Aunque la viuda de Santiago
Fernández afirma en su testamento de 1674 que la casa de La Vega del Soto había sido
construida durante su matrimonio, debemos entender que dicha intervención fue una ampliación o reedificación porque en el inventario de bienes del
padre de Santiago Fernández (y bisabuelo del hijo de Antonia de la Caneja),
llamado también Juan Fernández y fechado el 24 y 25 de octubre de 1662, se describe
la misma casa, hórreo, huertas y propiedades, resultando la casa
muy parecida a lo que se describe en los documentos de 1674 y 1693.
Se tardó dos días en hacer el
inventario post mortem que se extiende a lo largo de once páginas, lo que indica la buena
posición de la que disfrutaba este “Juan
Fernández de Ribota, el mayor en días”, muerto el 24 de octubre de 1662.
Efectúan el inventario su hijo, Santiago Fernández, su segunda esposa, Catalina
Díez, y sus vecinos de La Vega del Soto Alonso de Viya y Juan Calveto. La
primera mujer se llamó Ana Gómez.
Como suele ser habitual en este
tipo de documentos, se empieza inventariando las casas, hórreos y huertas, comenzando
por la vivienda que era de cuatro vigadas y media,
“tres nuevas, y vigada y media de la cocina
antigua, con dos portaladas, la una a la parte del río caudal del dicho lugar
de Rivota y la otra con una vodega en que vive Juan Fernández, el moço, su
hixo, a la delantera de dicha casa, que dicha casa y portaladas lindan con casa
de Alonso de Viya y con el río caudal y con la güerta cercada de parez seca,
con sus antoxanos y más derechos.
Yten media bodega con su medio portal,
altos y vaxos, en que vive Lupercio Fernández, hixo de dicho Juan Fernández,
que parte con casa de Alonso de Viya y Camino Real.
Yten un órrio delante de la dicha casa de
morada que es de traslla en que andava dicho Juan Fernández.
Yten media vigada de casa que es la mitad
de la casa en que vive Domingo Amigo, vecino de dicho lugar de Rivota, con su
antoxano y un pedaço de casar xunto a ella, que uno y otro linda con casa de
dicho Domingo Amigo y casar de Catalina Díez, muger de Pedro de Cabrero, vecino
de Osexa.
Yten dos pedaços de güertas en La Vega del
Soto, que lindan con la casa del dicho Domingo Amigo y con dicho casar.
Yten un órrio sitio ansimismo en la dicha
Vega del Soto, que la mitad de él lleva oi Juan Fernández, su hixo, y la otra
mitad la llevava dicho Juan Fernández y su muger.
Yten una güerta pegada contra la casa de
morada de donde vivía el dicho Juan Fernández, çercada de parez seca y en ella
mucha cantidad de árvoles frutales, que son los siguientes: veinte y quatro
pies de avellanos y seis cerexales, y una moral, y dos pindales de nogales
pequeños, dos perales, y más otros dos pies de avellanos antiguos, tres
pumares, uno fuera de dicha güerta, que la dicha güerta linda con el río caudal
y riega de Guyo (sic).
Yten un molino delante de la dicha güerta,
de un molar, que ansimismo llevava dicho Juan Fernández.
Yten un güerto de ortoliça entre el órrio y
molino, con dos, digo, tres pies de avellanos y un pumar y una moralar. Yten la
media güerta de arriva, que linda con casa de [...] y güerta de Lupercio
Fernández, con más frutales, que son los siguientes: veinte y quatro, >digo,
veinte y tres< pies de avellanos, dos moralares, quatro [ceru]xales, y diez pumares mançanos, un nogal, dos cer[o]les,
peral y media y dos texares, todo dentro de dicha güerta. Yten declararon aver
quedado del dicho Juan Fernández arcas mayores y menores de nogal, fresno y
castañar, todas sin llave, salvo una grande de castañar que está en el portal
de la casa”.
Entre los enseres domésticos,
aperos de labranza e instrumentos de trabajo aparece un carro con sus ruedas, “un yugo con su lloranbre y soveo”, una
carral vieja, un arado con su reja, cuatro azadas, un hacha, un taladro y una
hoz, “unas pocas de espigas de escanda en
el órrio”, 2’5 fanegas de legumbre, 1’5 fanegas de maíz, “tres çençerros sin vadaxos, yten un pellexo
y una bota de traer vino”, una docena y media de platos y escudillas, “media
docena de sábanos y sábanas, quatro de çerro y dos de estopa”, cuatro
mantas a medio traer, una restilla, un cazo, una sartén de hierro, un traje de
paño y un gabán de sayal.
Se enumeran después los bienes
muebles con seis enjambres de abejas, y dos pies de abejas en aparcería con
Alonso de Viya, un par de bueyes de yugo, uno de color amarillo y el otro
bermejo, dos novillos, uno blanco y otro bermejo, cuatro vacas, dos con un jato
y una jata y las otras dos preñadas, dos anojos, siete ovejas parideras, cinco
cabras, dos borras, un cordero y una cordera en aparcería con el Santuario de
la Virgen de La Velilla, ocho lechones machos y hembras, “un rozín con hatado para pan”, un poco de lana por hilar y otro
poco hilado, y media docena de madexas de estopa y cerro.
La enumeración de prados y tierras
situados en los términos de Ribota y de Oseja ocupan cinco páginas.
Hacer el inventario costó seis
reales y el escribano cobró además por el documento de curaduría de sus hijos menores
que sigue a la relación de bienes muebles y raíces. Así nos enteramos que el
difunto Juan Fernández tuvo cuatro hijos de su primera mujer, Ana Gómez, llamados
Santiago, Lupercio, Juan y Pedro, los tres primeros mayores de edad en 1662 y
Pedro, menor de 25 aunque mayor de 14, que quedó bajo la tutela de su hermano
Lupercio. De su segundo matrimonio con Catalina Díez nacieron otros dos hijos,
llamados Francisco y Cecilia Fernández, asimismo menores de 25 años y mayores
de 14, que quedaron encomendados a la tutela de su madre.
Según el testamento de este Juan Fernández de Ribota, que también se conserva, se hizo enterrar en el altar mayor de la iglesia de San Juan, al lado de la Epístola y fundó un aniversario por 50 años.
De los Fernández de Ribota se
conserva documentación en el Archivo de la Casa Piñán, en donde se guardan las fuentes aquí mencionados, y en otros archivos peninsulares desde el siglo XVI.
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