domingo, 9 de diciembre de 2012

NOTICIAS HISTÓRICAS SOBRE EL SAJAMBRE TRADICIONAL: LA QUIJIELLA Y LOS LAVADEROS PÚBLICOS



Bogada que se exhibe en el Museo del Pueblo de Asturias en Gijón.

La quijiella es una de las partes del instrumento doméstico con el que se hacía la colada antes de inventarse las lavadoras modernas. El Vocabulario sajambriego proporciona otras dos palabras relacionadas con el mismo artilugio: la de cernada y cernadero.

Todas ellas son voces utilizadas en Asturias: cernada, cernaderu y queisiel.la, empleándose también el término bogada (1) que debió conocerse en Sajambre como veremos a continuación.

Aunque ya hemos tenido ocasión de hablar de este artefacto en las páginas de este blog, digamos que el mecanismo se componía de un tronco ahuecado o quijiella en el que se introducía la ropa que iba a ser colada. Encima de la ropa se ponía el cernadero o paño que servía de filtro, sobre el que se colocaba la ceniza del llar o cernada. La quijiella quedaba dentro de un recipiente cilíndrico de madera o de piedra llamado bogada que se colocaba sobre un soporte adicional para facilitar el desagüe de la lejía producida al verter agua caliente sobre la ceniza.  



Bogada y quijiella (a la izquierda, en el suelo) que se exhiben en la Colección Etnográfica de Juan Manuel González, en Oseja de Sajambre.

El término bogada está sobradamente documentado en Asturias y en otros lugares de la cornisa cantábrica, como en el lejano País Vasco, según leemos en las ordenanzas municipales de la villa de Lequeitio del año 1486 (2). Esto indica que debía ser una palabra extendida que bien pudo conocerse también en Sajambre, aunque hoy se haya olvidado y se identifique la parte por el todo.

Pero lo más curioso es que la quijiella no aparece en la documentación antes de 1800.  Ni uno solo de los inventarios de bienes de los siglos XVI, XVII y XVIII conservados (y son muchos) mencionan ninguno de los instrumentos domésticos relacionados con la colada. En cambio, a partir de la Guerra de la Independencia empiezan a aparecer en los bienes de difuntos.

Por ejemplo, la vecina de Oseja, María Díaz, muerta en el año 1815 poseía una quijiella y el vecino de Ribota, Manuel Díez, casado con María Redondo y padre de Josefa y de Francisca, tenía en 1816 «dos quijiellas de a media carga».

Nos consta que en España se conocía el uso blanqueador de la ceniza desde la época romana y la Edad Media, y en la literatura de los Siglos de Oro hay suficientes alusiones a la colada como sinónimo del lavado de ropa. Pero a juzgar por lo que sucede en los documentos, mi pregunta es la siguiente: si se conocía la técnica, ¿por qué no aparece ni una sola quijiella en los inventarios de bienes sajambriegos anteriores a 1800 con éste o con otro nombre?  ¿Es que acaso las quijiellas y bogadas se introdujeron en el valle alrededor de 1800?

Algo parecido sucede con los lavaderos públicos, aunque el caso sea diferente. Las delimitaciones de casas, hórreos, cuadras, pajares y caminos en los documentos de los siglos XVII y XVIII son abundantes y, sin embargo, ni en una sola de ellas se menciona un lavadero en ninguno de los cinco pueblos del valle, al contrario de lo que sucede con las fuentes y con los abrevaderos para el ganado. Los lavaderos empiezan a aparecer en los documentos en la misma época que las quijiellas: después de la Guerra de la Independencia.  Pero en este caso la ausencia de lavaderos está justificada. Veamos.

Aunque en la documentación sajambriega, con anterioridad a 1800, no aparece ni siquiera el término lavadero, sabemos que antes del siglo XIX se llamaba así a los lugares al aire libre a los que acudían las mujeres para este fin, fuera un tramo del río, un arroyo o una fuente. De esta manera se utiliza, por ejemplo, en las leyes de la Novísima Recopilación de 1790.  En cambio, lo que hoy llamamos lavaderos públicos, es decir, los recintos arquitectónicos cubiertos con un tejado, con una o más piletas y bancas corridas o individuales, son construcciones que se difunden en el medio rural español a partir de principios del siglo XIX. En este sentido, la fecha de 1815 en la que se registra el primer lavadero sajambriego (3) es coherente con lo que sucedía en otros lugares del norte peninsular e, incluso, podría considerarse como relativamente temprana.

Lo que no nos consta es quién costeó este lavadero, si fue una iniciativa concejil desde el primer momento o si fue edificado por algún indiano acaudalado o por algún prócer local, como haría en Soto Don Félix de Martino un siglo después.

Entre las mejoras urbanísticas del siglo XIX, los lavaderos públicos supusieron un avance importantísimo para el trabajo y la calidad de vida de las mujeres. A pesar de la penosa tarea de la colada, al menos el lavadero les evitaba tener que desplazarse a los ríos o a los arroyos, a veces a las afueras del pueblo, cargando con pesados cestos a la ida y a la vuelta;  y les libraba de tener que soportar las inclemencias del tiempo, especialmente en el invierno con el viento, el frío y la nieve, de rodillas sobre el suelo, encorvadas y metiendo sus brazos en el agua helada.  Tanto era así que en tratados médicos del siglo XIX se reconocen los males que las mujeres desarrollaban a causa de esta lastimosa actividad, tales como sabañones, grietas en las manos, quemaduras y enfermedades reumáticas.  

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NOTAS

(1) Diccionariu de la Llingua Asturiana, disponible on line en www.academiadelallingua.com
(2) Cuando se enumeran las cosas que estaba prohibido hacer durante las festividades religiosas, se dice «e tanpoco que non faga bogada nin lave ropa en ese día, so la dicha pena» (J. Enríquez Fernández et alii, Colección documental del Archivo Municipal de Lequeitio, San Sebastián, 1992). No obstante, al siglo XX llegó llamándose kuba y boketa (J.Caro Baroja, Los vascos, Madrid, 1971).
(3) En Oseja, junto a La Fuentona. El documento dice que ya existía en 1815, así que su construcción tuvo que ser algo anterior.

2 comentarios:

lourdes Vega dijo...

Así era exactamente, todo lo referente a la colada y yo lo viví.No la hacía yo, veía a mi abuela y a mi tía Antonia y los nombre eran los mismos "quijiella", "cernadero, "cernada"...el término, "bagada" no lo había oído.

Elena dijo...

Parece que el término "bogada" no llegó al siglo XX en Sajambre, utilizándose la parte (quijiella) por el todo para definir el utensilio, pero debió conocerse con anterioridad porque estaba extendido por el norte. Pudo sucederle lo mismo que a otras palabras que vamos documentando, que se olvidaron.

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