miércoles, 23 de febrero de 2011

UN SUSTO PARA EL PRIOR DE PEDROSA


Imagínense hoy la siguiente escena.
A finales del 1.600, se hallaba el prior de la villa de Pedrosa durmiendo plácidamente en su casa, cuando un súbito ruido sordo y potente junto a su lecho le despierta con sobresalto. Tras unos segundos de comprensible desconcierto, busca a tientas la candela mientras por su nariz se cuela un característico olor a pólvora quemada. Milagrosamente, una silla de respaldo que el clérigo había colocado junto a su cama el día anterior recibió los disparos de arcabuz que entraron por su ventana dirigidos a su persona.
Como es natural, el prior de Pedrosa denunció semejante atentado y sacrílega osadía. ¿Y a quién denunció el prior de Pedrosa? Pues a un viejo conocido de este blog: Don Leonardo García de Mendoza.
Lo que sucede es que durante el pleito no quedó claro si el autor de los arcabuzazos había sido Don Leonardo o su criado, Luis de Acebedo Villarroel. Ciertamente, en el inventario post mortem del padre de este Luis aparece “un arcabús” y “un frasco de echar pólvora” (post 28-01-2011), aunque nada sabemos de los artilugios que su amo podía poseer. Y sobre quién decidió matar al cura y quién disparó finalmente el escopetón, eso tampoco lo sabemos, ni se supo al parecer en su momento.
Que este Don Leonardo tenía un… pronto, ya lo hemos visto otras veces. Pero las acusaciones que se vierten en 1702 y 1703 contra su mayordomo tampoco son nada despreciables. Los testigos coinciden en definirlo como un joven “de recio natural” o, dicho más llanamente, bruto por naturaleza. Veamos algunas de las cosas por las que se le denuncia.
Que dicho Luis, fundado en lo referido (el apoyo de personas poderosas), y ser mozo de recio natural, ha ocasionado ruidos y pendencias. Habiendo sido reprendido por dicho lugar (Oseja)..., estando en su ayuntamiento, el dicho Luis con altivez y arrojo y movimientos indecentes dijo que aunque les pesase lo hecho, había de estar hecho”.
Lo “hecho” era apropiación indebida de terrenos comunales, tala de árboles y destrucción de una parte del Camino Real. Podemos imaginar cuáles fueron los “movimientos indecentes” que Luis de Acebedo hizo en concejo, pues el gesto obsceno de levantar el dedo corazón se puede rastrear hasta la época de San Isidoro de Sevilla (h.556-636), quien lo describe en sus Etimologías cuando dice que en su época a dicho dedo se le llamaba, por esta causa, “impudicus digitus”.
Se acusa también a Luis y a su padre de cerrar “en las Cuestas de Carunde, término de dicho lugar, suelo y tapín de dos carros de hierba, conduciendo agua para ellos y otra heredad suya por diferentes presas, quitando los abrevaderos de los ganados de dicho lugar. Y para la guarda del fruto de dicho rompimiento, agregado a dicha heredad, se valen los acusados de criar y tener perros dañinos que matan y han matado muchos ganados”.
Y asimismo dicho Luis de Acebedo, de ordinario en las jornadas y compañías que pasan a tierra de Castilla, maltrata de palabras y obras a los compañeros, vecinos y naturales, haciendo menosprecio de ellos sin embargo de ser de tanta estimación. Como lo hizo el año pasado de setecientos y uno con Matías Francisco Blanco, mi hermano, en el Puerto de Mengamoñoz, distante de esta jurisdicción cincuenta leguas, que le hizo muchos cardenales en la cara y cuerpo, quitándole el pelo mayor y principal de su cabeza…”. ¡Quitándole el pelo mayor y principal de su cabeza! Esta expresión me deja perpleja, porque me quedo sin saber bajo qué circunstancias violentas perdió Matías Blanco su cabellera, si mediante el arranque enfurecido y rabioso de mechones de pelo o bajo alguna modalidad más próxima a lo que andando el tiempo pondrían en práctica algunas tribus de índigenas norteamericanos.
“Mengamoñoz” es Mengamuñoz, localidad del sur de Ávila, situada en la Sierra de Gredos y en la antigua Cañada Real Leonesa Occidental, aunque lo que aquí se menciona en realidad es el Puerto de Menga, por donde pasa la calzada romana que debían seguir los sajambriegos.
Y ansimismo el año pasado de setecientos y uno maltrató de palabras y obras a Domingo Alonso y a Marcos Martínez, vecinos de este dicho lugar, en el Páramo de Billota (hoy Villota del Páramo), a la salida de Guardo, sobre cuya pendencia y ofensa pido declaren los testigos”.
Como se va comprobando, no solo la documentación económica, sino la descripción de cualquier acontecer cotidiano sirve de fuente para documentar las andanzas de los carreteros, almagreros y arrieros sajambriegos en la cercana Tierra de Campos o en los extremos de Castilla.
Y asimismo este presente año dicho Luis, acusado, reincidiendo en su torpeza y recio natural, dio de palos y golpes a Domingo de Mendoza, vecino del lugar de Soto, sin que tuviese motivo para ello”.
Como suele suceder en una gran parte de las querellas recogidas por el escribano público, nos quedamos sin saber si la Justicia local llegó a sancionar el hosco comportamiento de Luis de Acebedo Villarroel o si las personas “mayores y muy acomodadas con cuyos favores” se había favorecido el recio natural de este mozo en otras ocasiones, volvieron esta vez a defenderle.


2 comentarios:

Lourdes Vega dijo...

¡Vaya con el "famoso" Luis de Acebedo y Vallarroel...!Menuda pieza y quien le protegía, qué bruto. ¡Qué fuerte!lo del pelo. Se ve que tenía buen maestro...y protector.

Elena E. Rodríguez Díaz dijo...

He de reconocer lo que me divierten algunos de estos documentos. Es que entre el lenguaje y las expresiones propias de la época y los detalles con los que adornan los relatos de los hechos ante el notario, resultan a veces muy divertidas.
En otra ocasión volveremos sobre este Luis por otras razones y para comprobar cómo la Casa de la Caneja le recompensa por los buenos servicios prestados. En cuanto a su amo, parece que murió joven después de una vida intensa.

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