sábado, 30 de enero de 2021

ENTRE SOTANAS ANDA EL JUEGO: estrategias de enriquecimiento y poder en los concejos de Sajambre y de Valdeón en los siglos XVII y XVIII. El intento de asesinato de un cura de Valdeón.

 

Las características socioeconómicas de los concejos leoneses de Sajambre y de Valdeón fueron muy similares en el pasado. Por eso, los mecanismos y las estrategias de enriquecimiento y poder son las mismas en uno y en otro municipio. Dada la pobreza de la zona, no se podía aspirar a mucho, pero sí existieron dos oficios ambicionados que siempre terminaban por reportar beneficios a las familias y, a menudo, a los linajes. Las ocupaciones eran la de cura y la de escribano público. 

No fue casualidad que estos quehaceres influyeran en el ascenso de varias familias de la región. Así sucedió con los Gómez de Caso en Burón, donde hubo curas y escribanos. Los Piñán de Cueto Luengo en Sajambre, con curas y escribanos. Los Díaz de Oseja asimismo en Sajambre, con escribano y curas. Los Díaz-Caneja sajambriegos, con escribanos y curas. Los Pesquera Pérez de Prado en Valdeón, con curas y escribanos. O los Ferrado de Vega en Amieva, con otros escribanos y más curas. Además, todos solían llevarse bastante bien entre sí, llegando a emparentar en varios casos, lo que resultaba muy útil para ampliar las redes de influencia y clientela.  

Los dos oficios (escribano y cura) tenían claras ventajas económicas con respecto al grueso de sus convecinos, quienes dependían de la fertilidad de la tierra, de la poco sustanciosa ganadería local y de la limitada actividad comercial. Además, tales ocupaciones proporcionaban poder debido a la respectiva autoridad del escribano y del cura.

Las ganancias de los antiguos notarios públicos no fueron desdeñables y el control sobre la población lo adquirían gracias a la información de primera mano que los vecinos plasmaban en las escrituras públicas que se formalizaban ante ellos: testamentos, deudas, obligaciones, préstamos hipotecarios, contratos diversos, cargas judiciales…  No olvidemos tampoco que en estos municipios pequeños, los escribanos públicos se encargaban también de escriturar la documentación municipal (función que con el tiempo desempeñaron los fieles de fechos y los secretarios de ayuntamiento) y la judicial, por lo que monopolizaban la información de los vecinos a título particular, la del ayuntamiento y la de todos los pleitos y conflictos judiciales.  

Por su parte, los curas recibían rentas por sus trabajos y por la práctica sacramental de sus parroquias, quedándose además con un porcentaje de los diezmos, lo que originó una acumulación de excedentes que solían dedicar a la reventa, pese a sentir sus beneficios disminuidos en las épocas de malas cosechas. Estas ganancias se unían a su total exención del pago de impuestos, al contrario que los laicos, pues ni siquiera los hidalgos quedaban exentos de los tributos eclesiásticos. El conjunto se incrementaba con los intereses derivados del dinero que prestaban, normalmente mediante la “venta” de censos, una expresión eufemística que servía para enmascarar la actividad financiera del clero, porque en la Edad Moderna “el clero se convirtió en uno de los principales prestamistas del mundo rural” (1).   También fueron varios los que, al final de sus vidas, fundaron “obras pías”,  una antigua institución que servía para evadir impuestos y beneficiar a la parentela en mayor o en menor medida, según fuera la envergadura de las respectivas haciendas y fundaciones. En palabras de un documento sajambriego de 1818 “para que con su aumento se remediasen los descendientes y parientes más pobres”.  Entre 1650 y 1850 hubo en Sajambre obras pías documentadas, de fundación laica y eclesiástica, entre los Díaz de Oseja (Oseja), los González (Oseja), los Viya (Soto), los Simón (Ribota), los Granda (Ribota), los Muñiz (Oseja), los Mayón (Pio), los Redondo Collado (Vierdes), los Acevedo (Oseja) o los Díaz de la Caneja (Oseja).  Algunos curas locales desempeñaron otras tareas, también con provecho económico, como capellanes, notarios apostólicos u oficios inquisitoriales (recuérdese el caso de nuestro Domingo Piñán), etc.  

Las haciendas del clero rural se resentían en las crisis de subsistencia por el impago de los diezmos o por su disminución. Pero, al menos en el caso del concejo de Sajambre y, por lo que sé, también en el de Valdeón, el balance siempre fue positivo para los párrocos. De aquellos de los que conservamos testamento, se observa una acumulación de prados y tierras, ganados, rentas diversas y riqueza patrimonial que sobrepasa, con mucho, la de sus feligreses y que en más de un caso se equipara a la de los Piñán de Cueto Luengo.  Muy pobre no debió ser el curato de Oseja y Soto cuando Pedro Díaz, el que con el tiempo se convirtió en arcediano, pleiteara durante 13 años por su propiedad.

A esta desahogada situación económica de los curas de Sajambre y Valdeón, se sumaba su relevante posición social, por pertenecer al principal estamento privilegiado de la sociedad del Antiguo Régimen, y una alta dosis de poder derivada de su peso social, de su prestigio moral y de la autoridad que poseían, nada más y nada menos, que sobre las almas de sus feligreses y, con ellas, sobre su salvación o condenación eternas.  ¡Qué mayor poder iba a existir, para aquellas gentes tan crédulas, que tener la última palabra sobre la condenación eterna (o no) de un individuo!    

Estas realidades de poder se mantuvieron durante tanto tiempo en el mundo rural que no es de extrañar que, hasta bien avanzado el siglo XX, la cúspide de la élite local estuviera formada por el alcalde, el secretario de ayuntamiento (que sustituye al escribano) y el cura.   

Como ya hemos hablado de los escribanos en otras ocasiones, vamos a tratar ahora sobre los curas y vamos a hacerlo a través de los Pérez de Prado, de Valdeón, uno de cuyos miembros fue contemporáneo del arcediano (Pedro Díaz), del comisario (Domingo Piñán) y víctima de una conspiración que tuvo como finalidad su asesinato.       

Los Pérez de Prado procedían de Puertas, en el concejo asturiano de Cabrales, y se instalaron en Valdeón cuando García Pérez de Prado obtuvo el curato de Soto antes de 1632. Este García Pérez de Prado permaneció en dicha localidad hasta los años centrales del siglo. En la documentación sajambriega, el 4 de junio de 1657 todavía aparece como cura párroco de San Pedro de Soto y, en la de Valdeón, sigue figurando como tal en 1658. Debió morir antes del 16 de noviembre de 1665, fecha en la que ya se registra como párroco de Soto su pariente Agustín Pérez de Prado.  Estuvo a punto de morir en 1632, cuando un grupo de vecinos de Valdeón conspiraron para asesinarlo.      

Lo cierto es que los actos de violencia contra la Iglesia y los clérigos no fueron infrecuentes en esta zona. En 1494 dos sajambriegos, llamados Pedro del Campo y Gonzalo Díaz, se atrincheraron en la iglesia de Oseja contra los clérigos locales. En 1535 el arcipreste de Burón fue asesinado. En 1632 existió una conspiración para matar al cura de Soto de Valdeón y, a finales del siglo, dos sajambriegos intentaron asesinar al prior de Pedrosa. A esto se unen las denuncias contra los abusos cometidos por los curas locales a causa de cobrar derechos abusivos a sus feligreses. Es lo que hicieron los vecinos de Valdeburón contra un clérigo local en 1536 y los vecinos de Oseja y Soto en 1671 contra el cura Juan Manuel de Posada Arnero, que fue condenado por dicho motivo.   

En el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid se conserva la documentación del pleito interpuesto por García Pérez de Prado, cura propio de Soto de Valdeón, tras el intento de asesinato del que había sido víctima durante la romería de la Virgen de Corona en el año 1632. Los acusados por el cura fueron Pablo de Bulnes, Sancho Díez y Juan de Caldevilla, vecinos de Valdeón, Juan González de Prada, juez ordinario del mismo concejo, y Lorenzo Cueto, alcalde de la Santa Hermandad, es decir, de la policía de la época, el cual había convencido a Pablo de Bulnes y Juan de Caldevilla para ejecutar “el dicho delicto, provocándoles y asegurándoles que no serían castigados y que antes les ampararían y favorecerían”.  

Las causas de este intento de asesinato premeditado y planificado no quedan nada claras, más allá de mencionar la enemistad y odio que le tenían” al cura, en concreto Pablo de Bulnes, quien había servido en su casa y había sido despedido. No obstante, el despido de un simple criado no parece causa suficiente para una conspiración de esta envergadura, en la que parece que pudieron estar implicados un juez y el jefe de policía.     

La sucesión de los hechos fue la siguiente:

El día de la romería a la hermita  de Nuestra Señora de Corona, que está en un monte yermo, media legua poco más o menos de distancía del dicho lugar a donde mi parte avía dicho missa aquel día, por su devoción y por ser la dicha hermita fieligresía de la yglessia parrochial del dicho lugar de adonde el susudicho era cura (Soto de Valdeón), y después avía comido en conpanía de otros sacerdotes, y aviendo acavado de comer el susodicho, se avía puesto a dormir en el canpo y ribera muy cerca del río que por allí pasava. Y estando ansí durmiendo y desocupado, avían ydo los dichos Pablo de Bulnes y Juan de Caldebilla, aviéndose quedado distante algunos passos el dicho Juan de Caldebilla para ayudar al dicho Pablo de BulnesEl dicho Pablo de Bulnes avía cometido al dicho licenciado García Pérez de Prado y con un palo mui grande que llebaba con yntento de matar, le avía dado muchos palos en la caveça, que le avía echo quatro heridas muy grandes... y le avía sacado mucha sangre, aviéndose sin sentido. Y avía acometido a acavarle de matar aogándole en el dicho río y echarle en él y arrojarle a él, y le avía dado muchos golpes con pies y manos, y avían echado en el agua de dicho río, a donde sin falta expirara si quien acasso lo avían sentido no ubiera dado boçes y sacara de allí a su parte, a quien el dicho Pablo de Bulnes dejó por muerto, abiéndole asistido e faborecido dicho Juan de Caldebilla…” (2).

En otro pasaje del mismo documento se detalla el intento de asesinato y las heridas causadas: aprovechando que el cura se había echado la siesta, Pablo de Bulnes le asestó varios golpes en la cabeza con un palo dejándolo medio inconsciente. A continuación, para asegurarse de su muerte, lo arrastró hasta el río e intentó ahogarle. En esta situación siguió dándole golpes con piedras, manos y pies en la cara y en la espalda y, cuando el cura estaba a punto de morir, apareció una moza que empezó a gritar y acabó sacando a la víctima del agua para luego llevarla a su casa, donde permaneció en la cama, en peligro de muerte, durante algún tiempo.

Estando García de El Prado, clérigo, cura de la yglesia de San Pedro de Soto, descansando por la tarde cerca del río caudal que pasaba por çerca de la dicha hermita, Pablo de Bulnes, natural de el dicho concejo, con acuerdo y bajo pensado y alebosamente, avía ydo a donde estava el dicho cura que quería dormir y le avía dado con un palo en lo alto de la caveça, que le ronpió cuero y carne, de que avía quedado desatinado. Y biéndose ansí, le avían echado dentro de un poço… el dicho Pablo avía tomado mucha cantidad de piedras y con ellas le tirava y le dava en la caveça, y le avía echo muchas heridas en las espaldas y cara, de los quales dichos males e tratamientos estava a punto de muerte. Y le avría muerto si no (fuera) por una moça que avía llegado e dado boçes…  que a dicho cura que le avía sacado de la agua y llamó quienes tomasen la sangre y curasen las dichas heridas… en su casa donde estava en una cama muy malo, a peligro de muerte...” (3).    

Dice el documento que, una vez que el pueblo se enteró de lo sucedido y llevaron al cura a su casa, y el juez y el alcalde de la Santa Hermandad asistieron a la víctima disimulando su culpa. Se narra también la detención de Pablo de Bulnes, que se había escondido en una casa de Los Llanos. Lo apresaron y encerraron en la cárcel pública, pero el juez implicado y Sancho Díez facilitaron su fuga.  

La sentencia fue dictada en Valladolid, el 22 de septiembre de 1633, tras probarse la implicación de Pablo de Bulnes y Juan de Caldevilla, ordenando la inmediata incautación de bienes de ambos reos. Del primero se dice que se deja la sentencia al arbitrio de los alcaldes del crimen y al segundo se le condena al pago de 10.000 maravedís a entregar al cura en concepto de indemnización, a la satisfacción de las costas del pleito y a destierro de Valdeón durante 4 años, a más de 5 leguas del contorno de dicho concejo.   

La acusación a cinco vecinos, entre los que había autoridades concejiles, y la condena solo a dos de ellos, hace sospechar la existencia de posibles tensiones, seguramente de poder, entre el cura de Soto y las autoridades municipales. Como dijimos, este García Pérez de Prado se recuperó de sus heridas y continuó al frente de la parroquia de Soto de Valdeón, al menos, hasta 1658, asomándose a los documentos sajambriegos por su actividad prestamista. Por ejemplo, le debían dinero varios miembros de los primeros Díaz-Caneja, de Oseja.  

A García Pérez de Prado le sustituye en la parroquia de Soto un pariente suyo: Agustín Pérez de Prado que, según dice un documento de 1653, había nacido en el concejo asturiano de Cabrales y residía por entonces en la ciudad de León. Este Agustín también prestó dinero a vecinos de Sajambre, en concreto a algunos de Ribota en 1665, a otros de Oseja en 1671 y en 1670, el pueblo entero de Oseja se endeudó con él por 54’5 cargas de trigo y centeno para cubrir las necesidades de cereal panificable. En 1673 el encargado de cobrar en Sajambre lo que sus vecinos debían a Agustín Pérez de Prado fue Isidro Piñán, uno de los cinco hijos bastardos del cura Domingo Piñán, al que conocemos por haber sido el primer maestro elemental documentado en Sajambre (anterior a la fundación de la escuela del Arcediano) y por haber trabajado como aprendiz en la escribanía de los Piñán. Isidro Piñán acabaría tomando hábitos y convirtiéndose en notario apostólico, como su padre.

Agustín Pérez de Prado fundó en Soto de Valdeón una capilla que aparece en los documentos sajambriegos y valdeoneses con dos advocaciones. En 1672 se registra como la capilla del Rosario, en 1710 como la capilla del Carmen y en 1712, nuevamente como la capilla de Nuestra Señora del Rosario, al frente de la cual Agustín colocó a otro pariente llamado Fernando García Pérez de Prado.  Según un documento de 1672, esta capilla sirvió de modelo para la reconstrucción de la ermita de Corona que se hizo por esas fechas.  

Seguramente en su testamento, Agustín Pérez de Prado dejó fundada además una obra pía, quizás “de estudiantes”, que se menciona a veces en los documentos notariales de Sajambre. Así en 1710, Toribio Rodero e Inguanzo, vecino del lugar de Puertas, en el concejo de Cabrales, era el “patrono y lexítimo presentero de las memorias y obras pías que fundaron los licenciados don Garzía y don Agustín Pérez de Prado, de buena memoria, curas que fueron en la parroquial de Soto, concejo de Baldión” y acude a Sajambre para cobrar deudas de censos que dejaron a su muerte Pedro Amigo Mayón, el viejo y el joven. En 1712, los últimos descendientes del linaje del Arcediano en Soto de Sajambre traspasaron varios censos que tenían en contra de vecinos de Sajambre “a la obra pía que fundó el licenciado Don Agustín Pérez de Prado, cura que fue de la parroquial de San Pedro en Soto, en el concejo de Baldión”, en la persona de su patrono Miguel Pérez de Pesquera.  O en 1805, la “obra pía de estudiantes del concejo de Baldeón” todavía tenía censos contra vecinos de Oseja.

A finales del siglo XVII, los Pérez de Prado, de Soto, entroncaron con los Pesquera, también de Valdeón: ya mencionamos a Miguel Pérez de Pesquera en 1712; en 1753 y 1755 aparece en la documentación sajambriega Miguel Pesquera Pérez de Prado, escribano público del concejo de Valdeón, quien solicita permiso para ejercer en dicha escribanía pública del número en el año 1717, documento que se conserva en Sajambre; y en 1768, 1771 y 1772, el titular de dicha escribanía fue Sebastián de Pesquera y Pérez de Prado.

Como se ve, curas y escribanos en otro linaje que tuvo relevancia social en la región, aunque su historia tendrá que completarse con la documentación que se conserve de Valdeón y de Cabrales.    

NOTAS

(1)  Elena Catalá, “Mi familia tiene un cura. El clero patrimonial en la España del Antiguo Régimen”, Nuevo Mundo. Mundos nuevos, 2008, p.25.

(2)  Valladolid, Archivo de la Real Chancillería, Registro de Ejecutorias, caja 2585, doc. 75, de 1633.  

(3) Ibidem.

12 comentarios:

lourdes vega dijo...

Gracias Elena. Así era...y así sucedió. Todavía en mis tiempos nos tocó vivir algo parecido. Lo mejor y lo más grande para mí y para la Iglesia, fue el Concilio Vaticano II. Este, cambíó por completo a la Iglesia y ahí sigue vivo y actual siempre. Yo he disfrutado mucho con aquel cambio... más cuando me tocó vivirlo en Roma.

Elena E. Rodríguez Díaz dijo...

Claro, Lourdes, la Iglesia tiene su evolución, como cualquier otra institución humana: a veces con pasos hacia adelante (como el Concilio Vaticano II), otras veces con pasos hacia atrás.

Este linaje cabraliego que se establece en Valdeón es uno de los que prestan dinero en Sajambre, con deudas locales que se mantienen durante 100 años o más en algunos casos y con propiedades hipotecadas (tierras o prados) no amortizadas que terminan en su poder por esta causa. El primer escribano, Miguel, ocupa la escribanía que también había tenido su padre, Marcos Pesquera, y la investigación que se hace para comprobar que era hábil se conserva en un documento de 13 páginas que está en el Archivo de la Casa Piñán. Eran hidalgos notorios.

Gil dijo...

Excelente ...

lourdes vega dijo...

Gracias Elena por tus aclaraciones

Elena E. Rodríguez Díaz dijo...

Gracias a ambos, Lourdes y Gil, por vuestra lectura.

Félix Rojo dijo...

Muchas gracias Elena por dedicarte a estudiar la historia de Sajambre y Valdeón. Me apasiona todo lo que tiene que ver con la historia de Valdeón y su entorno, acabo de descubrir este blog, gracias a Conchi, y aunque no domino las nuevas tecnologías no lo voy a perder de vista. Vaya caso el del cura García Pérez de Prado ¿en que pueblo lo recogería la moza?.
Sobre el tema que tratas en tu artículo me atrevo a apuntar algunos casos:
.-En la primera década del sigo XX el párroco de Soto de Valdeón era D. Teodoro Domínguez Valdeón, creo que natural de Llánaves, parece ser que era muy querido por los parroquianos y cuando lo trasladaron hubo una revuelta impidiendo la normal toma de posesión del nuevo párroco a consecuencia de lo cual llegó haber detenidos en la cárcel de Riaño.
.-Otro caso de un cura de San Pedro de Soto, este de finales del sigo XIX fue D. Feliciano Acebedo, por cierto de Sajambre, que dejó un buen capital en fincas a la parroquia.
.- Y por último D. Patricio González de la Lastra y Prada que fue párroco de Acebedo, natural de Prada de Valdeón, nacido el año 1732. En este caso de entre los muchos bienes que tenía destaca para mí el primero que se relaciona en la manda que le hace a su sobrino en 1793 y que dice literal "El usufructo y renta de todos los bienes vinculados de que es actual poseedor comprendidos en la vinculación hecha por el Doctor D. Pedro Diaz de Oseja, Arcediano que fue de Villaviciosa y canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Oviedo sin ninguna reserva ni limitación que como inmediato sucesor le corresponden después de sus días."
Los curas sin duda tenían las de ganar hasta cuando un vecino de Los Llanos muy elocuente y chistoso les dijo con sorna a los curas de Valdeón que se encontraron con él "Vaya día que echaron cuando inventaron los infiernos" y contestó uno de ellos " mejor que ustedes cuando inventaron el arado".
Llevo tiempo haciendo un árbol genealógico, en principio de mi familia pero poco a poco de todo el valle para intentar demostrar que todo Valdeón es una sola familia y de entre las muchas conexiones están los Pesqueras de Soto que heredaron los bienes de La Capilla.

Elena E. Rodríguez Díaz dijo...

Hola, Félix. Bienvenido al blog, aunque -como ves- está preferentemente centrado en Sajambre, de vez en cuando hablo de Valdeón, puesto que hubo mucha relación entre las gentes de uno y otro concejo y, además, a mí también me interesa la historia de Valdeón desde que me inicié en la investigación con los documentos medievales que se conservan en Posada...in illo tempore ya. Muchas gracias por los datos que proporcionas.

Te comento que tanto en Sajambre, como en Valdeón, hubo un importante movimiento de población entre la Edad Media y la Edad Moderna, la gente no es la misma. De entrada, en la Edad Media parece que la mayoría eran pecheros, mientras que en la Edad Moderna la mayoría son hidalgos. Se pudieron ennoblecer por el camino, puede pensarse. Pero los apellidos cambian. Incluso muchos apellidos que fueron frecuentes en el Sajambre de los siglos XVI y XVII, no existían ya en el XIX, ni en el XX. En estos concejos hemos heredado muchos mitos, derivados de la ausencia de una investigación histórica bien fundamentada. Es cierto que tanto en Valdeón, como en Sajambre, deben existir algunos linajes (no familias) que pueden rastrearse hasta la Baja Edad Media (siglos XIV y XV, quizás XIII). Pero, hoy por hoy, yo no me atrevería a llevarlos más atrás. El inmovilismo tan reiterado del mundo rural, no es tal. Lo que hay es conservadurismo, algo general en todas las poblaciones campesinas, pero inmovilidad no hay ninguna. También hay endogamia, pero nunca al 100%, al menos no en los siglos XVI, XVII y XVIII en estas tierras. Parece que el mayor aislamiento de Valdeón llegó cuando empezaron a asfaltarse los caminos para vehículos a motor. El hecho de que no pasara ninguna carretera por Valdeón, los aisló muchísimo, mucho más que cuando no existían automóviles. En la Edad Moderna, en cada siglo hubo cambios, hubo movilidad de población, hubo linajes que se extinguieron por falta de descendencia, hubo gentes de otros concejos (cercanos o no) que se avecindaron en Sajambre y en Valdeón, etc. Una deformación frecuente entre los no especialistas es tender a juzgar y a ver el pasado a través de nuestra visión actual, pero los documentos nos demuestran una y otra vez que eso es un error. Hoy y en el siglo pasado también, un lugar está aislado si los coches no llegan hasta él. Pero eso no era así cuando todos se movían andando, en caballerías o en carros. La percepción era muy diferente a la nuestra. Ahora bien, si se puede demostrar que desde el último tercio del siglo XIX hasta la actualidad en Valdeón hubo una endogamia al 100%, o sea, que ninguno de sus naturales se casó con alguien de fuera, entonces tu hipótesis pudiera ser acertada..., aunque yo soy escéptica.

Los de Valdeón se casaban con los de Sajambre y viceversa desde antiguo. Entonces como ahora, quizás entonces más. Y existió una relación muy interesante entre los hidalgos de Sajambre, los de Valdeón, los de Ponga y los de Amieva que está por dilucidar. Sucede que los nobles de estos cuatro concejos tuvieron derechos señoriales en Amieva y en Ponga reconocidos por Felipe II; en cambio los asturianos no parece que tuvieran los mismos derechos en los concejos leoneses. Publiqué un artículo sobre eso en el año 2011 (el enlace está en la columna de la derecha de este blog). En él, edito los documentos que dicen explícitamente que los hidalgos de Sajambre (también los de Valdeón) descendían de linajes ponguetos. Esto fue una sorpresa que encontré al hilo de la búsqueda de nuevas fuentes y, de momento, es un punto de partida para algo que ha resultado novedoso y que habrá que estudiar a fondo. Este hecho documentado indica una relación de parentesco entre algunos linajes asentados en diferentes municipios del corazón de la Cordillera Cantábrica, que estaban y están separados administrativamente, pero que debieron tener una afinidad en el pasado que todavía no conocemos. Es decir, no sabemos por dónde nos puede ir llevando el hilo de la Historia.

Mis más cordiales saludos y, de nuevo, bienvenido al blog.

lourdes vega dijo...

Buena prueba de ello, es que mi abuela paterna de Prada, en Valdeón, se casó con mi abuelo de Oseja...1880 más o menos. ¡Vaya clases de Historia que nos preparas Elena...a poco que te preguntemos ya nos dejas superenterados...me alegro que Félix se haya unido a tu Blog

Elena E. Rodríguez Díaz dijo...

¡Ah, perdona, Félix! No respondí a tu pregunta sobre ¿en qué pueblo recogió la moza al cura Pérez de Prado cuando estaba herido? El documento lo describe y lo dice claramente: el pobre hombre estaba tendido, medio moribundo, en el río Cares, en Corona. La moza lo sacó del río y empezó a gritar, sin duda, pidiendo auxilio. Cuando lo atacaron estaba durmiendo, junto al Cares, el día de la romería de la Virgen de Corona. En el documento (extenso) se dice que acababa de almorzar con otros curas, como solían hacer el día de dicha fiesta, y se echó una siesta tranquilamente junto al río después de comer. Quizás este documento de 1632 sea el testimonio más antiguo de la romería de Corona, no lo sé con seguridad. También se dice que, en aquellos tiempos, la ermita de Corona pertenecía a la parroquia de Soto de Valdeón. En otros documentos posteriores que hay en Sajambre, se dice lo mismo.

Aparte de esto, sé que hay una tesis doctoral en curso sobre aspectos históricos de estas tierras, que incluye a Valdeón y a concejos asturianos, a Sajambre no. A ver si entre todos (y los jóvenes historiadores que se animen a efectuar TFM o tesis doctorales) vamos esclareciendo todo lo que nos falta por saber, que es mucho. En el Archivo Histórico Provincial de León están los protocolos notariales que se conservan de Valdeón: alguien podría hacer una tesis sobre cómo era la vida en aquellos tiempos en base a esta preciosa documentación. En el Archivo Histórico Diocesano de León se conservan documentos de visitas pastorales, que podrían servir para documentar los cambios de sus iglesias y ermitas, incluidos sus contenidos. En el Archivo General de Simancas hay registros económicos desde el siglo XVI y padrones de población de Valdeón. Y el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid está plagado de documentación inédita sobre las gentes de Valdeón, con un montón de pleitos de hidalguía, que pueden proporcionar una rica información genealógica. De hecho, en Valladolid se conservan muchos más documentos de Valdeón que de Sajambre. Están esperando que alguien los lea y los estudie.

Elena E. Rodríguez Díaz dijo...

En la documentación de la Edad Moderna se ve cómo lo que en la Edad Media fueron 3 concejos independientes (Valdeón, Santa Marina y Caín) se van unificando en uno solo. A menudo se registra que Santa Marina y Caín eran "el alfoz" de Valdeón, con preeminencia de este último. Estudiar este cambio jurídico sería muy interesante: veríamos la desaparición de las tierras señoriales que fueron Caín y Santa Marina, y su incorporación al realengo que fue Valdeón. ¿Cuándo sucedió exactamente? ¿Por qué? El cómo parece estar en esa transición que supone el alfoz. Esto también supuso anexionar Caín, que en la Edad Media estaba vinculado a Asturias.

Gracias, Lourdes. Sí, los casamientos entre concejos vecinos están presentes en todas las épocas. Por ejemplo, en el siglo XVII los González de Oseja necesitaban dispensa eclesiástica para casarse con los González de Valdeón (no recuerdo el pueblo), o sea, que estaban emparentados. ¿Quizás porque los González antiguos de Sajambre y de Valdeón eran el mismo linaje?

Albertina Gonzalo dijo...

Elena he llegado por casualidad a tu blog, buscando archivos parroquiales históricos de Valdeón, ya que mi padre era de Soto y estoy haciendo una investigación de mi genealogía. Tu blog me ha dejado con la boca abierta de toda la información que compartes. Estoy muy agradecida de haberte encontrado y conocer todos los estudios e investigaciones que has realizado . Es un tesoro, mi padre te habría buscado personalmente para platicar contigo seguramente, desde donde esté celebrará que ha llegado a tu blog . Muchas gracias!

Anónimo dijo...


Elena, cómo puedo comprar tus libros? intenté hacerlo en Academy pero solamente se descargó el índice de VALDEÓN: HISTORIA YCOLECCIÓN DIPLOMÁTICA. Me interesa mucho tenerlo. Gracias por tus comentarios, Saludos

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