En Oseja existe un lugar llamado El Palacio que la carretera nacional divide en El Palacio de Arriba y El Palacio de Abajo, un amplio espacio situado en el centro de la villa, perfectamente delimitado por lo que antaño fueron el cementerio medieval, las tierras de la Iglesia, ciertos caminos antiguos y el caserío campesino.
La toponimia conservó el nombre de El Palacio hasta la actualidad y los documentos de los siglos XVI, XVII y XVIII describen unas tierras de labor así llamadas entre las que existían viviendas campesinas que, a su vez, sirvieron para identificar a sus moradores en la comunidad. Este doble uso de El Palacio como tierras de cultivo y como lugar de habitación desde, al menos, el siglo XVI, indica que el edificio que dio nombre al lugar era muy anterior al 1.500. Un segundo indicio de antigüedad es la existencia de otros vestigios que hablan de una explotación de carácter feudal en Oseja, como sucede con Las Sienras. Otra evidencia es la geografía misma del lugar y el emplazamiento en un medio rural y aislado como es Sajambre. E, incluso, al hilo de la exposición quizás podamos llegar a percibir cuál fue la primitiva estructura del poblamiento en Oseja.
El nombre de lo que hoy es un barrio de la capital del valle y la antigüedad que se desprende de las menciones documentales desde el siglo XVI son testimonios patentes de la presencia de un antiguo palatium señorial que sirvió como núcleo de explotación económica del distrito rural que tenía adscrito y como centro de administración señorial con funciones judiciales. Estos palatia nunca regían y explotaban una única aldea, sino que ejercían su poder económico y jurisdiccional sobre varias aldeas del entorno. Por las características topográficas de la zona, tales aldeas bien pudieron ser las que con el tiempo conformarían el Concejo de Sajambre.
En este viaje que nos va a hacer retroceder en el tiempo más de mil años, nos servirán como guía los trabajos del mayor especialista español en el mundo rural de la Alta Edad Media, don José Ángel García de Cortázar, quien además es un magnífico conocedor de la historia rural del norte peninsular.
La toponimia conservó el nombre de El Palacio hasta la actualidad y los documentos de los siglos XVI, XVII y XVIII describen unas tierras de labor así llamadas entre las que existían viviendas campesinas que, a su vez, sirvieron para identificar a sus moradores en la comunidad. Este doble uso de El Palacio como tierras de cultivo y como lugar de habitación desde, al menos, el siglo XVI, indica que el edificio que dio nombre al lugar era muy anterior al 1.500. Un segundo indicio de antigüedad es la existencia de otros vestigios que hablan de una explotación de carácter feudal en Oseja, como sucede con Las Sienras. Otra evidencia es la geografía misma del lugar y el emplazamiento en un medio rural y aislado como es Sajambre. E, incluso, al hilo de la exposición quizás podamos llegar a percibir cuál fue la primitiva estructura del poblamiento en Oseja.
El nombre de lo que hoy es un barrio de la capital del valle y la antigüedad que se desprende de las menciones documentales desde el siglo XVI son testimonios patentes de la presencia de un antiguo palatium señorial que sirvió como núcleo de explotación económica del distrito rural que tenía adscrito y como centro de administración señorial con funciones judiciales. Estos palatia nunca regían y explotaban una única aldea, sino que ejercían su poder económico y jurisdiccional sobre varias aldeas del entorno. Por las características topográficas de la zona, tales aldeas bien pudieron ser las que con el tiempo conformarían el Concejo de Sajambre.
En este viaje que nos va a hacer retroceder en el tiempo más de mil años, nos servirán como guía los trabajos del mayor especialista español en el mundo rural de la Alta Edad Media, don José Ángel García de Cortázar, quien además es un magnífico conocedor de la historia rural del norte peninsular.
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