La indumentaria fabricada con lana sigue predominando de manera clara en el siglo XVIII. El sayal continúa siendo el más nombrado en los documentos, sigue usándose la sempiterna, aumentan la estameña y el paño, y aparece la bayeta (tela de lana floja y poco tupida). Este último género, así como otros paños de calidades especiales se adquirían fuera de Sajambre. Conservamos dos recibos de una compra hecha por dos vecinos de Oseja en la localidad de Potes en 1798, en donde se adquirieron diversas cantidades de paño, bayeta, hilo y estameña fina de Valladolid.
Estas estameñas finas que los sajambriegos acudían a comprar a la capital lebaniega habían alcanzado merecida fama en el mercado de la época gracias a los avances técnicos que los empresarios catalanes habían introducido en el Valladolid de finales del siglo XVIII, desde donde se enviaban habitualmente a Santander y al País Vasco(1).
La fibra de lino se hallaba presente en el lienzo, en el mitán, en la estopa y en el tasco. El mitán u holandilla era un tipo de lienzo teñido y prensado, utilizado para forros. La estopa se fabricaba con la parte más gruesa y basta del lino o del cáñamo. Y el tasco se hacía con los desperdicios que quedaban después de separar el tallo de la fibra en el lino o cáñamo.
Tenemos constancia también de la existencia de complementos de peletería que, junto a otros paños de fina calidad, solían pertenecer a las familias más acomodadas del concejo.
En la primera mitad del siglo XIX siguen estando generalizadas las prendas de lana y de lino en la indumentaria local. Esta realidad fue casi una norma general en los ambientes campesinos de la provincia hasta la década de 1830-1840 que es cuando emieza a difundirse el uso del algodón (pana) en los trajes del campesinado leonés(2).
La noticia más antigua que conozco en Sajambre sobre el uso de prendas de vestir hechas con fibras de algodón es bastante temprana, ya que procede de un documento fechado en el año 1812, cuyos bienes pertenecían a aquella familia de Vierdes que había sido la primera, o una de las primeras, en añadir un corredor a su casa, al que se accedía por una puerta a pinza que había despertado la admiración de los vecinos. Parece que la familia de este Pedro Simón de Vierdes había adquirido un status socioeconómico que le permitía estar en posesión de ciertas “modernidades”.
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NOTAS
(1) Agustín González Enciso, “Especialización y competencia regionales: la expansión del negocio catalán en Castilla a fines del siglo XVIII”, Pedralbes. Revista d'Història Moderna, 1985, vol. 5, pp.38-39 y 55-56.
(2) Juan Manuel Bartolomé Bartolomé, “El consumo de textiles en León (1700-1860)”, Revista de Historia Moderna: Anales de la Universidad de Alicante, n.21, 2003, p.26-27; Juan Manuel Bartolomé Bartolomé, “Condiciones de vida y privacidad cotidiana del campesinado leonés de Tierra de Campos: la comarca de Sahagún en el siglo XVIII", Estudios Humanísticos. Historia, n. 4, León, 2005, p.45.
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