jueves, 22 de mayo de 2014

LOS NOMBRES VERDADEROS: OSEYA Y SAYAMBRE



Este artículo está basado en un trabajo de mi autoría que es accesible on line (1).

Ya sabemos que la localidad sajambriega que conservó hasta el siglo XX la lengua que se habló antiguamente en todo el valle fue el pueblo de Pio (sin tilde). Allí se decía Oseya, Sayambre y aún en la actualidad hay quien pronuncia, alguna vez,  Oseya en lugar de Oseja.  Vamos a ver qué nos dicen los documentos del pasado sobre esta cuestión.

Durante la Edad Media el nombre oficial del Concejo fue el de Sayame/Seyame y Sayanbre/Seyanbre. No sabemos muy bien si por razones cronológicas (donde la forma más antigua habría sido la de Sayame, directamente derivada del prerromano Saliame) o por la existencia de una doble pronunciación (2). Lo mismo le sucedió a la localidad principal, que entonces se decía Oseya. Este carácter oficial de Sayame y Sayambre viene determinado por su uso en documentos reales elaborados en las cancillerías de Fernando IV, Juan II o los Reyes Católicos.  

Ambos topónimos podían escribirse con /y/, con /i/ corta o con /i/ larga indistintamente, a causa de la indecisión gráfica que existió en las primeras etapas escritas de las lenguas romances peninsulares a la hora de representar sonidos inexistentes en el latín del que procedían.

Seyame y Sayambre son formas que siguen documentándose en 1512, 1551 y 1555. En el registro de la Casa de la Contratación de Sevilla donde figura el sajambriego que se embarcó hacia América en el año 1512, se lee con claridad que era «vecino de Soto de Seyame» con /y/ (3). Se le conocía como «Gonzalo Asturiano» porque posiblemente se utilizó como apellido un apodo relacionado con su origen geográfico y lingüístico.

Algún tiempo después, en 1555, se registra la capital del valle como «aldeo de Seya» (4).  En la misma fecha seguimos leyendo Sayambre/Seyambre en documentos judiciales de la Real Chancillería de Valladolid, es decir, en documentos administrativos del reino (5).  

Sin embargo, esta época es la misma en la que tales topónimos empiezan a aparecer con el grafema /x/ en la documentación real, eclesiástica, judicial, notarial y en los testimonios autógrafos de personas cultas o alfabetizadas: Osexa y Saxanbre. A partir de este momento, en todos los documentos «oficiales» figurarán los topónimos Osexa/Oseja y Saxambre/Sajambre con el sonido jota. 

Sin embargo, en documentos «no oficiales» seguimos encontrando el rastro de Sayambre en los siglos XVII, XVIII y XIX, siendo la última fecha registrada hasta el momento la de 1881. Véase en la fotografía adjunta un caso de 1660.

¿Qué significa esta realidad que transmiten los documentos conservados? 

1º.  En primer lugar, quiere decir que en la Edad Media la pronunciación en el valle era la de Oseya y Sayame/Seyame o Sayambre/Seyambre, y que así la adoptaron (reconociéndola por tanto) los monarcas de la época. Su aparición en documentos no oficiales posteriores a 1501 quiere decir que esta pronunciación pervivió fuera de los canales de la Administración del reino hasta la Edad Contemporánea y que, pese a las influencias extrañas, los sajambriegos siguieron pronunciando Oseya y Sayambre en todo el valle hasta, por lo menos, 1881 y, en Pio, hasta el siglo XX inclusive. 

2º. En segundo lugar, quiere decir que existió una tendencia oficial por castellanizar la pronunciación autóctona, característica de una lengua que no era el castellano y que, según estudios contrastados, es un fenómeno que se inicia en época de los Trastámara (Baja Edad Media) y se va imponiendo «desde arriba hacia abajo» mediante ciertas estrategias. Uno de los instrumentos utilizados por el Poder para dicha finalidad fue el uso de los documentos de gobierno (reales, eclesiásticos) y aquellos otros derivados de la práctica administrativa (notariales, judiciales, fiscales, etc) que debían redactarse, por ley, en la lengua oficial del reino, es decir, en castellano. Cuando estos documentos llegaban a sus destinatarios, éstos leían directamente (si sabían) u «oían leer» a terceras personas (si no sabían) los nombres de su territorio y de sus pueblos como Sajambre y como Oseja. Durante sigos y siglos, las gentes humildes «oyeron» a reyes,  obispos y grandes personajes «decir» Oseja y Sajambre. La consecuencia fue la que el Poder pretendía: obligar a todo el mundo a pronunciar de la misma manera. Naturalmente, en castellano.  Las formas Sajambre y Oseja son una imposición, no una evolución.  Pero aún hay más.

3º. Nos interesa ahora fijarnos en el papel desempeñado por la escuela elemental. La alfabetización en esta parte de la geografía peninsular se hizo en castellano desde, por lo menos, el siglo XVI, ya que tanto las personas cultas, como los que simplemente aprendían a escribir, salían de la escuela haciéndolo en castellano.  Por tanto, además de los funcionarios reales, señoriales y eclesiásticos, también fueron instrumentos de la unificación lingüística planificada por los gobernantes todos los que pasaban por la escuela en cualquiera de sus niveles. 

Este fenómeno sociolingüístico resulta muy fácil de entender en la actualidad gracias a nuestra historia reciente. Excepto las generaciones nacidas ya en la Democracia, todos los demás no sólo aprendimos a leer y a escribir en castellano en las escuelas, sino que en esas mismas escuelas trataban de erradicar las lenguas minoritarias de España inculcando la idea  de que la forma de hablar de la gente de los pueblos era errónea y que lo correcto en castellano era decir, por ejemplo, «voy para el molino», en lugar de «voy pa’l molín» y, por esta misma razón, era más correcto decir «La Güera del Molino» que «La Güera Molín» o «La Güera el Molín» (sin preposición). 

Todavía es el día de hoy que, cuando preguntas por la toponimia menor de algún lugar, la persona (sobre todo si es de edad) o proporciona la variante castellana directamente o a menudo se autocorrige. Esto es producto de años y años y años de estar recibiendo la idea de que su manera de hablar era mala e incorrecta. Pues bien, esta forma de “corregir” las lenguas romances hispanas no castellanas, sustituyéndolas por la lengua dominante, es un fenómeno cultural progresivo que empezó a suceder en las escuelas del reino de Castilla a finales de la Edad Media.  

Sin embargo, el elevado nivel de analfabetismo que existió en el mundo rural español hasta el mismo siglo XX y, con ello, la extensión y transmisión de la cultura oral, favorecieron la conservación de las hablas locales en algunos lugares, aunque éstas estuvieran cada vez más contaminadas e invadidas por el castellano. El problema que tenemos los historiadores es que las manifestaciones lingüísticas de los analfabetos, que siguieron utilizando su lengua materna en el pasado, están prácticamente ausentes de las fuentes escritas por su calidad de ágrafos. Sólo rara vez sus testimonios literales quedan recogidos en algún documento.  Por eso, resulta tan interesante encontrar fuentes escritas que reflejen la oralidad en las etapas pre-estadísticas.

Esto es lo que sucede en algunos documentos que presenté a la Academia de la Llingua Asturiana en el año 2012 (6), en los que se atestigua la pronunciación de Seya, Oseya y Sayambre desde la Edad Media hasta el siglo XIX inclusive de manera ininterrumpida. Por lo que nos interesa en este caso concreto que estamos analizando, dichas fuentes demuestran que los sajambriegos mantuvieron viva la lengua materna hasta la Edad Contemporánea, pese a la fuerte influencia del castellano dominante, aunque a mediados del siglo XX ya hubiera quedado reducida al pueblo de Pio. 

En la edición póstuma del Vocabulario sajambriego (2001), firmado por dos personas que recogieron el léxico y efectuaron sus observaciones en la primera mitad del siglo XX, leemos lo siguiente en las pp. 491 y 544:
«Sayambre. Denominación autóctona y genuina del valle y concejo modernamente mal llamado ‘Sajambre’, y peor aún, ‘Oseja de Sajambre’».

«Useya. Forma más arcaica que se conoce en Sajambre del nombre actual de Oseja, que todavía se oye a la gente anciana de Yandelagua», es decir, de Pio, Vierdes y Ribota.
Lo interesante de mi aportación publicada en el año 2013 es haber podido demostrar, con suficiente e incontestable documentación original, que no existe ninguna duda de que las pronunciaciones autóctonas de Seya, Oseya y Sayambre fueron utilizadas desde la Edad Media hasta el siglo XIX inclusive por los naturales del «concejo modernamente mal llamado Sajambre». 

Esta jabla (h.abla), este elemento del Patrimonio Cultural Inmaterial de los sayambriegos, no es otra cosa que el asturleonés en su variante oriental. Para los no entendidos hay que aclarar que la diferencia entre el asturiano (bable) y el leonés es sólo política, ya que se trata de la misma lengua y así está reconocido por la comunidad científica internacional. 

Cuanto más profundizamos en el tiempo, mayor cantidad de testimonios asturleoneses podemos documentar y atestiguar como de uso frecuente entre los sayambriegos de todas las localidades del valle. Así sucede, por ejemplo, con un léxico muy rico que se fue perdiendo poco a poco y que hoy está totalmente olvidado: llorambre, cuéranu, bringa, pocella y un largo etcétera.     

Lo mismo que sucedió en Sayambre (y que, gracias a los registros conservados, estamos pudiendo documentar) sucedió en toda Asturias y en todo el dominio lingüístico del asturleonés, pues se trata de un fenómeno general, matizado en cada caso por los condicionamientos culturales de su respectiva evolución histórica. 



Fuente: Xosé Lluis GARCÍA ARIAS, Gramática histórica de la lengua asturiana, ed. Academia de la Llingua Asturiana, Uviéu (segunda edición iguada y allargada), 2003, fig.32. / Coloreada en Tierra alantre, la mesma fala: http://tierraalantre.wordpress.com     Pinchar en la fotografía para verla ampliada. 

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NOTAS
(1) «Las grafías del Seya en los documentos de los siglos XII al XIX», en Lletres asturianes. Boletín de l’Academia de la Llingua Asturiana 108 (2013), pp.53-68:
(2) La forma Saliamne está descartada desde hace tiempo por los lingüistas, ya que se trata de una latinización medieval de un topónimo indígena (ibídem, pp.60-62).
(3)  Puede verse una fotografía de este documento en ibídem, p.62. 
(4) Puede verse una fotografía de este documento en ibídem, p.59. 
(5) Ibídem, pp.62-64.
(6)  «Lengua y escritura en el Alto Seya según los documentos de la Edad Media y la Edad Moderna», ponencia impartida en las XXXI Xornaes Internacionales d'Estudiu de la Academia de la Llingua Asturiana, Uviéu, 2012.

5 comentarios:

lourdes vega dijo...

Muy interesante todo. Yo te puedo decir que no solo en Pio se conservó todo lo que dices del vocabulario, mis abuelos maternos Domingo Rodriguez de Oseja y mi abuela de Ribota decían Oseya y sayambre...y yo recuerdo a muchos de todos los pueblos que decían y hablaban lo mismo y era bien entrado el Siglo XX...y recuerdo bien decir a Amancia "habla" "helecho" etc.

lourdes vega dijo...

"habla" pronunciando " jabla"" helecho" jelecho etc y así un sin fin de palabras y que se fueron castellanizando como tu bien dices...y por los motivos que dices.

Elena E. Rodríguez Díaz dijo...

Gracias, Lourdes, por esta magnífica información que, unida a la que me han transmitido otras personas, permite datar los últimos usos de Sayambre/Oseya fuera de Pio ¿cuándo? ¿En los años 50 o 60 quizás? ¿O antes? De otro lado, la aspiración de la h, característica del asturleonés oriental, se mantuvo más tiempo. A la actualidad llega la toponimia menor, en algunos casos intacta, y se sigue diciendo El Joyo (y no el hoyo), gracias a que este tipo de nombres tardaron en entrar en los mapas y, por tanto, hubo pocas ocasiones para que se modificaran castellanizándolos. Por desgracia, la tendencia estatal a castellanizar sigue existiendo. Un caso sangrante es el catastro de fincas rústicas de Castilla y León. También algunos letreros puestos por el Parque Nacional.

lourdes vega dijo...

Yo te hablo de los años 40 enteros, el 50 ya me fuí al Noviciado pero mi abuela que todavia vivía hablabla así, y Amancia y Amador primos de mi madre y mayores que ella, lo mismo, mis padres ya no tanto y lo mismo los de su época. los de Ribota y demás pueblos, más que los de Oseja "Voy pa' Oseya..." decían siempre y claro, lo que dices tú, creíamos, me incluyo yo también,que hablábamos mal...y decíamos," mira que señorito habla ese...o esa..."si lo hacían en buen castellano.

Elena dijo...

Muchas gracias de nuevo por esta valiosa información.

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