sábado, 2 de julio de 2011

EL EFECTO DE LA RENOVACIÓN PEDAGÓGICA EN LEÓN EN 1926 Y 1927 (1): Leonardo Barriada.

La influencia que tuvo en la provincia de León la corriente pedagógica conocida como Escuela Nueva o Escuela Activa y, en especial, la influencia que tuvo la Institución Libre de Enseñanza (ILE), fundada por Francisco Giner de los Ríos en 1876, se refleja en dos libros publicados en 1926 y 1927 a instancias de la Inspección de Primera Enseñanza de León.   

El primero de ellos, titulado Cuestionarios escolares mínimos, se inicia con una cita extraída del Ideario pedagógico de Rafael Altamira y Crevea, un krausista vinculado a la Institución Libre de Enseñanza que tuvo que exiliarse a México tras la Guerra Civil: “Hay que dar un programa a la escuela española; pero no de tal o cual número de asignaturas, que éste ya existe, sino un programa de contenido y de finalidades de su enseñanza”. 

Tras esta cita se desarrolla un prólogo con referencias a Manuel Bartolomé Cossío, que sustituyó a Giner de los Ríos en la dirección de la ILE, y un primer capítulo que consiste en una relación de citas sobre filosofía educativa, correspondiendo las dos primeras a Cossío y a Francisco Giner de los Ríos: “si deseáis aprender la verdadera ciencia de la educación, observar a vuestro alrededor la vida real, la de todos los días; estudiad a los padres y a los niños; apuntad, comentad, reflexionad…” (Cossío) y “¡Ojalá llegue pronto el día en que pueda toda enseñanza reducirse a despertar y guiar –con sumo tacto y respeto- el juicio propio de los niños!” (Giner). La relación de citas de este primer capítulo no está ordenada alfabética, temática ni cronológicamente, por lo que el encabezamiento de estos dos autores con estos dos pensamientos en página única y primera es claramente intencionado.    

Siguen después citas de Santiago Ramón y Cajal (colaborador de la ILE), varias de Jean Jacques Rousseau (fundamento filosófico de la Escuela Activa), varias de Pestalozzi (ideólogo del mismo movimiento pedagógico) y de su fuente de inspiración, el filósofo y pedagogo alemán Herbart, así como autores de los siglos XVI y XVII preocupados por el desarrollo humanista del hombre (Juan Luis Vives, Comenio), políticos célebres preocupados por el progreso humano (Saavedra Fajardo, Jovellanos) u otras del ya citado Manuel Bartolomé Cossío. De esta manera, la intención y la filiación ideológica de los dos volúmenes quedaban plenamente justificadas.     

Estos dos libros fueron el resultado de un encuentro celebrado entre los maestros progresistas de la provincia de León al objeto de intercambiar experiencias docentes, que se dieron a la imprenta para su difusión. El resultado es un conjunto de artículos sobre métodos y técnicas didácticas modernas que estos maestros estaban aplicando en sus respectivas escuelas.  En el segundo volumen de 1927, titulado Minucias pedagógicas, colaboran Leonardo Barriada con dos artículos y Marcelino Reyero Riaño, maestro de la escuela de Oseja de Sajambre, que también contribuye con otras dos aportaciones.   

LEONARDO BARRIADA escribe “La higiene del niño”  (pp.143-150) y “Notas sobre la enseñanza de la Geografía” (pp.65-68).   

En “La higiene del niño” expone la exigencia de mantener saludables los espacios de la escuela, con limpieza, buena iluminación y bien ventilados porque “el aire es el agente higiénico más necesario y más asequible a toda clase de personas” (p.145) y detalla los requisitos higiénicos que deben pedirse a los alumnos, traduciendo a indicaciones concretas las voluntades de don Félix de Martino. 

Así, Barriada dice que hay que revisar al niño al entrar en la escuela para comprobar, no sólo si tiene limpias las manos, sino también las uñas, si se ha lavado los dientes (“al menos una vez al día”), la cara y “enjabonado diariamente la cabeza haciendo inútil el uso del peine” (p.146). El maestro debe también revisar la ropa y obligar a la limpieza de las prendas, así como forzar a que el niño se bañe al menos una vez a la semana.  Defiende la necesidad de que las escuelas tengan “aparato baño-ducha, como ocurre en Alemania en la mayoría de las escuelas. No debería autorizarse el funcionamiento de ninguna escuela que no tuviera lavabos con agua corriente o, por lo menos, una fuente con su correspondiente pila. Las escuelas actuales no poseen estos medios de limpieza” (p.146).   

Habla después sobre la situación al respecto de Soto de Sajambre: “Nuestro pueblo no se distingue hoy por su limpieza, y ello por falta de medios y hábitos” (p.146), para referirse a continuación a la alimentación física e intelectual bajo la máxima tan de moda en aquellos tiempos de mens sana in corpore sano.  Barriada menciona en concreto el caso de las escuelas alsacianas y cita al historiador alemán  Ernst Robert Curtius, lo cual es de admirar, pues en aquellos años Curtius empezaba a publicar y no había escrito todavía la gran obra por la que se le conoció.  Esto es una muestra del alcance de las lecturas de Barriada y posiblemente también de los viajes a los que le obligó,  con enorme acierto y modernidad, don Félix de Martino.

El artículo es fundamental para documentar la filosofía que fundamentaba la práctica docente de Leonardo Barriada y las ideas que Félix de Martino tuvo al respecto. Sirve también para documentar la articulación del currículo escolar que ambos defendieron. 

En la segunda aportación titulada “Notas sobre la enseñanza de la Geografía”, Barriada aplica el principio de enseñar a partir del conocimiento del entorno inmediato del niño y de las clases al aire libre que la escuela progresista defendía y lo hace a través del caso concreto de la Geografía.    

En primer lugar Barriada efectúa una crítica de los métodos tradicionales, de la enseñanza memorística, que tanto combatió la ILE,  y de los recursos anticuados que existían en las escuelas, como “tanto mapa viejo, confuso, desteñido, repleto de pequeños nombres” (p.67). Propone sustituirlos por “los de Vidal-Lablache y de La Forest y algunos alemanes, suizos e italianos que se venden en las librerías de Madrid y Barcelona. Son auxiliares poderosos a los estudios geográficos los trabajos de cartografía, dibujos, las proyecciones luminosas, paseos y excursiones escolares diurnos y nocturnos, formación de mapas trazados sobre madera, tierra o barro, sobre el pavimento. ¡Lástima que en toda escuela no hubiera un patio, jardín o campo con agua, arenas, grava para ofrecer un escenario adecuado a los primeros estudios geográficos!” (pp.67-68). 

Sería interesante comprobar si la escuela de Soto poseyó algunos de los mapas citados entre el material didáctico que llegó de París o si Barriada los conocía solamente por haberlos visto en Madrid o Barcelona.  Naturalmente, a continuación menciona el gigantesco mapa de Soto de Sajambre: 

Hay algunos colegios que tienen un grandísimo mapa orientado y trazado en el suelo para la enseñanza de la Geografía e Historia: entre estos, puedo citar los de Manjón, otro en Valladolid que tiene unos cien metros cuadrados, otro en Soto de Sajambre, de doble superficie que el anterior, con agua corriente para ríos y formación de mares, detalle de ferrocarriles, montañas y algunos detalles más que, aunque hecho por maestros y alumnos, en forma rústica, tiene varias aplicaciones. De este modo los niños viajan, recorren poblaciones, dicen habitantes, pueblos, productos, ríos, montañas, vías y comunicaciones, señalan distritos, academias, monumentos y demás cosas notables.  La dirección del maestro y sus enseñanzas completan el cuadro variado y animadísimo de estas lecciones”. 

El artículo está firmado por “Leonardo Barriada, Maestro de la Fundación Martino (Soto de Sajambre)” (p.68). Por su participación en estos volúmenes, pero sobre todo por el tipo de docencia practicada en la Escuela de Soto, Barriada perteneció y fue parte activa de la renovación pedagógica del momento que constituía uno de los puntales de la progresía de la época. 

6 comentarios:

Lourdes Vega dijo...

Después de oir a Esperanza en su intervención, y de ver el montaje tan bueno que nos proporcinó sobre la Escuela de Soto, y de leer ahora, todo lo tuyo sobre Barriada (que yo conocí) y sobre Don Félix de Martino, no me queda más que exclamar: ¡Admirables,fantásticos, enamorados de la Educación,acordes con su tiempo, listos como pocos para mejorar la Escuela de Soto, aquello que soñó Don Félix, lo cumplió bien Barriada y no cejó empeño en estudiar a todos los Educadores de la época...Todo mi afecto y cariño para los dos

ESPERANZA dijo...

Lo que Félix de Martino y Leonardo Barriada hicieron por Soto, por sacar adelante un proyecto educativo y por mejorar la vida de sus gentes es de un valor incalculable. Lo menos que podemos hacer es intentar que nunca se olvide.

Mi intervención sobre la Escuela en el Ministerio de Medio Ambiente terminó con esta frase: " A veces los sueños nacen con tanta fuerza que nunca mueren y se transmiten de generación en generación".

Gracias Elena por contribuir a transmitirlo.

Un abrazo,

Elena dijo...

De nada.
Es de justicia.
Falta el contrapunto.

Lourdes Vega dijo...

Cuando yo, aún era muy pequeña, conocí a Don Leonardo Barriada. Mi abuelo me contaba que un hijo suyo mi tío Aurelio,hizo sus primeros estudios en la Escuela de Soto junto con más de oseja que iban allí a diario por la fama que ya tenía don Leonardo ya que en oseja había escuela pero no era lo mismo...después lo descubrí yo cuando nos llevaban desde Oseja a Soto como excursión escolar en la fiesta del árbol,conocí bien a la familia Barriada y más a Gumer con la que tuve mucha amistad

Elena dijo...

Siempre me he preguntado por qué don Leonardo puso a una de sus hijas el nombre de Gumersinda. ¿Por algún Gumersindo de la familia o por algún admirado Gumersindo?

Lourdes Vega dijo...

No lo sé, pero cuando yo leí lo que tú escribes sobre él, pensé lo mismo que tú...y hasta por poco me adelanto a decirtelo, la verdad es que yo no cono cí otra Gumersinda...así que seguro que acertamos al pensar lo mismo.

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