lunes, 4 de julio de 2011

EL EFECTO DE LA RENOVACIÓN PEDAGÓGICA EN LEÓN EN 1926 Y 1927 (y 2): Marcelino Reyero Riaño, maestro de Oseja de Sajambre.

Entre 1925 y 1928 fue maestro de la escuela pública de Oseja de Sajambre, Marcelino Reyero Riaño, a donde llegó tras ganar la plaza por oposición. Reyero fue, por tanto, contemporáneo de Leonardo Barriada en Sajambre, y junto a él participó también en el volumen de 1927 derivado de uno de los encuentros pedagógicos que se celebraron en León durante el segundo tercio del siglo XX.   

Las aportaciones de Reyero a esta obra colectiva versaron sobre “La escuela y el libro” (pp.42-46) y “El Diario escolar” (pp.69-72).  En el primer artículo critica tanto el uso como único recurso didáctico del libro de texto típico de la escuela tradicional, como la total carencia de ellos del más extremo liberalismo educativo. Pero su presencia en esta publicación obedece, sobre todo, a su aportación sobre la puesta en práctica llevada a cabo en Oseja de Sajambre de una de las técnicas pedagógicas defendidas por la Escuela Activa: la del diario escolar o historia de la escuela, que debían redactar los niños con meras orientaciones del maestro.  

Por parte de los niños el trabajo consistirá en que un escolar cada día se dedique a ir anotando en el cuaderno, destinado a tan fin, los hechos ocurridos en clase, lecciones explicadas, trabajos realizados y otros sucesos que por su importancia y por la relación que tengan con la escuela y los niños, merezcan ser consignados en el diario, y pueden incluirse los ocurridos en la localidad, acostumbrando a los niños de este modo a observar la sociedad en que viven y poder tener así un conocimiento más exacto de ella. Los asuntos consignados en el diario lo estarán no de una manera breve, sino detallada…, juntamente con algún dibujo que sea expresión de lo escrito” (pp.70-71).

Termina enumerando las ventajas del método en el desarrollo intelectual del niño, gracias a la capacidad de observación que despierta, “la autoeducación que origina el tener que pensar, hablar y razonar por cuenta propia y la predisposición literaria que en ellos ha de manifestarse” (p.72).  

Hace años deposité en el Archivo del Ayuntamiento de Oseja de Sajambre varios de estos diarios escolares hechos entre 1934 y 1937, a los que nos hemos referido en este blog en alguna otra ocasión (2008-07-17). Desconocíamos entonces quién había sido el iniciador de esta práctica que llegó hasta el año 1937. Aquí tenemos la respuesta.    

Los cuadernos conservados que son anteriores a la Guerra Civil están escritos por los niños exactamente como Reyero los describe, con sus impresiones diarias, desde que se levantaban y desayunaban hasta que terminaban la jornada escolar. Los textos tienen una frescura inigualable y en ellos podemos asistir a la vida cotidiana y a las enseñanzas recibidas, resumidas por las inteligencias infantiles que nos llegan directamente gracias a las palabras de los niños y a sus dibujos, con su vocabulario, sus expresiones, sus faltas de ortografía y su espontaneidad.   

En cambio, el último cuaderno de 1937, que fue hecho en un Sajambre controlado por los nacionales, es sólo un monólogo del maestro, escrito de su puño y letra con una caligrafía impecable pero sin contener ni uno solo de los requisitos para los que este recurso didáctico fue creado y, sobre todo, sin que se permitiera a los niños “pensar, hablar y razonar por cuenta propia”, como defendía Reyero en el año 1927.      

Marcelino Reyero Riaño fue natural de la cercana localidad buronesa de Casasuertes, en donde nació un 26 de abril de 1899(1).  Comenzó su carrera como maestro nacional de Oseja de Sajambre entre los años 1925 y 1928 para convertirse  en Inspector de Enseñanza Primaria durante la II República, después de que las autoridades republicanas asumieran para la enseñanza pública los principios de la Escuela Nueva que años antes se habían desarrollado en las escuelas privadas de fundación laica. Tras la sublevación militar del 17 de julio de 1936 y a diferencia de tantos compañeros suyos, Marcelino Reyero no sufrió los efectos de la represión que afectó al Magisterio español por haberse adherido a la causa rebelde desde el inicio mismo de la Guerra Civil y haberse puesto inmediatamente al servicio del Estado Nacional que entonces iniciaba su andadura.      

Así, en noviembre de 1936, los nacionales organizan la primera Junta leonesa que tendría como misión depurar la escuela pública de la influencia “de la masonería, el judaísmo y el marxismo” y expurgar las bibliotecas escolares de la provincia, encargándose de la inspección, incautación y destrucción de los libros que habían llegado a los pueblos gracias a las Misiones Pedagógicas.  Según el Boletín Oficial de la Provincia de 2 de noviembre de 1936, dicha comisión estuvo formada por los siguientes miembros: “El Ilustre Sr. Don Olegario Díaz-Caneja, Canónigo Penitenciario de la Catedral de León. Doña Ursicina Martínez Gallego, Directora del Museo Arqueológico de León. Doña Purificación Merino Villegas, Inspectora Jefe de 1ª Enseñanza de León. D. Marcelino Reyero Riaño, Inspector de 1ª Enseñanza de Jaén, agregado a León. D. Rafael Castrillo Martínez, Maestro Nacional de León” (2).    

En 1938, Reyero era asesor técnico del Ministerio de Educación Nacional, en la Jefatura Nacional del Servicio de Enseñanza Primaria y continuó siéndolo hasta 1943. Poco después se convierte en el secretario de la comisión encargada de redactar el texto de la Ley de Enseñanza Primaria de 18 de julio de 1945. Y entre 1943 y 1965 desempeñó el alto cargo de Consejero Nacional de Educación, entre otros honores alcanzados durante el Régimen.   

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Entre la vanguardia del magisterio que participó en las publicaciones leonesas de 1926 y 1927 hubo, tras la Guerra Civil, fusilados, encarcelados, represaliados y forzados al exilio (Rafael Álvarez García, Julio Marcos Candanedo, Vicente Valls y Anglés, Francisca Bohigas Gavilanes, Manuel González Linacero, Agustín Alonso Jambrina, Antonio Berna Salido), partidarios de los sublevados y activistas del Régimen (Marcelino Reyero Riaño, Rafael Olmos Escobar) y miembros de la “tercera España”. No me refiero a la de Paul Preston, sino a la de Andrés Trapiello, a aquella España que se vio arrastrada a elegir entre uno de los dos bandos.

A diferencia de DON LEONARDO BARRIADA, que optó por seguir ejerciendo su profesión de maestro anónimamente dentro de los márgenes que le permitía la oficialidad,  Marcelino Reyero eligió la vía de los méritos políticos en el nuevo estado contribuyendo al desmantelamiento de los avances pedagógicos que se habían logrado en España con anterioridad a la Dictadura Franquista (al fin y al cabo, no todo había sido 'república').

Con el talento y el reconocimiento que poseía Leonardo Barriada, si éste hubiera querido involucrarse en las instituciones educativas del Estado Nacional como hizo Reyero u otros con mucha menos valía que él, habría conseguido tantos o más honores que aquéllos. Sin embargo, el maestro de Soto de Sajambre eligió otro camino.     

A mi parecer, este contrapunto engrandece la figura de Don Leonardo Barriada.     

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NOTAS
(1) Toda la información biográfica de Marcelino Reyero Riaño está sacada de la siguiente dirección web  http://www.casasuertes.com/Marcelino%20Reyero.htm

(2) José Andrés de Blas, “La Guerra Civil española y el mundo del libro: censura y represión cultural (1936-1937)”, Represura (2006), nota 84. Disponible on line: 


6 comentarios:

Lourdes Vega dijo...

todavía en 1938 seguíamos escribiendo el diario en la Escuela lo recuerdo bien...

Elena E. Rodríguez Díaz dijo...

Hola, Lourdes. Los cuadernos escolares que se conservan son de la escuela de niños y el del año 1937 (creo que llega hasta el 38, pero no estoy en casa y no tengo las notas delante) está escrito íntegramente por el maestro, que entonces era un don Olegario. De las niñas no he visto nada.

Lourdes Vega dijo...

Yo, el año 37 tenía 5 años y como era escuela unitaria, nos enterábamos bastante de lo que hacíamos unos y otros, pero yo, escribí el diario algunos días eso seguro y no nos decían lo que teniamos que poner o no...el Diario estaba en el Armario guardado y cada día escribía quien le tocaba, no sé cuando dejamos de hacerlo, no lo recuerdo.

Elena dijo...

Los diarios que yo vi y que deposité en el Archivo del Ayuntamiento estaban escritos sólo por niños, no escribía ninguna niña en ellos. Y las clases que describían eran sólo de niños. Hablo de los cuadernos que se conservan, naturalmente, que son los que yo manejé y de los que hablé a dos compañeras de Historia Contemporánea, que ellas estudiaron y presentaron a un Congreso Nacional de Historia de la Educación hace años. Su trabajo está publicado, es decir, la noticia histórica de estos cuadernos de Oseja está publicada formando parte del estudio que ellas hicieron.

Son 4 cuadernos apaisados en los que los niños (recuerdo los nombres de Gonzalo Piñán, Ángel, Benjamín y creo que también Valentín) copiaban parte de las lecciones, redacciones, dictados, todo ilustrado con dibujos. Cuando empieza la Guerra Civil los niños siguen escribiendo sobre lo que les cuentan en clase a propósito del desarrollo de la guerra, cómo cantaban el Cara al Sol al entrar en la escuela, cómo iban desfilando desde la escula hasta sus casas, cómo salían al patio a "hacer la instrucción", dibujaban también a falangistas y republicanos disparándose entre sí, contaban cómo llegaron los nacionales a la escuela y les cambiaron una bandera por otra, lo que les decía el maestro sobre el Alcázar de Toledo, Largo Caballero o sobre escaramuzas con "beyuscos". Pero el último cuaderno ya no está escrito por los niños.

Parece ser, Lourdes, que de las niñas no se ha conservado nada, a no ser que haya quedado alguno en poder de algún vecino. Pero yo no vi ningún cuaderno de niñas. Lo único que puedo decir es lo que me consta por haberlo visto, leído y transcrito en parte.

Lourdes Vega dijo...

Sí, yo debía de ser muy pequeña, porque recuerdo aún, que dibujé a Calvo Sotelo y me salió bien pero no recuerdo el por qué, seguro que nos habían contado algo...y otra cosa fue que escribí y dibujé en el diario a Miguel de Cervante Saavedra y ni sabía poner Alcalá de Henares y puse "que nació en Calá de Nares...."y a mí, lo de dibulo y Lengua me gustaba.Esto debió de ser con la Maestra Baleria, que luego tuve otra muy buena de Gijón, Eugenia y ya me daba yo más cuenta y aquí se debió cortar lo del Diario, claro todos los que me nombras de chicos eran cinco años mayores que yo...

Elena dijo...

Sería magnífico que pudiéramos encontrar alguno de los diarios escritos por niñas, sobre todo si, como dices, siguieron escribiéndose tras la Guerra Civil, sería interesantísimo.

He localizado uno de los archivos de los diarios de niños y en él recojo pasajes de Valentín Moreno Díaz, Benjamín Mendoza y Samuel Fernández.

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