lunes, 1 de marzo de 2010

HISTORIA DEL TRAJE EN SAJAMBRE (3): la indumentaria masculina.

FOTO 1.- Camisa, ropilla y calzones. Fuente: Museo del Traje de Madrid.

FOTO 2.- Hungarina. Fuente: www.fuentearmegil.com

FOTO 3.- Coricia. Fuente: http://www.dayures.com.ar/

Cuanto más retrocedemos en el tiempo, más escasos son los ajuares que encontramos entre la mayoría de los sajambriegos, pero a partir del siglo XVIII solían poseerse dos trajes: uno de sayal y estameña y el otro de paño. El uno para la faena diaria y el otro para las festividades y celebraciones. A esto último parece apuntar la expresión “uso de vestir ordinario” que se utiliza para describir el único traje hallado entre los bienes de Ramón Díaz de Caldevilla en 1796: “toda la ropa del difunto del huso de bestir hordinario, sayal viejo, estameña casera”.

Al designar de manera genérica al traje masculino sajambriego se habla siempre de “un vestido de su cuerpo”. El inventario de bienes de un vecino del barrio de La Pandiella, en Oseja, datado el 16 de septiembre del año 1720, nos dice en qué consistía dicho traje: “un bestido de su cuerpo, de paño, que se compone de ropilla, jubón y calzón y ungarina. Yten otro de sayal, según estilo de la tierra”. Naturalmente, a estas prendas enumeradas hay que añadir la ropa interior, el calzado y algunos complementos si hubiera lugar.

CAMISA
La ropa interior se componía de camisa y calzas o medias calzas. La camisa aparece con frecuencia en los documentos, pero nunca se dice de qué tejido estaba hecha. La tradición indica que debía ser de lienzo o de estopa confeccionada con el lino del país.
Era una prenda ancha en el cuerpo y abierta en el pecho, cubría enteramente los brazos y los muslos, poseía amplios cuellos en los siglos XVI y XVII. Sus dimensiones se irán reduciendo a lo largo del siglo XIX.

CALZAS Y MEDIAS CALZAS
No he documentado las calzas, que cubrían cada pierna por entero en piezas independientes que luego se ataban a la cintura con cordones.
Las medias calzas o medias, que llegaban hasta la rodilla, aparecen en un inventario hecho entre 1745 y 1756, y se dice que eran de lana. Se siguen mencionando en el siglo XIX.

CHAPINES O ESCARPINES
Para abrigar el pie cuando se calzaban madreñas y coricias se utilizaban los escarpines o chapines/chapinos, que se vestían por encima de las medias y se componían de una única pieza de sayal para cada pie “sin más adorno que un ribete de cinta en la boca”, se dice en el Vocabulario sajambriego(1).
No aparecen en los protocolos que he consultado hasta el momento, pero están atestiguados en el año 1778 en Valdeón: “tres pares de escarpines nuebos”(2).

CALZONES
Prenda de vestir con dos perneras que cubría desde la cintura hasta la rodilla o por debajo de ella, no estando necesariamente fruncidas o recogidas. Están documentados durante todo el siglo XVIII y el XIX. Podían ser de sayal o de paño.

JUBÓN
El jubón masculino era una prenda interior que abrigaba desde los hombros hasta la cintura, ceñida y ajustada al cuerpo, que se componía de dos delanteros, un espaldar y un cuello rígido. Se colocaba sobre la camisa y debajo de la ropilla. Equivalía al chaleco actual y se documenta en Sajambre en los siglos XVII y XVIII.

ALMILLA
Era una especie de jubón que servía de prenda de abrigo ajustada al cuerpo, con medias mangas o sin ellas. Un vecino de Pío poseía en 1787 una almilla de color azul y en 1812 se habla de “una armilla buena de sempiterna”. En el vecino concejo de Valdeón las había de estameña y de serafina (tela de lana de textura similar a la bayeta) a finales del siglo XVIII(2).

CHALECO
El jubón es sustituido por el chaleco en el siglo XIX, y en Sajambre lo encontramos por primera vez en un inventario de Oseja del año 1808 nombrado como “un chalequito de estameña azul”, tasado en ocho reales.

ROPILLA
La ropilla fue una prenda típica del siglo XVII que siguió utilizándose en Sajambre hasta los años 1810 y 1812, posiblemente por haber ido pasando de generación en generación, lo que explica que en los inventarios del siglo XIX se describan como “muy viejas”.
Era una prenda que se colocaba encima del jubón, bien ajustada al cuerpo, con mangas sueltas o muy anchas (FOTO n.1).

CEÑIDORES
No tenemos noticia de las fajas de uso masculino con anterioridad a 1826, pues sólo se mencionan en 1653 en relación con la indumentaria femenina.
Como ceñidores, las fuentes mencionan el cinto. Al juez ordinario del Pueblo de Oseja le quebraron el suyo cuando fue atacado y golpeado en el año 1698. Y Agustín Piñán de Cueto Luengo recibió como herencia hacia 1750 un exótico “cinto de lobo marino” valorado en cinco reales.
En 1812 aparece por vez primera “una corbata en dos reales”. ¿En dónde? En la casa de Pedro Simón de Vierdes, el de las modernidades.

HUNGARINA
La hungarina, escrita en los protocolos notariales sajambriegos bajo las formas de anguariña, anguarina o ungarina, está documentada desde el año 1679 hasta 1813. Se trata de un capote rústico, largo y con capiello o capucha, muy utilizado por los pastores en tiempo de aguas (FOTO n.2). En Sajambre las hubo de sayal y de paño, pero no las poseía todo el mundo.
En las casas de los ricos había varias y en las de los pobres a menudo ninguna. Por ejemplo, la descripción completa del único traje que dejó Ramón Díaz de Caldevilla dice “toda la ropa del difunto Ramón del huso de bestir hordinario, sayal viejo, estameña casera, camisas y más, destrozado, de mui poca estima, sin anguarina, en un real”. Que todo este conjunto se valorase en un único real explica sobradamente la dimensión exacta de la palabra “destrozado” que aquí se emplea. Pero lo que nos interesa señalar es que este limitado ajuar carecía de hungarina.
En cambio, en 1728, Alejandro Piñán de Cueto Luengo entrega a su criado, Pedro Alonso, “por el cariño que le tengo, le mando una anguariña de paño, la mejor que dejó dicho mi padre”.

CAPOTE
En el inventario de bienes dejados por José Rodríguez, hermano de Santiago Rodríguez y viudo de Bárbara Díaz, padres que fueron de Manuel, Rafael, Felipa, Bárbara y María, hecho en Oseja en el triste año de 1808 se incluye “un capote de paño rojo a mano y a medio uso” valorado en 32 reales, tasación que apunta a una prenda de buen género y valiosa confección.
Estos capotes o capas de valía se utilizaban sólo en ocasiones solemnes, festivas o en celebraciones como bodas o bautizos. El capote de labrador y aldeano, fuese éste pobre o acomodado, debía ser de color pardo, ya que el negro estaba reservado a los habitantes de las ciudades. Así se cumplió hasta el siglo XIX.

ABARCAS o MADREÑAS
Por lo que se refiere al calzado, lo único que se mencionan son los característicos zuecos de madera del país, a los que se les llama siempre abarcas con anterioridad al siglo XIX.

De hecho, el término abarcas se utiliza también en la documentación del Oriente de Asturias de la época para designar las madreñas y así aparece, por ejemplo, en los capítulos que regulan el trabajo de la madera en las Ordenanzas Municipales del Concejo de Cabrales del año 1726.

No hay error al identificar esta voz con las actuales madreñas y no cabe confusión con otro tipo de calzado porque expresamente se hace referencia a la tarea de trabajar la madera o a los útiles tradicionales del trabajo madreñero: “Iten una llegra de abarcas y un taladro de abarcas” (Vierdes, 1720); “un taladro de hacer abarcas tasado en diez reales” (Soto, 1813); “un taladro de tarugar abarcas” (Oseja, 1813).

La primera vez que se utiliza el término madreña se hace en un documento del año 1808: “una llegra de hacer madreñas en dos reales... Idem un barreno de madreñas en seis”.

ZAPATOS, CORICIAS
No he hallado el término coricias en ninguno de los documentos que he manejado hasta el momento. Sólo se mencionan “unos zapatos nuevos” de mujer en un testamento de 1625. Pero sabemos que, en estos tiempos, el calzado utilizado por hombres y mujeres labradores era el mismo, por lo que estos “zapatos nuevos” quizás fuesen unas coricias recién hechas.

Las coricias son un calzado de cuero grueso hecho a mano, ajustado al pie y atado con correas que penetran a través de ojales practicados en la pieza (FOTO n.3). El Vocabulario sajambriego considera la voz abarca como sinónimo de coricia, pero en los documentos antiguos dejan claro que las abarcas son siempre las madreñas.

MONTERA
Para abrigar la cabeza, encontramos la montera en un inventario de Pío del año 1714 ("una montera de paño vieja") y otra en Soto en 1810 ("una montera vieja en siete reales").

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NOTAS
(1) José Díaz y Díaz-Caneja /Olegario Díaz-Caneja, Vocabulario sajambriego, León 2000, p.74.

(2) Posada de Valdeón, Archivo de la Junta Vecinal, caja 7, Fulgencio Raimundo de Pesquera Pérez de Prado, doc. n.12.

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