeños recintos subsidiarios y marginales.

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