domingo, 28 de noviembre de 2010

BREVE TIPOLOGÍA DEL INSULTO UTILIZADO EN SAJAMBRE DURANTE EL SIGLO XVII (y 3).

Insultos dirigidos a la mujer (II).

Entre los insultos dirigidos a la mujer encontramos también los destinados a ridiculizar las peculiaridades físicas, como en aquel caso ya publicado en el que se atacó a una tullida de poca estatura tratándola de “pastruco y culo en tierra” (1668, Oseja).

Otro insulto frecuente era el que se refería a la deslealtad, pues a la mujer se le exigía fidelidad en mayor medida que al varón, al residir en la honestidad de la mujer toda la honra de una familia:

1699, Oseja: “...y començó con altas y desentonadas boçes a tratar mal de palabra a María Díaz, madre del querellante, tratándola de traydora...”.

Se utilizan también insultos que cuestionan la mencionada honra y que se entienden muy bien en una sociedad en la que el honor era un elemento fundamental de diferenciación social. Los insultos se consideraban doblemente graves si iban dirigidos a una “dueña”, es decir, a una mujer de hidalga condición. En aquella época no tenía el mismo peso ante la ley insultar a un villano que a un noble, ya que al villano o pechero se le suponía inclinado a las bajezas humanas por su condición inferior.

1676, Oseja: “...la dicha Ana González llegó a apañar unas mançanas al pie de un mançano en el Rivero” y que los acusados “trabaron ruido y pendençia con dicha Ana González... y la trataron de ladrona y de traidora... De que dixo se sentía agraviado por ser como es la dicha Ana González, su muger, dueña honesta y recoxida, de buena vida y costunbres, fama y opinión y honrado proçeder...”.

1664, Oseja: “...entraron en su casa y le maltrataron a Dominga Bermexa, su muger, y la arrastraron el rexidor y el juez, y Tomás Díaz estava a la puerta diçiendo que a aquella picarona la arrastrasen y le sacaron una niña en un tribreço de casa...”.

1659, Oseja: Marta Díaz, moza y natural de Oseja, “se atravesó de palabras con Inés Díez, mi muger, estando delante de casa de Juan Gutiérrez, con ánimo de afrentarla. Le dixo que era una testimoniera y que su alma estava en los infiernos, y que le avía usurpado de una quarta de paño que le avía dado a guardar la maior parte della para guarneçer los cuerpos de las hixas, y que era una bandolera, villana, mal naçida y otras palabras afrentosas..., siendo como es noble, de buena vida, fama y costunbres”.

Y para terminar, vamos a asistir a un suceso acaecido en Soto de Sajambre que sirve de verdadero compendio de insultos dirigidos a la mujer, pues en él están presentes la fealdad, la suciedad, la blasfemia, la deshonra, la bajeza, la inmundicia, el crimen y, por supuesto, la brujería.

1699, Soto: El altercado se produjo entre los vecinos de Soto, Pedro Piñán, de 54 años, y María de Coco, viuda de Pedro de Viya, quienes “habían tenido palabras feas injuriosas y de ellas resultó el asirse el uno del otro. Y de la questión que tubieron parezió ser herido Pedro Piñán en la cabeza, de que podrá resultar maior daño mediante dicha herida es mui grande y está en el zelebro de dicha cabeza, y el que la tiene está lixiado de humor gálico y encamado en su cama”.

¿Pero qué fue lo que se dijeron y qué fue lo que pasó para que Pedro Piñán acabara con la cabeza abierta?

Versión de los hechos de Pedro Piñán: “Dijo el confesante que mediante bibía en casa de la dicha María de Coco, le dixeran ziertos vecinos del lugar de Soto le quería echar de la dicha su casa al confesante, abiéndosela mandado asta el mes de agosto. Y que sin aberle dicho nada abía ydo buscar la susodicha al señor juez para echarlo de ella. Y abiendo hecho el reparo de la poca estimazión que hazía del confesante, pues abía sido juez hordinario en dicho Conzejo el año pasado y asimismo hombre de razón, se abía dado por sentido sobre que le dijo que daba mal de comer al marido y por essa causa se le abía muerto. Y esto fue después que la dicha María de Coco le quebró la cabeza con una piedra, tratándole de barrendero de calles y que andaba lanbiendo por el Conzejo. Así lo declaró por el juramento que tiene fecho”.

Versión de los hechos de María de Coco: “Respondió que el día que refiere la causa de ofiçio, al salir de la iglesia, dijera el Pedro Piñán, en presencia del bicario y de otros muchos zircunstantes, que era una bruja piojossa, hambrienta, y que mataba el marido de hambre, y que quando estaba en la iglesia nominaba a los santos, y que ponía allí a su hija que era como un piojo, con una cara que parezía un topo... Llegando a su casa se encontró con el dicho Pedro Piñán y la comenzó tratar nuebamente mal de palabras diziendo que era una bruja merdosa, cuchina, echizera. De que se dio por mui sentida. Y sin embargo de lo referido le dixo el susodicho que se cagaba en ella toda y que la abía de llebar al río. Y biendo tan malas razones le dijera: ‘Señor Pedro Piñán, ¿cómo me trata tan mal siendo así que soi muger de bien? Y que ella nunca abía andado barriendo calles como el susodicho’. Y entonzes se bino a ella y le dio enpellones, quitándole la toca y montera que traía en la cabeza y el pelo de ella. Y si no fuera Manuela Díaz, la llebaba mui maltratada. Y por andar a golpes con la confesante, diera con la cabeza en la solera que tienen los pies del órrio. Que la susodicha no le diera con tal piedra. Así lo declaró por el juramento que tiene fecho” (Archivo de la Casa Piñán, Notarial, Agustín Piñán de Cueto Luengo leg. 1699).

sábado, 27 de noviembre de 2010

BREVE TIPOLOGÍA DEL INSULTO UTILIZADO EN SAJAMBRE DURANTE EL SIGLO XVII (2).

Insultos dirigidos a la mujer (I).

A la mujer se le insulta menos que al varón pero se le agrede más. En la documentación judicial sajambriega abundan las querellas por injurias dirigidas a varones y las querellas por agresiones físicas a mujeres, que suelen denunciar padres, hermanos o maridos.

La agresión física a una mujer va acompañada de insultos que a menudo se resumen bajo las expresiones genéricas de haber sido tratadas “mal de palabra” o “con palabras feas e injuriosas”, para centrarse el notario en describir el acto violento objeto de la denuncia. Dejaremos para otro artículo algunas de estas agresiones, aunque ya nos referimos a una del año 1814 en el post del miércoles 16 de junio de 2010 (“Un episodido de violencia de género en el año 1814”, clasificado bajo las etiquetas Edad Contemporánea y Escenas cotidianas), que sigue siendo excepcional por el hecho de haber presentado la denuncia la propia víctima.

En los insultos dirigidos a las mujeres por parte de los hombres en la época del Arcediano hay dos constantes que son la ausencia de limpieza y el apelativo de bruja. Llamar a una mujer sucia o cochina, como a un hombre puerco, en aquella sociedad carente de los más básicos fundamentos de higiene es, cuando menos, paradójico. Pero refieriéndose a la mujer, estas acusaciones tenían un significado mucho más amplio, porque la suciedad llevaba implícita la impureza y la impureza se asociaba a la actividad sexual. Llamar a una mujer sucia y llamarla puta era prácticamente la misma cosa.

Vamos a analizar estos insultos y algunos otros a través de dos casos muy sabrosos. El contenido de uno ya lo conocemos por haber sido publicado en el post del 28 de septiembre de 2010, al que me remito. Ahora me limitaré a analizar aquellas acusaciones contra las hermanas Cabrero, de Oseja, en el contexto de la mentalidad de la época para comprender su dimensión. El otro caso elegido se desarrolla en Soto entre dos vecinos de la localidad llamados María de Coco y Pedro Piñán que, tras muchos insultos, acabó con sangre.

En el post del 28 de septiembre pasado habíamos hablado del intento de desprestigio de las hermanas Ana y Dominga Cabrero, de Oseja, por quienes habían usurpado parte de sus propiedades. El contenido de la denuncia es el resultado de una meditada planificación y de una intencionada y muy interesada necesidad de desacreditar a estas dos mujeres de Oseja.

En varios documentos posteriores a la denuncia aparecen las hermanas Cabrero, sus maridos y descendientes, con todos sus derechos intactos y sin haber quedado mella alguna en su honra y consideración social. Es por esto que deducimos el fallo contrario a quienes las habían acusado de “brujas, megas, hechiceras” y de otras culpas deleznables.

Las acusaciones que les hicieron eran las peores que se podían formular contra una mujer en la sociedad de aquella época: rebeldes e ingobernables, fornicadoras, inductoras reincidentes de adulterio, hechiceras y brujas, considerando que la acusación de brujería llevaba implícita la de herejía.

Todas estas injurias estaban relacionadas y apuntaban hacia una misma cosa: la brujería. De ahí el interés de los agresores por dejar bien claro este matiz en su denuncia. Para explicarlo voy a utilizar textos extraídos del Malleus maleficarum, maleficas et earum haeresim framea conterens, título que significa “El martillo de las brujas, para aplastar a las brujas y sus herejías con poderosa arma”. La obra fue editada por primera vez en Alemania en el año 1486 y reeditada en toda Europa durante los siglos XVI y XVII con gran éxito. Es un tratado teológico para comprender la naturaleza de las brujas, saber reconocerlas y poder combatirlas.

Me interesa además hacer una advertencia para poder sumergirnos en la manera de pensar que tenían los sajambriegos en el siglo XVII. En la mentalidad barroca no existe separación física entre lo real y lo espiritural. Los ángeles y los demonios convivían con los humanos en el mismo plano porque se creía que había una conexión real entre ambos mundos. Las gentes de aquellos siglos (víctimas y verdugos) vivían aterrorizadas por la presencia del Diablo y lo creían a pies juntillas, como en el mundo actual hay personas absolutamente convencidas de que estamos siendo visitados por extraterrestres.

Las hermanas Cabrero son acusadas de no querer someterse a la autoridad masculinapara mejor vivir a su libertad”. Y el Malleus maleficarum, definiendo el comportamiento de las brujas, afirma: “es un defecto natural en ellas no querer ser gobernadas, sino seguir sus movimientos sin ninguna traba; éste es todo su cuidado y en ello ocupa toda su memoria” (I Parte, cuestión VI).

Las hermanas Cabrero son acusadas de promiscuas, fornicadoras y causantes de adulterio. La fornicación y el adulterio ya eran pecado en sí mismos, pero además entre las muchas afirmaciones al respecto, en el Malleus maleficarum leemos: “Todas estas cosas de brujería provienen de la pasión carnal, que es insaciable en estas mujeres... De aquí que para satisfacer sus pasiones, se entreguen a los demonios” (I Parte, cuestión VI).

La explicación teológica de aquellos tiempos al adulterio, es decir, a la ruptura de un matrimonio que había sido santificado por un sacramento, era que sólo podía deberse a la acción demoníaca: “aunque el matrimonio sea obra de Dios porque fue instituido por Él, es a veces destruido por la acción del Diablo” (I Parte, cuestión VII). “El amor loco proviene de los demonios, pero también de los maleficios de las brujas... Los demonios, por medio de las brujas, pueden excitar y obsesionar los corazones de los hombres hacia el amor o el odio” (II Parte, cap.3). A las Cabrero se las acusa también de amancebamiento y de haber tenido relaciones ilícitas con hombres casados: “Hay tres géneros de vicios principales que parecen reinar sobre todo en las mujeres malas: la infedelidad, la ambición y la lujuria... Entre los tres, el último es dominante porque es insaciable... Son más ardientes para satisfacer sus pasiones depravadas, como son las adúlteras, las fornicadoras, las concubinas” (I Parte, cuestión VI).

Con sus hechizos, las brujas “arrastraban a los hombres a un amor desordenado”, porque uno de los medios que elegía el Maligno para llegar a un hombre era rendirlo a los brazos de un súcubo o de una bruja convertida en su amante. En aquella mentalidad, tener amantes suponía un riesgo real de caer en poder del demonio.

Se comprenderá un poco mejor ahora que la causa y la consecuencia lógica de no querer obedecer a sus hermanos, tener amantes y haber fornicado con hombres casados era la de ser bruja.

Si la acusación hecha a las hermanas Cabrero hubiera tenido éxito, el efecto inmediato hubiera sido la separación fulminante de la comunidad. Aunque también es verdad que los inquisidores españoles solían juzgar estos casos de manera bastante racional. Por eso, en España apenas hubo condenas a muerte por brujería ni en la Edad Media, ni tampoco en la Edad Moderna.

martes, 23 de noviembre de 2010

BREVE TIPOLOGÍA DEL INSULTO UTILIZADO EN SAJAMBRE DURANTE EL SIGLO XVII (1).

Insultos dirigidos al varón.

Los que más abundan son los que recurren a los atributos negativos de algunos animales. Así por ejemplo se equipara al hombre con el puerco por su bajeza y suciedad; con el perro por su sumisión al amo; al zorro se le relaciona con las inmundicias, tal vez por su actividad carroñera; y en varios casos se emplea el término camarón como insulto.

1665-08-05, Soto: “... dixo a Cosme de Mendoza que era un puerco sucio y save que se enoxó de estas palabras Cosme de Mendoça, y Juan Díez dixo que no le dava más que se enoxase, que no”.

1665-08-05, Soto: “... y viniendo con ellos de Campos le trató de puerco, çurrón casquero en dos o tres ocasiones y que le enoxó como de Mendoza de dichas palabras y le dixo le avía de quebrantar las muelas si otra vez se lo decía”.

1665-08-14, Oseja: “Se querelló Cosme Redondo de Domingo Bermejo por decir le trató el domingo pasado de perro y dixo le avía de hacer echar del Concejo. Mandó el juez dé información”.

1667-05-08, estando a concejo en Ribota: “... y públicamente me inbió mucho nora mala y me trató de puerco, camarón, palabras injuriosas de que me siento agraviado’’.

Se utiliza también la deformidad física o intelectual, considerando que en aquella sociedad precientífica eran muchos los que hacían caso a lo que se predicaba desde el púlpito: que la deformidad y las enfermedades eran castigos divinos por los pecados de los progenitores.

1660-05-15, Soto: “...es ansí que el dicho Vernardo Díez, acusado, tomándose con él palabras delante de su casa, le dixo que era un puerco sucio, çurrón, tullido y cambrioso y otras palabras injuriosas...”.

No sé cuál puede ser el significado de “cambrioso”, quizás un derivado de “cambrón”, al que Covarrubias define como un género de espino usado en cercas y cierres.

1665-08-05, Soto: “Juró Melchor Díaz de 35 años, diçe que lo que save es que el domingo llamó el dicho Juan Díez a Cosme de Mendoza de mentecato, hixo de otro y que qué havía de hacer más que un mentecato hixo de otro, y le dixo que tuviese vergüença...”.

El origen social (inferior) es un insulto que sirve para deshonrar al hidalgo o para resaltar lo más negativo en el caso de pertenecer el agredido al estado general.

1665-01-21, Oseja: “...dixo que el dicho Juan de Barales era un puerco, villano, mal nacido, Venedico”.

Lo más interesante en este caso es la aparición de Venedico. Explico ahora este asunto, aunque en la clasificación que estoy haciendo encajaría mejor en el último apartado.

Venedico es el proxeneta que sufre su condena eterna en el infierno de Dante. Resulta imposible imaginar la existencia de una cultura literaria en aquel Sajambre más allá de la que pudiera poseer el clérigo de la localidad. Ni siquiera en el escribano Tomás Díaz, que fue en este caso el que insultaba, porque los notarios públicos de ámbito rural nunca destacaron por su nivel cultural.

Más bien creo que nos encontramos ante un personaje negativo de carácter arquetípico popularizado por los sermones. Ya San Vicente Ferrer se servía de imágenes del Dante y desde el siglo XV, los predicadores no dejaron de recurrir a las descripciones del Paraíso y del Infierno del genial florentino.

Como mucho, pudo saberse de Venedico por los pliegos de cordel u otros impresos populares que difundían entre el público rural una literatura culta vulgarizada. Eran versiones muy resumidas y con un lenguaje muy sencillo de obras cultas a las que los campesinos accedían gracias a las “lecturas oídas”.

En otra ocasión, fue Tomás Díaz el insultado, ahora mediante acusaciones que ponían en duda su honradez y profesionalidad:

1664-08-21, Oseja: “...y Andrés Díaz, acusado, se fue adonde estava el dicho Thomás Díez y, cólerico, le dixo ‘que pagase él avía al rey y que avía de ajustar quién hacía testimonios falsos y que era un falsario. Palabras que pareçieron feas y torpes a este testigo por ser el dicho Thomás Díaz hidalgo prinçipal, y escrivano fiel y leal y de toda confiança, y que a sus papeles se les da entera fe y crédito en juiçio y fuera de él, sin que se aya visto cosa en contrario”.

Las injurias menos utilizadas entre los hombres son las que se refieren a los comportamientos sexuales de los agraviados y sus familias.

1668-07-07, Pío: “Dice Mathías Gutiérrez que estava segando con Domingo La Fuente y vió que Juan Redondo vino con la guadaña lebantada contra el Domingo y se la posó sovre la caveça y le llamó xavalina, cornudazo, y que jurava a Dios y a una cruz que si fuera de noche le avía quitar el [...] Y queriendo ir apartarlos, le tiró un golpe con la guadaña”.

1672-04-24, Pío: “...Y dixo públicamente en el lugar de Vierdes que Pedro de Redondo acostunbrado estava de meter las hixas devaxo de los honbres casados para que las albardasen... Juró en Pío Pedro Gutiérrez, de 32 años, dice que... dixo Christóbal de Pedro Redondo, que acostunbrado estava a enrrocinar sus hixas y meterlas devaxo de honbres casados”.

Y Venedico.


sábado, 20 de noviembre de 2010

LA FESTIVIDAD DE SAN PEDRO (1 de agosto) Y EL CRISTO DE SOTO.

Reliquia que se conserva en la basílica romana de San Pedro ad Víncula.

LA FESTIVIDAD DE SAN PEDRO, EL 1 DE AGOSTO.

Tres documentos del siglo XVII mencionan la celebración en Sajambre del día de San Pedro a primeros de agosto.

Ribota, 1659: “...en uno de los días del agosto pasado, el día de San Pedro”.
Ribota, 1664: “...el día de San Pedro que es a primero de agosto deste presente año”.
Oseja, 1662: “...para el día de San Pedro de agosto, primero día del mes de agosto, que primero viene”.

En el santoral católico, el 1 de agosto se celebra la fiesta de las Cadenas de San Pedro, reliquia que la emperatriz bizantina Eudoxia regaló al Papa León I y que se venera en la iglesia romana de San Pietro in Vincoli. Se cree que el 1 de agosto fue la fecha de consagración de dicho templo.

¿Sería ésta la advocación a la que estaba dedicada la ermita de San Pedro de Orzales?
La respuesta es SÍ, véase el post del 15 de marzo de 2011:
http://lacasadelabolera.blogspot.com/2011/03/definitivamente-la-fiesta-de-san-pedro.html


EL CRISTO DE SOTO.


En el año 1696 existía en el altar mayor de la iglesia de Soto una imagen de Nuestro Señor a la que una feligresa, llamada Catalina Alonso, viuda de Pedro Simón, le dedica misas en su testamento: “Iten mando se digan por mi ánima tres misas a Nuestro Señor y es mi boluntad se digan en el altar mayor de esta santa yglesia de Soto donde está su imagen” (Archivo de la Casa Piñán, Notarial, Agustín Piñán, leg. 1699).


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NOTAS
* Este post hace el número 400.

viernes, 19 de noviembre de 2010

CEREMONIA Y SIMBOLISMO DE LA TOMA DE POSESIÓN EN SAJAMBRE (siglos XVI y XVII).

Antes de que el control sobre una propiedad recientemente adquirida fuera efectivo era necesario que se tomara posesión de ella. La toma de posesión de un bien era un acto jurídico que generaba derechos, pero era también una ceremonia con un lenguaje simbólico de antigua tradición.

Vamos a observar cómo se celebraban en Sajambre estos rituales a través de dos tomas de posesión de prados adquiridos por compra-venta. El primer documento recoge el acto de apoderamiento de un prado en Miraño y está fechado en Soto de Sajambre, el 28 de septiembre de 1564. El segundo documento contiene la transferencia de la propiedad de Prao Lluengo y está fechado en Pío, el 12 de agosto de 1673. Los dos se conservan en la Sección Notarial del Archivo de la Casa Piñán, el uno en el legajo de Diego Fernández de Cueto Luengo y el otro en el protocolo de igual fecha de Gonzalo Piñán.

El proceso daba inicio cuando el nuevo propietario presentaba ante el juez ordinario del Concejo y ante el escribano público el título de propiedad que le avalaba y pedía a las Justicias que le dieran la posesión.

Diego Fernández de la Caneja, el mozo, vecino de Soto, “apresentó esta carta de venta aquí enserta y encorporada que le avía fecho e otorgado Françisco de Santos, veçino de dicho conçejo, de las dos terçias de una haza de prado en Miraño... E pedía al dicho señor juez le ponga e entregue y apodere en la posysyón de la dicha haza” (Soto, 1564). Y Julián Díaz, vecino de Pío, “presentó la escriptura desta otra parte que a su favor pareçe aver otorgado Juan de la Puente, veçino del dicho lugar de Pío... Y pidió a su merced del dicho señor juez le mande dar y dé la real posesión de los vienes de prados y tierras en dicha escriptura contenidos” (Pío, 1673).

A continuación el juez acepta el documento y, en el caso de 1564, ordena su lectura en voz alta ante testigos: “E luego el dicho señor juez dixo que la avía por presentada la dicha carta de venta e la hizo leer a mí el dicho escrivano”. En cambio, en 1673 se ordena al escribano su comparecencia en el lugar de la ceremonia: “Y ansí presentado el pedimiento, su merced le huvo por presentado y que dará la posesión de los vienes raíçes que contiene la escriptura al dicho Julián Díez y que yo, el escrivano le asista para ir al sitio a donde están dichos prados y haçer los autos de posesión y más que sean necesarios, ansí lo proveyó su merced”.

Una vez en el lugar en el que se hallaban las propiedades se llevaba a cabo el ritual que se componía de palabras y acciones icónicas que explicaremos en un momento. Oigamos primero a los documentos.

Soto, 1564: “E fue a la dicha haza de prado de Miraño e puso al dicho Diego Ferrández de la Caneja en la posysyón de las dichas dos terçias de la dicha haza. Y en señal de posysyón y entrega e apoderamiento della, le entregó un çespe de la dicha haza e un ramo de una haya que con la dicha haza fronteava. Y el dicho Diego Ferrández de la Caneja se paseó y entró en las dichas dos terçias de la dicha haza. Y ansý el dicho señor juez dixo lo avía e ubo por apoderado en la dicha haza”.

Pío, 1673: “Después de lo susodicho, en el balle de Berrunde de Vierdes deste Concexo de Saxanbre, a doce días del mes de agosto deste dicho año, el señor Pedro Andrés, juez hordinario en este Concejo por su magestad, por ante mí, escrivano, y testigos dio la posesión real, actual, çivil, velquasi al dicho Julián Díez del Prado Lluengo... y le mandó pasearse por él en señal de posesión. Y ansimismo de los demás vienes raíçes en dicha escriptura contenidos. Y el dicho Julián Díez se paseó por dicho prado en señal de posesión de él y de los demás vienes raíçes que contiene dicha escriptura... La qual dicha possesión dixo se la dava y dio su merçed sin perjuiçio de terçero...”.

Esta ceremonia hunde sus raíces en la traditio jurídica romana y en las prácticas del Derecho consuetudinario medieval(1). En Las Partidas del siglo XIII se decía: “Possessión tanto quiere decir como ponimiento de pies. E según dixeron los sabios antiguos es tenencia derecha que ome ha en las cosas corporales con ayuda del cuerpo e del entendimiento...” (2). Tal y como dice el corpus legislativo de Alfonso X, toda ceremonia de toma de posesión constaba de una parte corporal, en la que el propietario tenía contacto físico con su adquisición y una parte intelectual, en la que una autoridad reconocía públicamente su dominio. La primera se expresaba mediante acciones concretas (como el paseo) y la segunda mediante palabras orales (pronunciadas por el juez ante testigos) y escritas (acta levantada por el notario público).

En los dos casos sajambriegos seleccionados nos encontramos con que el nuevo propietario debía entrar en el prado y pasearse por todo él (“ponimiento de pies”). Este acto simbólico está presente en todas las tomas de posesión de bienes inmuebles desde la Edad Media. En el caso de 1564 aparecen además otros dos elementos emblemáticos: el puñado de cesped y una rama de haya. Con ellos se representaba la capacidad legal del propietario para el disfrute de los derechos anejos, es decir, para percibir cualquier fruto de la tierra o de los árboles del lugar.

El puñado de hierba o de tierra es un signo icónico también frecuente en este tipo de documentos y la rama de haya me parece de un interés especial porque el documento dice, en realidad, “un ramo de una haya”. Aunque en su origen la rama y el ramo eran lo mismo, el ramo tiene en la tradición local un significado simbólico añadido.

Los ramos se utilizaron en el Sajambre tradicional para varios fines, pero muchos de ellos se explican antropológicamente como ritos de paso, como indicación del final de una etapa y el inicio de otra. Así sucede con el ramo que se colocaba en los carros al final de la recogida de la hierba; con el ramo que se coloca en las chimeneas al término de la construcción de una casa; con el ramo de Navidad que está relacionado con el solsticio de invierno; e incluso, con el ramo de San Juan que los mozos colocan en las ventanas de las mozas, o sea, de quienes han dejado de ser niñas. En una toma de posesión, el ramo simboliza la ruptura con la realidad anterior y el comienzo de una nueva etapa bajo el dominio de otro dueño.


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NOTAS
(1) Isabel Beceiro Pita, “El escrito, la palabra y el gesto en las tomas de posesión bajomedievales castellanas”, en Studia Historica. Historia Medieval 12 (1994), pp. 53-82.

(2) Partida III, título XXX, ley I.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

LA PISA DEL RÍO AGÜERAS: fecha de construcción, localización y residuos contaminantes.

El Catastro de Ensenada dice que de todos los molinos que había en Sajambre en el año 1752 uno era un batán o molino de enfurtir paños. Este batán o pisa se movía con la fuerza del río Agüeras, que los documentos hacen pasar por Pío, y en época del Catastro pertenecía a un vecino de dicho lugar, llamado Pedro Mayón, entre cuyas propiedades se describe:

MOLINO DE BATANES
Tiene asimismo un molino de batanes, el que está situado en río de Las Güeras y su labor es nuebe meses del año. De una sola rueda, que linda a todos quatro ayres con pasto común” (Oseja de Sajambre, Archivo Municipal, lib.1, f.656 rº).

En Asturias, lo normal era que los batanes trabajaran ininterrumpidamente hasta los meses de verano, época en la que cesaba la actividad porque al disminuir el caudal de los ríos, el agua canalizada resultaba insuficiente para mover con fuerza los mazos del molino. Quizás por este motivo, el cura de Oseja, Francisco Rodríguez Reyero, había llevado a finales del mes de julio de 1720 dos telas de sayal “a pisar en el Concejo de Valdeón” (ver post del jueves 4 de noviembre de 2010).

El mecanismo de este ingenio hidráulico era muy sencillo. En el río que aquí se llama Agüeras se construyó una presa y desde ella el agua era conducida por un canal en pendiente hecho de madera de roble, cuya caída hacía girar una rueda que accionaba los mazos con los que se golpeaban los paños para fortalecerlos. Por lo que parece, la canalización cruzaba el camino que iba hacia las tierras de La Portiella y Moneo.

Este batán o pisa se había establecido en Sajambre en el año 1664 por iniciativa de una mujer llamada Catalina de la Puente que, por lo que sabemos, se casó dos veces, la segunda de ellas en el año 1674. Cuando se construye el batán todavía estaba vivo su primer marido: Juan Gómez, vecino de Ribota. Los sajambriegos ya saben de qué familia estamos hablando. El hijo mayor de Juan y Catalina, que tendría unos diez u once años en 1664, se llamaba Pedro Gómez, un nombre que se ha ido repitiendo en esta familia hasta la actualidad (Archivo de la Casa Piñán, Sección Notarial, Gonzalo Piñán de Cueto Luengo, legs.1664 y 1674).

Poco después de entrar en funcionamiento el batán, se producen conflictos con los vecinos de Ribota, quienes acaban quejándose a las Justicias del Concejo por los trastornos que les causaba la pisa “que fundó Catalina de la Puente”. Las razones argumentadas fueron las siguientes:

1) La presa construída disminuía el riego de algunas fincas.
2) Los residuos del abatanado ensuciaban el agua, no pudiéndose por esta causa lavar la ropa, la carne u otras cosas en el río.
3) Se había invadido el camino que iba hacia las erías de La Portiella y Moneo, impidiendo a algunos vecinos de Ribota el acceso a sus tierras de labor.

Oigamos directamente a los afectados a través de su portavoz, el cura de Ribota:

Julián Rodríguez, cura de Rivota y sus anexos, ante vuestra merced parezco por mí y en nonbre de los demás vecinos a quienes toca y puede tocar el perjuicio de la fundación de la pissa de sayal, que fundó en el dicho lugar Catalina de la Puente, vecina dél, por causa del agua que quita a algunas heredades para su riego. Y asimismo para la limpieza de la ropa, carne y otras cosas, de que no se puede usar por estar llena de pelanbre del sayal. Y asimismo por atrabesar el camino por donde yo y dichas mis partes tenemos el serbicio para la agricultura de las tierras de la ería de La Portiella y la de Moneo, de que se sigue gran perjuicio al dicho lugar, el qual protesto pedir a su tienpo. Y aunque la susodicha alega tiene derecho por aver fundado sin contradición y, por esa causa, averse querellado de Secilia Martínez, mi criada, por dicir le abía quitado el agua de dicha pissa, digo, señor, que al tienpo y quando se hizo el edificio de dicha pressa, yo estava ausente, lo qual ofrezco provar, y a vuestra merced suplico me conceda el término probatorio...” (Archivo de la Casa Piñán, Sección Notarial, Gonzalo Piñán de Cueto Luengo, leg.1664).

Nada sabemos, por el momento, sobre la manera en la que se resolvió o cerró este conflicto, pero la pisa siguió funcionando. Lo cierto es que, a pesar de los inconvenientes que provoca toda actividad industrial, la existencia de un batán en Sajambre era algo beneficioso para la población porque permitía el abastecimiento local de telas suficientemente resistentes para el vestido y el abrigo, sin tener que recurrir a los batanes asturianos o valdeones.

Unos cuarenta años después de la noticia anterior, a principios del siglo XVIII, el dueño de la pisa o pisón era Lorenzo Gutiérrez, vecino de Pío, heredada tras su fallecimiento por su mujer María Alonso, quien muere en el año 1715 “y dizen fue en la bentta de Pontón y estar enterrada en el lugar de Retuertto”. En su inventario de bienes se incluye “una pissa de pissar lana que está en el río caudal que baja de Las Agüeras, término de dicho lugar” de Pío (Archivo de la Casa Piñán, Sección Notarial, Agustín Piñán de Cueto Luengo, leg.1715).

En el mismo documento aparece el emplazamiento del batán como topónimo: “Yten medio carro de yerba en do se dize La Pissa, que linda de un lado con prado de Isidro Gargallo y de otro lado con el río caudal” (Archivo de la Casa Piñán, Sección Notarial, Agustín Piñán de Cueto Luengo, leg.1715).

Actualmente existen lugares llamados La Pisa y el Prao La Pisa, que también mencionan otros documentos de 1600. Lo que no sé con seguridad es en término de qué pueblo debe situarse esta descripción de la pisa, si en Pío o en Ribota.

domingo, 14 de noviembre de 2010

DOS NOTICIAS GENEALÓGICAS.

1.- EL BISTATARABUELO DE IGNACIO Y JOAQUÍN DÍAZ-CANEJA Y SOSA.

Ya comentamos en otra entrada que los protocolos notariales del Archivo de la Casa Piñán nos llevan al tatarabuelo Tomás Díaz de la Caneja, padre del bisabuelo Juan Díaz de la Caneja, cuyo inventario de bienes publiqué hace un par de semanas.

El bisabuelo paterno, Juan Díaz de la Caneja, nació en 1649 y murió en 1711 a la edad de 72 años, aparece con frecuencia en la documentación notarial por diferentes motivos. En 1699 tenía 50 años (Consejo de Órdenes, Exp. Pruebas de Caballeros de Santiago, exp. 1531, f.5vº).

El tatarabuelo paterno, Tomás Díaz de la Caneja, fue notario público del Número y del Concejo de Sajambre, y hasta el momento lo tenemos bastante bien documentado entre 1657 y 1671.

A lo largo del año 1662 se desarrolla un pleito familiar por una herencia y los documentos conservados nos sirven para enriquecer el árbol genealógico y para ir aclarando algunas de las muchas dudas que todavía quedan sobre esta familia.

El bisbistatarabuelo paterno se llamaba Sancho Díaz, había nacido en Ribota, fue notario público del Número y del Concejo de Sajambre y tenemos noticia de su actividad documental entre 1600 y 1636. Tras su fallecimiento, la notaría la hereda el hijo llamado Julián Díaz de la Caneja.

En este eslabón se encuentra el origen del “Caneja” de esta familia que se adquiere al casarse Sancho Díaz, vecino de Oseja por su calidad de escribano público, con Juliana de la Caneja (Archivo de la Casa Piñán, Notarial, Sajambre, Gonzalo Piñán de Cueto Luengo, leg.1662, f.5rº).

El matrimonio tuvo 8 hijos conocidos: Julián, Pablo (clérigo), Tomás, Juan, Alonso, Lupercio, Luisa y Ana Díaz de la Caneja, varios de ellos nacidos en Ribota o avencindados allí.


2.- PARTIDA DE DEFUNCIÓN DE LA MADRE DEL ARCEDIANO.

En el Archivo de la Casa Piñán de Oseja de Sajambre se guarda un Libro de Difuntos escrito por Domingo Piñán de Cueto Luengo, cura de Oseja y su anejo, Soto, que comprende los años 1623 a 1649.

En una de sus páginas, severamente afectada por la humedad y el paso del tiempo, puede leerse la partida de defunción de “Juana Fernández, viuda de Diego Díez de Oseja”, quien dejó encargadas 20 misas de oficio, un treintenario, ofrenda de pan todos los domingos y fiestas de un año, y responsos no sabemos si rezados o cantados a causa del deficiente estado de conservación del papel.

Murió en Oseja en el año 1627, en un mes que quizás pueda distinguirse con el original delante y en un día 9 del calendario. Domingo Piñán fue anotando, una a una, el cumplimiento de todas las misas encargadas hasta terminar su trabajo que rubrica con un “cumplióse” (Oseja de Sajambre, Archivo de la Casa Piñán, Sección General, Iglesia, leg.1, n.1, f.3rº).

MÁS NOTICIAS DEL BARRIO DE LA PANDIELLA DE OSEJA.


Como ya dijimos en otra ocasión, el significado de Estrada es el de “camino empedrado”, una designación medieval de lo que en el siglo XVII se llamaba Camino Real y que a través de este lugar se internaba en el barrio de Las Cortes pasando por La Piedra Bellida: “Yten ynventariaron una tierra de dos carros de abono en la hería de Palacio, linda con tierra del glorioso San Pedro y tierra de Marta La Yana y el Camino Real de La Piedra Vellida” (Archivo de la Casa Piñán, Notarial, Sajambre, Gonzalo Piñán, leg. 1668). A decir de los documentos, este ramal del Camino Real cruzaba el barrio de Las Cortes para descender después hacia Ribota.

En la época del Arcediano, en medio del barrio de La Pandiella había una gran huerta que estaba rodeada por huertos particulares, por la fragua y por el Camino Real. En 1625, los herederos de Juan González de Prada la venden al Comisario de la Inquisición, Domingo Piñán de Cueto Luengo, y décadas más tarde, perteneciendo ya a otros dueños, se hipoteca en un censo escriturado a favor del cura de Ribota, Toribio Díaz Prieto: “ytten ypottecaron la güerta que esttá en medio del barrio de La Pandiella, que linda con la fragua del concejo y del otro lado con el Camino Real y frontea con casa de Marcos Martín, vecino de dicho lugar” (Archivo de la Casa Piñán, Notarial, Sajambre, Gonzalo Piñán, leg.1668).

La condición de fragua “del concejo” que vemos en este documento aparece también en el ya citado de 1625: “...más le bendemos para con esto una güerta nuestra, sitia en el dicho lugar de Oseja, que linda con fragua del concejo y por bajo con el Camino Real y por otra parte con güerto de Alonso, el herrero”. (Archivo de la Casa Piñán, Notarial, Sajambre, Sancho Díaz de Ribota, leg.1625-1633). Gracias a ambas noticias podemos decir que, al igual que sucedía en otros concejos de la Merindad, la fragua pertenecía a los bienes de propios del Pueblo de Oseja. Además de este local de Oseja, sabemos también de la existencia de otra fragua en Soto.

También comentamos en otra entrada que las casas que tienen o tuvieron un arco de medio punto en su puerta de entrada deben datarse con anterioridad a mediados del siglo XVIII. La antigua cárcel de Oseja lo tenía y, en este caso, sabemos que su construcción fue anterior a 1575. A mediados del siglo XVII se edificó otra casa con arco junto a la cárcel.

En el año 1658, los hermanos Matías y Pedro Piñán habían construido una casa cuya puerta principal se encontraba en el portal que daba acceso a su establo y que se compartía con Mateo Francisco: “Una casa que tienen en el barrio de La Pandiella de dicho lugar, junto a la Cárcel Real del Concejo, sobre razón de una puerta principal que tiene dicha casa por donde se serbía de dicho establo della, que dicha puerta es en el portal, que es parte con Mateo Francisco y porque dicha puerta con el establo de adelante de dicha casa parece ser de dicho Pedro y Matías Piñán...” (Archivo de la Casa Piñán, Notarial, Sajambre, Tomás Díaz de la Caneja, 1658-1677).

Dos años más tarde, en 1660, un nuevo vecino, llamado Diego Muñiz, pleitea con los hermanos Piñán porque el portal dificultaba la entrada a su bodega. Gracias a esta diferencia sabemos que el portal de los Piñán estaba cerrado, cubierto de teja y se entraba en él por una puerta en arco (“la puerta de arco por donde se sirve el establo de los susodichos”) que perjudicaba los derechos de paso de Diego Muñiz.

La concordia se alcanza cuando los Piñán aceptan construir otra puerta para que su vecino pudiera llegar hasta su bodega con comodidad: “que la puerta de arco y portal sobre que se letiga aya de quedar y quede por los dichos Matías y Pedro Piñán cumpliendo los susodichos con el costo de la media puerta que se a de acer para el servicio de dicho Diego Muñiz, acia la parte de la cárcel y Camino Real. Y los dichos Pedro y Matías Piñán ayan de dexar patente el servicio para la bodega del dicho Diego Muñiz, que linda con el portal de los dichos Matías y Pedro Piñán. Y ansimismo, los dichos Matías y Pedro Piñán an de dar al dicho Diego Muñiz diez y seis reales de bellón por razón de la texa que pusso sobre dicho portal.” Matías y Pedro Piñán se comprometen también a “dexar trabaxar a dicho Diego Muñiz por los días de su bida en dicho portal y no en más, y esto se entiende con el susodicho y no con sus erederos” (Archivo de la Casa Piñán, Notarial, Sajambre, Gonzalo Piñán, leg. 1660, ff. 22rº-vº).

Pero la mayoría de casas con arcos en sus puertas y en algunas ventanas se hallaban en el barrio principal de la localidad, el de Las Cortes, que será el siguiente en nuestro recorrido histórico por los barrios de Oseja.

lunes, 8 de noviembre de 2010

MÁS SOBRE OBRAS PÍAS EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII (y 3): los Viya y los Simón.

Andrés de Viya, vecino de Soto, funda en su testamento del 31 de julio de 1703 dos obras pías sobre un doblén o buey de dos años con la condición de que el patrono fuera siempre un miembro de su familia. La primera fundación se establece con el Santuario de la Virgen de la Velilla, una de las devociones más arraigadas de Sajambre, y su patrono debía ser su hijo Pedro. La segunda obra pía la funda en Oseja y su primer patrono debía corresponder a su hijo Juan, aunque con él ya se había gastado parte de su hacienda porque en cierta época “se causaron más deudas que intereses por acidentes que sucedían en el susodicho y su poca fortuna”. Su hija Isabel y sus descendientes quedaban segundos en el derecho para acceder al cargo de administrador.

La importancia del prestigio en la comunidad que le suponía al fundador y a su estirpe el haber instituido y estar a cargo de una obra pía queda patente en una de las condiciones que establece Andrés de Viya en su fundación. Tras enunciar lo que debía hacerse para conservar y enriquecer la obra pía, añade que si llegara el caso de no poder mantenerla, con las ganancias que se tuvieran debía comprarse alguna res o hacerse algo “para que aya memoria de la dicha Obra Pía” (Archivo de la Casa Piñán, Notarial, Sajambre, Agustín Piñán de Cueto Luengo, leg.1703).

Hasta el momento, los primeros Viyas de los que tengo noticia en Sajambre datan del siglo XVI. Con anterioridad a 1550 vivieron en Soto de Sajambre Juan de Viya y su mujer, Elvira Gutiérrez, quienes engendraron a Álvaro Díez de Viya o, simplemente, Álvaro de Viya (1560-1574) y a Juan Blanco de Vierdes. Así aparecen documentados estos dos “hermanos” en una venta fechada el 28 de febrero de 1574 (Archivo de la Casa Piñán, Notarial, Sajambre, Diego Fernández de Cueto Luengo, leg.1545-1592), posiblemente por estar el segundo casado con una hermana del primero. Álvaro de Viya muere entre 1574 y 1577, momento a partir del cual empieza a documentarse su hijo, Pedro de Viya, también vecino de Soto. Durante el siglo XVII, los Viya siguen documentándose más en Soto que en Oseja. Vivían en el barrio de El Corral y, por lo que sabemos, a esta familia puede deberse la introducción del maíz en Sajambre. De todas formas, se conserva la partida de defunción de María de Viya, vecina de Oseja y mujer de Juan Bermejo, que murió el 2 de marzo de 1645, sin hijos, dejando por heredero a su sobrino Francisco de Viya. No se dice de dónde era vecino este sobrino. En 1701 vivía en Oseja un Juan de Viya.

El apellido Simón aparece ya en un documento del 19 de diciembre del año 1545 en un Juan Simón que también era vecino de Soto. Y hay que decir que de allí fueron la mayoría de los Simones que aparecen en los protocolos notariales sajambriegos. Sin embargo, es un vecino de Ribota, llamado Pedro Simón, quien reclama el patronato de una obra pía fundada por “su tío”, Gonzalo Simón, hacía más de 20 años.

Conservamos el informe del abogado, Juan de Baños, que prepara la apelación y el documento no lleva fecha. No obstante, la escritura y la ortografía indican que debe datarse en el siglo XVIII. Tampoco se dice en el texto de dónde era originario Gonzalo Simón y sólo se habla de la existencia de un pleito entre el vecino de Ribota y Pedro Redondo, natural de Pío, a causa de la propiedad de un buey que el primero decía pertenecer a la obra pía de su familia.

domingo, 7 de noviembre de 2010

MÁS SOBRE OBRAS PÍAS EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII (2): los González.

Las Obras Pías fundadas en las familias González, Viya y Simón, al igual que la establecida entre los Alonso, dejaron por capital un cierto número de bueyes de labranza con instrucciones precisas sobre cómo se debían criar, vender y comprar para ir manteniendo la fundación y, en el mejor de los casos, para ir aumentándola con el tiempo.

En la Obra Pía de los González, de Oseja, se especifica que “...para conprar y bender los bueyes que diere de sí la administración y ansimismo los que se conpraren, han de ser añojos y nobillos de corto prezio y éstos se den al pariente más cercano y más pobre hasta que lleguen a diez años, y entonces se bendan y de su balor se pongan otros del género dicho, y no bueyes abentajados que, siéndolo, no se podría mantener dicha Obra Pía...” (Archivo de la Casa Piñán, Notarial, Sajambre, Agustín Piñán de Cueto Luengo, leg.1711).

La naturaleza de las obras pías suponía que del capital fundacional (en este caso bueyes) debían beneficiarse los miembros más pobres de la familia, quienes no podían venderlos ni efectuar ninguna otra transacción económica con ellos, ya que esa prerrogativa estaba reservada a los administradores, que eran siempre el cura de la parroquia y el pariente más cercano al fundador. Al ser la Iglesia la dueña de los bienes, en caso de conflicto se dependía de la jurisdicción diocesana.

Por eso cuando Miguel Acebedo permutó por su cuenta un buey que había recibido de la obra pía, su patrono, Toribio González, lo denuncia ante el Obispo de León: “...el dicho Miguel de Azebedo teme[rosa]mente para apremutar dicho buey por [...], bolbió a hazer otra premuta sin lizenzia de los referidos cura y patrono, por cuia causa se a atrasado y danificado dicha Obra Pía. Sobre que protestó dar querella criminal o en la forma que más aya lugar ante el señor Obispo que al presente es deste Obispado o su discreto Probisor, a quien toca el conozimiento desta causa...” (Archivo de la Casa Piñán, Notarial, Sajambre, Agustín Piñán de Cueto Luengo, leg.1703).

Cuando este Toribio González hace testamento el 15 de abril de 1711, los 5 bueyes de la obra pía estaban en poder de “Roque Bermejo, uno; Antonio Díaz, otro; la viuda de Diego Alonso, otro; Josseph, otro; la viuda de Juan Alonso, otro” (Archivo de la Casa Piñán, Notarial, Sajambre, Agustín Piñán de Cueto Luengo, leg.1711).

Sabemos que Juan de Gonzalo había fundado esta Obra Pía, lo que no sabemos es cuándo, aunque hubo de ser como pronto en la segunda mitad del siglo XVII porque en el año 1703 ya era patrono Toribio González y antes lo había sido su padre, Pedro González, muerto con anterioridad a 1701. De esta fecha conservamos el testamento de su viuda, Elena Díaz de Caldevilla, y el inventario de bienes de la casa. Además del promogénito Toribio, también fueron hijos suyos Manuel, María, Toribia y Ana.

Toribio González hace testamento en el año 1711 dejando por herederos a sus hijos Toribio, Dionisio, Manuel, María y Micaela González. Su primogénito, Juan González, había muerto antes de 1711. Sin embargo, en el patronato de la obra pía familiar no le sucede ninguno de sus hijos, sino Juan González de Bulnes, vecino de Soto y heredero a su vez del que fuera cura de Oseja hasta el mes de enero de ese mismo año, Pedro González (ver post de 4 de noviembre de 2010), por lo que ambos debían ser parientes del fundador.

sábado, 6 de noviembre de 2010

MÁS SOBRE OBRAS PÍAS EN LOS SIGLOS XVII Y XVIII (1).

Aparte de la Obra Pía del Arcediano, ya conocemos la fundación que en el año 1666 hizo María González y de la que se benefició el linaje de los Alonso Tielve de Oseja. Esta familia mantuvo el Tielve en su apellido hasta el siglo XIX, para perderlo en esa misma centuria. Por otras fuentes que nos dicen donde vivían, sabemos que los descendientes actuales de este linaje deben ser los miembros de alguna de las familias apellidadas Alonso procedentes del barrio de La Pandiella. Asentados en Oseja desde el siglo XVII por lo menos, tuvieron vinculaciones familiares con la localidad cabraliega de Tielve, lo que hubo de suceder forzosamente con anterioridad a 1600.

A finales de ese mismo siglo, Juan de Gonzalo fundó otra Obra Pía para el linaje de los González, de Oseja. En 1703 Andrés de Viya fundó otra Obra Pía para el linaje de los Viya, de Soto. Y a comienzos del siglo XVIII, Gonzalo Simón fundó otra Obra Pía para el linaje de los Simón, de Ribota.

Ya sabemos que los principales objetivos de estas fundaciones piadosas eran tres: a) obtener ventajas fiscales al vincular los bienes fundacionales a la Iglesia, pues las propiedades eclesiásticas no estaban sometidas a imposiciones tributarias; b) favorecer económicamente a la familia del fundador; y c) adquirir prestigio e influencia en la comunidad. Exactamente igual que en la actualidad.

Pero aparte de la información económica que puedan transmitir las obras pías, también constituyen una interesante fuente genealógica, ya que cuando conservamos varios documentos podemos seguir en ellos la línea sucesoria y las filiaciones de los grupos familiares que fueron favorecidos por tales instituciones. En los próximos posts hablaré de las Obras Pías de los González, los Viya y los Simón, dando por seguro que en los muchos documentos que faltan por estudiar aparecerán otras.