jueves, 23 de octubre de 2008

FUNDACIONES HISTÓRICAS EN SAJAMBRE: LA IGLESIA DE SANTA MARÍA DE SOTO Y SU CAPELLANIA (I).

Las Fundaciones más conocidas en Sajambre son la del arcediano Díaz de Oseja y la del obispo Díaz-Caneja, pero en los siglos del Antiguo Régimen hubo en el valle otras instituciones de esta naturaleza que iremos retratando y explicando en esta nueva Etiqueta, la cual iniciamos con la primera Fundación conocida: la que se vinculó a la iglesia de Santa María de Soto en el año 1625. Al mismo tiempo, nos servirá para hacer una pequeña historia de este templo sajambriego. En este primer post me limitaré a enumerar los datos con los que contábamos hasta el momento , al objeto de intentar completar, comprender y contextualizar históricamente lo narrado en los documentos.


La iglesia de Soto toma su primera advocación de la iglesia matriz, Santa María de Oseja, de la que dependerá desde su fundación hasta comienzos del siglo XIX. Nótese que las dos iglesias actuales, la de Nuestra Señora de la Asunción de Oseja y la de Nuestra Señora de las Nieves de Soto, siguen teniendo ambas una advocación mariana, si bien cada una de ellas está dedicada a un atributo o categoría diferente de la Virgen María.


La iglesia de Soto no se menciona en los documentos de 1300, 1348 y 1468,. En este último caso la explicación debe radicar en el carácter económico del parroquial del siglo XV, en donde sólo se registran las iglesias a efectos de tributación, por lo que en nuestro caso debieron limitarse a mencionar la iglesia matriz. Sea como fuere, en Soto tuvo que existir iglesia desde tiempo atrás. Como dependiente de la de Oseja se documenta a partir de inicios del siglo XVI.


En 1625, Juana González de Coco establece una capellanía en la iglesia de Santa María de Soto que será transformada en 1665 por el arcediano Pedro Díaz de Oseja.


La donación efectuada por los dos clérigos llamados ambos Diego de la Caneja, que el Arcediano convirtió en canónigos, son datos procedentes de una fuente desconocida, y mientras no poseamos información contrastada y documentalmente fiable son hechos que deben permanecer en el terreno de lo puramente especulativo.


Santa María de Soto sigue siendo filial de Oseja en los años 1723, 1752 y 1756: así consta en los archivos diocesanos (E. Martino, Valdeburón, n.147), así aparece en el Catastro de Ensenada (Archivo Municipal de Oseja de Sajambre) y así se dice en un documento notarial al mencionar que don Joaquín de Sosa y Tovar es "cura deste dicho lugar (Oseja) y del de Soto, su anexo" (Archivo Piñán, Francisco Antonio Díaz Caneja 1756-11-30).


En el siglo XVIII se convierte en vicaría perpetua con un vicario a ella adscrito, pero ni el hecho de tener un vicario o ‘ayudante’ de cura, ni tampoco la posesión de pila bautismal y libros de bautismo la convierten en una parroquia autónoma. Esto no sucederá hasta comienzos del siglo XIX, según los documentos consultados por Eutimio Martino (La Montaña de Valdeburón, n. 255).


En el artículo que aquí iniciamos analizaremos la Fundación que Juana González de Coco establece en 1625 a través de los siguientes apartados: la fundadora y su familia; significado y función de las capellanías en la España del Antiguo Régimen; la capellanía de Soto; la transformación que de ella hace el arcediano Pedro Díaz de Oseja 40 años después; y la iglesia de Soto en los siglos XVII y XVIII.


PRÓXIMO CAPÍTULO (de este artículo): la Fundación de 1625, doña Juana González de Coco.

sábado, 18 de octubre de 2008

MÁS SOBRE APELLIDOS SAJAMBRIEGOS (IV): LOS PATRONÍMICOS



Hoy voy a hablar de todos los que llevamos apellidos tan comunes como Díaz, Fernández, Ibáñez, González, Martínez o Pérez e, incluso, Alonso, García y Martino.


En un documento del año 1304 que ha llegado hasta nosotros gracias a una defectuosa transcripción del siglo XVIII aparecen individuos llamados Domingo Fernández, Martín Domínguez, Juan Pérez, Domingo Rodríguez. Más adelante, encontramos nombres como Alfonso Pérez, Suero Díaz y Martín Díaz en 1406, María Alonso y Diego Díaz en 1408, Toribio Martínez, García Sánchez, Pedro Díez o Juan Alonso en 1411. Como se ve, pese a su vulgaridad, resultan ser los apellidos más antiguos del valle, hecho que no es privativo de Sajambre, sino que se trata de un fenómeno general que paso a explicar de la manera más sencilla posible.


Todos estos apellidos son patronímicos, lo que quiere decir que derivan del nombre del padre. El proceso histórico que dio lugar a los apellidos más característicos de nuestro país está muy documentado y muy estudiado, de tal manera que


Hasta 1000 aprox. = el apellido deriva del nombre del padre.

De 1000 a 1200 aprox. = conviven los dos sistemas.

A partir de 1200/1250 = se adopta el apellido del padre.


No obstante, en determinadas épocas veremos aflorar costumbres algo distintas a la práctica actual, como por ejemplo que los hijos varones adopten el primer apellido del padre y las hijas el de la madre.


El castellano, así como el asturleonés hablado en Sajambre, derivan del latín vulgar y la antroponimia deriva tanto del latín medieval como de las prácticas sociales de dicho período. En la alta Edad Media, la filiación se indicaba diciendo “Pedro hijo de Gonzalo” (“Petrus filius Gundisalvi”) simplificándose en un “Pedro de Gonzalo” o “Petrus Gundisalvi”, en donde el nombre de pila del padre (Gonzalo/Gundisalvus) aparece en genitivo indicando procedencia. A estos nombres en genitivo empieza a añadírseles una desinencia de origen prerromano que tiene el mismo significado: “-z” (“Gundisalviz”). La evolución del latín medieval al romance hará el resto y el antiguo “Gundisalviz” se transformará en el moderno “González” que, por esta razón, significa hijo de Gonzalo.


Paso a enumerar el desarrollo de algunos patronímicos usuales, considerando 1º) que la doble “n” evoluciona a “ñ”; la “e” y la “i” se intercambian, así como la “o” y la “u”; que la “i” larga se convierte en “j” ó “y” según pronunciación; y 2º) que a veces conviven diferentes grafías y diferentes maneras de pronunciar un mismo nombre que sufrirán distintas evoluciones:


ÁLVARO

Aluarus / Alvarus > Alvarii > Álvarez (= hijo de Álvaro)


DIEGO

Didacus > Didaci > Didaz > Díaz / Díez (= hijo de Diego)


FERNANDO

Fredenandus > Fredenandi > Fernandi > Fernández (= hijo de Fernando)


Fredenandus > Ferrandus > Ferrandi / Ferrández / Ferrándiz (= hijo de Fernando)


GONZALO

Gundisaluus/ Gundisalvus > Gundisalvi > Gunsalvi > González / Gonzálvez (= hijo de Gonzalo)


JUAN

Iohannes > Iohanni/Iohanne > Joanniz/Joannes > Juánnes/Yuánnez > Yáñez (= hijo de Juan)


Iohannes > Iohanne > Iohanniz/ Iohannez > Iuánnez > Ivánnez > Ibáñez (= hijo de Juan)


MARTÍN

Martinus > Martini > Martiniz > Martínez (= hijo de Martín)


PEDRO

Petrus > Petri > Petriz > Pétrez > Pérez (= hijo de Pedro)


RODRIGO

Rodericus > Roderici > Rodríguez (=hijo de Rodrigo) y su hipocorístico Ruy > Ruiz (= hijo de Rodrigo)


SANCHO

Sancius > Sancii > Sanz (= hijo de Sancho)


Sancius > Sancho > Sanchiz > Sánchez (= hijo de Sancho)


Otros antropónimos tuvieron el doble uso de nombres de pila y apellidos sin la “-z”, a pesar de que en determinadas épocas se utilizara (Adefonsiz y Garciaz aparece en documentos de los siglos XI y XII). Es lo que sucedió, por ejemplo, con:


Adefonsus > Adefonso > Alfonso > ALONSO (el Martín Alfonso de 1304 es, en realidad, un Martín Alonso). La forma Alonso se utiliza con posterioridad al siglo XVI.


Garcia > recibe la “z” en Garcíaz > para perderla en el posterior GARCÍA. Fue usado como nombre y como apellido.


El hipocorístico de Martinus, MARTÍN se usa como nombre y como apellido.


Martinus > se castellaniza en MARTINO y es variante asturleonesa (recuérdese el célebre Santo Martino de León y los muchos topónimos). Se utiliza como nombre y como apellido.

MÁS SOBRE APELLIDOS SAJAMBRIEGOS: LOS PATRONÍMICOS.

Hoy voy a hablar de todos los que llevamos apellidos tan comunes como Álvarez, Díaz, Fernández, Ibáñez, González, Martínez o Pérez e, incluso, Alonso, García y Martino.

En un documento del año 1304 que ha llegado hasta nosotros gracias a una defectuosa transcripción del siglo XVIII aparecen individuos llamados Domingo Fernández, Martín Domínguez, Juan Pérez, Domingo Rodríguez. Más adelante, encontramos nombres como Alfonso Pérez, Suero Díaz y Martín Díaz en 1406, María Alonso y Diego Díaz en 1408, Toribio Martínez, García Sánchez, Pedro Díez o Juan Alonso en 1411. Como se ve, pese a su vulgaridad, resultan ser los apellidos más antiguos del valle, hecho que no es privativo de Sajambre, sino que se trata de un fenómeno general que paso a explicar de la manera más sencilla posible.

Todos estos apellidos son patronímicos, lo que quiere decir que derivan del nombre del padre. El proceso histórico que dio lugar a los apellidos más característicos de nuestro país está muy documentado y muy estudiado, de tal manera que

Hasta 1100 aprox. = el apellido deriva del nombre del padre.

De 1100 a 1200 aprox. = conviven los dos sistemas.

A partir de 1200/1250 = se adopta el apellido del padre.

No obstante, en determinadas épocas veremos aflorar costumbres algo distintas a la práctica actual, como por ejemplo que los hijos varones adopten el primer apellido del padre y las hijas el de la madre.

El castellano, así como el asturleonés hablado en Sajambre, derivan del latín vulgar y la antroponimia deriva tanto del latín medieval como de las prácticas sociales de dicho período. En la alta Edad Media, la filiación se indicaba diciendo “Pedro hijo de Gonzalo” (“Petrus filius Gundisalvi”) simplificándose en un “Pedro de Gonzalo” o “Petrus Gundisalvi”, en donde el nombre de pila del padre (Gonzalo/Gundisalvus) aparece en genitivo indicando procedencia. A estos nombres en genitivo empieza a añadírseles una desinencia de origen prerromano que tiene el mismo significado: “-z” (“Gundisalviz”). La evolución del latín medieval al romance hará el resto y el antiguo “Gundisalviz” se transformará en el moderno “González” que, por esta razón, significa hijo de Gonzalo.

Paso a enumerar el desarrollo de algunos patronímicos usuales, considerando 1º) que la doble “n” evoluciona a “ñ”; la “e” y la “i” se intercambian; que la “o” deriva en “u”; que la “i” larga se convierte en “j” ó “y” según pronunciación; y 2º) que a veces conviven diferentes grafías y diferentes maneras de pronunciar un mismo nombre que sufrirán distintas evoluciones:

ÁLVAREZ

Aluarus / Alvarus > Alvarii > Álvarez (= hijo de Álvaro)

DIEGO

Didacus > Didaci > Didaz > Díaz / Díez (= hijo de Diego)

FERNANDO

Fredenandus > Fredenandi > Fernandi > Fernández (= hijo de Fernando)

Fredenandus > Ferrandus > Ferrandi / Ferrández / Ferrándiz, Ferrandi (= hijo de Fernando)

GONZALO

Gundisalvus > Gundisalvi > Gunsalvi > González / Gonzálvez (= hijo de Gonzalo)

JUAN

Iohannes > Iohanni/Iohanne > Joanniz/Joannes > Juánnes/Yuánnez > Yáñez (= hijo de Juan)

Iohannes > Iohanne > Iohanniz/ Iohannez > Iuánnez > Ivánnez > Ibáñez (= hijo de Juan)

MARTÍN

Martinus > Martini > Martiniz > Martínez (= hijo de Martín)

PEDRO

Petrus > Petri > Petriz > Pétrez > Pérez (= hijo de Pedro)

RODRIGO

Rodericus > Roderici > Rodríguez (=hijo de Rodrigo) y su hipocorístico Ruy > Ruiz (= hijo de Rodrigo)

SANCHO

Sancius > Sancii > Sanz (= hijo de Sancho)

Sancius > Sancho > Sanchiz > Sánchez (= hijo de Sancho)

Otros antropónimos tuvieron el doble uso de nombres de pila y apellidos sin la “-z”, a pesar de que en determinadas épocas se utilizara (Adefonsiz y Garciaz aparece en documentos de los siglos XI y XII). Es lo que sucedió, por ejemplo, con:

Adefonsus > Adefonso > Alfonso > ALONSO (el Martín Alfonso de 1304 es, en realidad, un Martín Alonso). La forma Alonso se utiliza con posterioridad al siglo XVI.

Garcia > recibe la “z” en Garcíaz > para perderla en el posterior GARCÍA. Fue usado como nombre y como apellido.

El hipocorístico de Martinus, MARTÍN se usa como nombre y como apellido.

Martinus > se castellaniza en MARTINO y es variante asturleonesa (recuérdese el célebre Santo Martino de León y los muchos topónimos). Se utiliza como nombre y como apellido.

miércoles, 8 de octubre de 2008

MÁS SOBRE APELLIDOS SAJAMBRIEGOS (IV): BLANCO, REDONDO, MENDOZA.

BLANCO.- La mención más antigua que conozco hasta el momento en esta región pertenece al Alcaide del Castillo de Guardo, Juan Alonso Blanco, que está documentado en Valdeón en los años 1449 y 1450. Desde 1516, algunos vecinos de Soto de Valdeón llevan este apellido. En 1535, el párroco de Éscaro llevaba por nombre Juan Blanco. En 1551, Gutierre Blanco es escribano público en la tierra. El apellido Blanco aparece documentado en Vierdes en el año 1552 y en 1622 sabemos de un vecino de Vierdes llamdo también Gutierre Blanco (Archivo Piñán, Sancho Díaz 1622-03-29); considerando que el nombre Gutierre no se prodiga en la zona, quizá los el Gutierre Blanco sajambriego era familiar del escribano de la Merindad. Al menos, entre 1552 y 1637 seguía siendo apellido característico del lugar. En el año 1632, una familia apellidada Blanco era propietaria del casar situado en el Prao de La Campana de Vierdes, granja que lindaba "con la casa biexa de los Blancos y con el camino real" (Archivo Piñán, Sancho Díaz 1632-03-08).

REDONDO.- Es apellido dominante en Pio desde el año 1552. En 1558, un Juan Alonso Redondo es juez del Concejo de Sajambre (Archivo Piñán, Toribio de Granda 1598-05-04) y en 1607 lo es un Juan Redondo (Archivo Piñán, Sancho Díaz 1607-11-20). El apellido se documenta en Vierdes desde 1637, pero es minoritario en estos siglos. Se extiende a finales del siglo XVI por el norte de Castilla. En 1653 hay Redondos en Caín. En 1674, Alfonso de Redondo es regidor del concejo de Vierdes y Pío. En 1692, un Pedro Redondo, vecino de Pío, representa a la Asamblea Vecinal de Vierdes y Pío en un pleito contra la de Oseja (Archivo Particular s/s). En 1753 un Pedro Redondo Díez era dueño de un molino harinero en Pio o en Vierdes. En un documento de 1631 todos los testigos de Pio presentes al acto documental se apellidan Redondo (Archivo Piñán, Sancho Díaz 1631-01-21).

MENDOZA.- Como muchos de los apellidos del valle aparece documentado por primera vez en Soto en el siglo XVI, en concreto en el año 1552. Desde 1607 está atestiguado también en Oseja. Hubo dos notarios públicos en la familia (uno en el siglo XVII y otro en el XVIII) y en 1672, una María de Mendoza vivía en Los Llanos de Valdeón. Se desconoce la procedencia de las familias sajambriegas designadas con este apellido, hoy muy extendido por toda España y América.
Durante la Edad Media fue apellido noble. De esta familia proceden muchos títulos nobiliarios como el de Marqués de Santillana (Íñigo López de Mendoza). El padre de don Íñigo fue don Diego Hurtado de Mendoza, Almirante de Castilla. Su abuelo fue don Pedro González de Mendoza y su bisabuelo, don Gonzalo Yáñez de Mendoza, pertenecía al linaje oriundo de la Torre de Mendiotz, en Álava, solar de los Señores de Vizcaya. Los herederos del Marqués de Santillana, como su hijo el cardenal Mendoza, fueron Duques del Infantado (con casa en Potes) y los Reyes Católicos nombraron a don Juan Hurtado de Mendoza, Marqués de Cañete.
Lamento tener que descender a la tierra desde estas altas alcurnias, en serio que lo siento, pero lo que acabo de exponer no quiere decir que todos los Mendoza actuales desciendan de la alta nobleza castellana.
En los siglos XVI y XVII, la mayoría de los españoles se afanaban por ocultar sus orígenes ante las estrictas leyes que exigían la pureza de sangre para casi todo, o intentaban escapar de la Inquisición por culpa de cualquier acusación, generalmente falsa, de un convecino envidioso. Los apellidos y aun los nombres de pila denunciaban el origen social y, a menudo, racial y religioso, razón por la cual a partir del siglo XVI la gente empieza a cambiarse los apellidos. Este fenómeno tan característico de la España de los siglos XVI y XVII ha sido muy estudiado y es, por tanto, muy conocido. Entre las varias estrategias que se utilizaron para tal fin se encuentra la de sustituir antiguos apellidos "poco claros" por otros que eran típicos de familias de las que nadie dudaba, como por ejemplo la vieja nobleza castellana. Y he aquí que los dos apellidos más solicitados por los leoneses y castellanos que decidían ocultar antiguas mezclas de sangre fueron, precisamente, Mendoza y Guzmán (ya hemos visto a los Mendoza, recuérdese que Guzmanes eran los Medinaceli y los Medina Sidonia). También los nobles cedían su apellido a los que apadrinaban, incluso a miembros de sus criazones o, sencillamente, los Mendoza sajambriegos pueden proceder de la villa alavesa del mismo nombre sin conexión alguna con los nobles del lugar. Las razones que pueden explicar el origen de este apellido entre nosotros es muy diverso.
Personalmente he de decir que no sé de dónde proceden los Mendoza sajambriegos, pero lo que la Historia dice lo acabo de redactar. Ruego que no se mate al mensajero, que a estas alturas ya voy bien servida.