domingo, 16 de septiembre de 2012

EL MOLINO Y EL LAVADERO DE CALDEVILLA EN 1815 (y 2).



Veíamos en el post anterior cómo el concejo de Oseja había denunciado la obra de un nuevo molino que pretendía construirse en Ruseria y leíamos las argumentaciones del Pueblo por boca de sus representantes legales.

La Fuentona en la actualidad.
 El molino que Isidoro González quería construir con el agua de La Fuentona era un molino de cubo, lo que suponía una innovación para Oseja, en donde solo existían los tradicionales molinos que se movían con la fuerza del río.  Como viene siendo habitual en la mentalidad campesina en general y en la sajambriega en particular, las gentes se opusieron a la novedad por la fuerte desconfianza que les causaba la iniciativa arremetiendo con el tremendismo y la dureza que vimos en el post anterior contra Isidoro González.  

La variedad del «molino de cubo» se utilizaba para lugares en donde la corriente de agua era escasa, como sucedía con el arroyo que salía de La Fuentona. La rueda se movía por la presión que alcanzaba el agua recogida en un depósito vertical y circular, llamado cubo, que accionaba la rueda según se iba vaciando.   

Al defenderse de las acusaciones de los vecinos de Oseja, el dueño del molino precisa las características y el emplazamiento exacto de la construcción:  

«Los ymaginados perjuicios que dibulgan los contrarios temiéndose que yo haga algún alberque por bajo de la Fuente de Monasterio a donde pudiera suceder algún daño, éste se evita porque prometo no hacer allí alberque alguno, supuesto que el agua de dicha fuente la yntrodujo en un huerto mío ynmediato para su riego, a donde pienso hacer toda la maniobra, y el cubo a de principiar en dicho huerto cerrado, y el molino bajo el mismo huerto, sin que pueda seguirse daño a ninguno, que por lo mismo conpré y derribé un nogal que avía a donde se funda el sitio que tengo principiado a cimentar. Por lo que dicho enbargo nace de pura malicia... » (1815, agosto, 9).  

Por tanto, el depósito de agua estaría en el huerto propiedad de Isidoro González, topográficamente más alto que el molino que iba a construir en la orilla del camino, cuya integridad y la del lavadero se aseguran: 

«Se dejará tránsito y cañada suficiente para tránsito de ganados de toda especie. El labadero quedará como se halla. Las aguas nunca podrán hacer los daños que se proponen porque ya no le hacen, ni aora, ni aunque tomen otra dirección pueden hacerle balsa. Para aquél tampoco pienso hacerla. Y así queda devanecido lo que se dice de aogar los niños. Toda la represa que de éstas pueda hacerse queda dentro de mi misma posesión y en caso de haver daño, yo solo le esperimentaría» (1815, agosto, 9).  

Por lo que se dice, el molino proyectado constaría exclusivamente de un cubo, sin ningún estanque adicional, que se iría llenando con el agua convenientemente canalizada de La Fuentona hacia el huerto que, a decir de otros documentos, estaba cercado, lo que a su vez minimizaba o, incluso, impedía  los hipotéticos peligros que podían suponer estas instalaciones.  

El conjunto del mecanismo que se quería construir se iba a hacer en una propiedad particular de Isidoro formada por el huerto y por el solar que había ocupado el nogal derribado. No obstante, sí parece que el edificio del molino sobrepasaba en algo estos límites, según las palabras del propio Isidoro:   

«El terreno público que la máquina pueda ocupar no pasa de doce pies (3’65 m). El perjuicio que de aquí pueda provenir es ymaginario por la utilidad que resulta y a él ningún perjuicio deve ésta echar» (1815, agosto, 9).   

Lo que no tolera Isidoro González es la injusta acusación sobre el carácter público del huerto que era de su propiedad. La falsedad de este argumento parece demostrarse al no volver a mencionarse el hecho en la restante documentación del pleito:

«El otro reparo que se pone en el otro escrito de la pretensión a que contesto es en todas sus partes despreciable e impertinente. Por tener solo mala causa se propone. Yo tengo título y dominio en el huerto, y aunque no le tubiera no es de este juicio el ventilarlo, pero le tengo y me hallo en quieta y pacífica posesión. Y si sobre esta certeza el contrario quiere disputar, que lo haga en otro juicio» (1815, agosto, 9).   

Al margen de estas respuestas a las acusaciones del Pueblo de Oseja, el emprendedor sajambriego justifica de la siguiente manera y por las siguientes razones la conveniencia de su molino: 

«Este molino, estando en medio de la población, es más útil que todos los que hay en todos sus términos. Es éste un país nevosísismo, de ir a los otros molinos, (lo) que solo se puede verificar peonilmente, se siguen muchos perjuicios que no habrá quando yo ponga corriente (a) mi muela. Aquí, desde casa, a pie o de a caballo o con carro, qualquiera puede conducir sus moliendas» (1815, agosto, 9).    

Esta afirmación y otra noticia de 1819 a la que nos referiremos en un instante dan a entender que el molino de La Yana, documentado en 1759, no se hallaba en funcionamiento. Pero la verdad es que la idea de Isidoro González era buena. Los lectores de este blog ya pudieron comprobar los problemas que originaba el difícil y concurrido tránsito del camino del Valleyo hacia los molinos de Carunde. Y cabe asimismo imaginarse muy bien los incómodos trabajos de la población al tener que recorrer la distancia que separaba el caserío del Buseco, a la ida y a la vuelta, con los caminos completamente cubiertos de nieve. 

Los documentos conservados no contienen la sentencia de este pleito, pero en la zona de La Fuentona existió un molino en el siglo XX que perteneció a la familia González, así que quizás ganaron el litigio. Nada sé de las características técnicas de dicha construcción, si era verdaderamente de cubo y si se conserva en la actualidad alguna huella de aquel depósito, aunque intuyo una respuesta negativa dada la transformación y urbanización del lugar.  

Después de sufrir la incomprensión de sus vecinos, en 1819 un hermano de Isidoro, llamado Pedro González, denuncia a Santos Díaz de Oseja y a José Díaz de la Caneja Piñán por un molino harinero que pretendían construir en el barrio de Las Cortes movido con el agua de la fuente de La Yana.  Dicho molino debía ser el que se documenta en el año 1759 perteneciente en parte a Don Joaquín de Sosa, de quien debió heredarlo su pariente, José Díaz de la Caneja Piñán. 

El argumento principal defendido por Santos y por José para la construcción del molino de La Yana era la conveniencia de poseer un molino dentro del pueblo para mayor comodidad de los vecinos a fin de que no tuvieran que desplazarse a los más alejados de Carunde o El Buseco.  

José Díaz de la Caneja figura en los documentos que rechazaban el proyecto de Isidoro González cuatro años antes. Los argumentos que combatía en 1815 contra uno de sus vecinos eran exactamente los mismos que defendía en 1819 para su propio beneficio.  
 

7 comentarios:

lourdes Vega dijo...

Cambio de opinión al leer el post con respecto al molino del tío Jenaro de Ruseria, Veo que él tenía su razón y está claro, el que busca la innovación siempre encuentra dificultades...y también es bien cierto que ocurre eso de que cuando se convaten unos argumentos que otro pretende, después se llega a hacer y querer lo mismo.

Elena dijo...

Lo que no sé es si Isidoro González les dio la idea a los del año 1819, si el molino de La Fuentona empezó a funcionar y se comprobaron sus ventajas de inmediato o si los de 1819 ya tenían pensado hacer algo así en La Yana e intentaron poner impedimentos al proyecto de Isidoro González para evitar la competencia.
¿Nadie recuerda cómo era el molino de La Fuentona que llegó al siglo XX?

lourdes Vega dijo...

YO NO, PERO TENGO UNA IDEA MUY LEJANA DE QUE SÍ ESTABA POR ALLÍ EL CASERÓN,,,YA SI USAR DESDE LUEGO

Elena dijo...

No han pasado ni dos días y ya han entrado dos spams en el blog. No tengo más remedio que volver a poner los códigos. Copio aquí las instrucciones del sistema sobre lo que se puede hacer cuando no se ven bien.

INSTRUCCIONES

1. Introduce las palabras que ves en el cuadro en orden y separadas por un espacio para ayudar a evitar que los programas automatizados hagan un uso inadecuado de este servicio.

2. Si no estás seguro de las palabras, intenta deducirlas o haz clic en el botón de recarga situado junto a las palabras distorsionadas.

3. Los usuarios con limitaciones visuales pueden hacer clic en el botón de audio para oír el conjunto de palabras que deben introducir en lugar de que estas aparezcan en forma de pista visual.

lourdes Vega dijo...

Voy a hacer una prueba

lourdes Vega dijo...

Vale, me salió bien

Elena E. Rodríguez Díaz dijo...

Me alegro.

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