Las características avalanchas de
la región de Picos de Europa suelen ser sinónimo de destrucción y desgracias,
pero a veces tienen un lado positivo. Esto fue lo que sucedió en Ribota en 1675.
Un documento fechado el 18 de
febrero de 1676 cuenta cómo en el año anterior de 1675 cayó un argayo en el
prado de Igüeyo, en Ribota, arrastrando gran cantidad de rocas y de árboles
arrancados que aterrizaron en la propiedad de Cosme Díaz, quien a su costa apartó
las rocas y dejó un montón de leña apilada al borde del prado para que se secase
antes de llevársela a su casa.
Pero he aquí que antes de poder
hacerlo, el pueblo entero se lanzó a benficiarse de la madera caída del cielo
(nunca mejor dicho), no pudiendo Cosme Díaz llevarse nada, pues sus convecinos
habían arramplado con todo lo que pudieron que, a su juicio, fueron más de cien
carros de leña.
En su denuncia, el beneficiario
del argayo pidió al juez que se le pagaran los daños causados por el arrastre
de la madera, se le devolviera la leña robada o su valor y se metiera en la
cárcel a todos los que resultaran culpados tras la investigación.
No consta que el proceso siguiera
adelante, ni yo estoy segura de que Cosme Díaz tuviera razón al considerar de
su propiedad unos árboles que habían sido transportados fortuitamente a su
prado por las fuerzas de la Naturaleza.
El
querellante cuenta así el agridulce suceso:
«El año pasado, con el rigor de las nieves,
traxo el argayo de Ballaína cantidad de leña a dicho prado de Ygüeyo que es del
querellante que, a su común estimación, eran más de cien carros, lo qual
aviendo venido por el fortunio del tienpo y rigor de las nieves a dicho su
prado esa leña, pudo traer cantidad de peñas, que en tal caso le era presisso
el echarlas de él a sus espensas. Y aunque este querellante juntó una partida
de dicha leña en un montón a un lado de dicho prado para que secase, para
traerla a su casa, se la traxeron juntamente con lo demás que estava en dicho prado,
salvo lo grueso que no pudieron sacar. Y además de averle traído la leña le
destruyeron el prado con las basnas y caminos que en él hiçieron, de que se le
a seguido considerable daño y perjuicio».
3 comentarios:
No deja de ser un caso gracioso, pobre hombre...
Sí, fíjate que el escribano utiliza el verbo "traer", no "robar", le "trajeron la leña", dice. Ellos mismos sabían que eso no era propiamente robar. Por otro lado, hay que ver los de Ribota, que esperaron a que Cosme Díaz preparara aquello medianamente para ir a quitárselo. Por ese motivo, por haberse aprovechado de su esfuerzo y haberle destrozado el prado con los arrastres, debió decidirse a denunciar el hecho, que ahora nos sirve a nosotros para documentar históricamente lo que debió ser un "generoso" argayo,
Madre mía y qué argayo...justo queda eso enfrente por frente de mi casa, El Ygüeyo, por allí tuvo un prado mi abuela que yo recuerdo...que heredó de Ribota...
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