domingo, 28 de noviembre de 2010

BREVE TIPOLOGÍA DEL INSULTO UTILIZADO EN SAJAMBRE DURANTE EL SIGLO XVII (y 3).

Insultos dirigidos a la mujer (II).

Entre los insultos dirigidos a la mujer encontramos también los destinados a ridiculizar las peculiaridades físicas, como en aquel caso ya publicado en el que se atacó a una tullida de poca estatura tratándola de “pastruco y culo en tierra” (1668, Oseja).

Otro insulto frecuente era el que se refería a la deslealtad, pues a la mujer se le exigía fidelidad en mayor medida que al varón, al residir en la honestidad de la mujer toda la honra de una familia:

1699, Oseja: “...y començó con altas y desentonadas boçes a tratar mal de palabra a María Díaz, madre del querellante, tratándola de traydora...”.

Se utilizan también insultos que cuestionan la mencionada honra y que se entienden muy bien en una sociedad en la que el honor era un elemento fundamental de diferenciación social. Los insultos se consideraban doblemente graves si iban dirigidos a una “dueña”, es decir, a una mujer de hidalga condición. En aquella época no tenía el mismo peso ante la ley insultar a un villano que a un noble, ya que al villano o pechero se le suponía inclinado a las bajezas humanas por su condición inferior.

1676, Oseja: “...la dicha Ana González llegó a apañar unas mançanas al pie de un mançano en el Rivero” y que los acusados “trabaron ruido y pendençia con dicha Ana González... y la trataron de ladrona y de traidora... De que dixo se sentía agraviado por ser como es la dicha Ana González, su muger, dueña honesta y recoxida, de buena vida y costunbres, fama y opinión y honrado proçeder...”.

1664, Oseja: “...entraron en su casa y le maltrataron a Dominga Bermexa, su muger, y la arrastraron el rexidor y el juez, y Tomás Díaz estava a la puerta diçiendo que a aquella picarona la arrastrasen y le sacaron una niña en un tribreço de casa...”.

1659, Oseja: Marta Díaz, moza y natural de Oseja, “se atravesó de palabras con Inés Díez, mi muger, estando delante de casa de Juan Gutiérrez, con ánimo de afrentarla. Le dixo que era una testimoniera y que su alma estava en los infiernos, y que le avía usurpado de una quarta de paño que le avía dado a guardar la maior parte della para guarneçer los cuerpos de las hixas, y que era una bandolera, villana, mal naçida y otras palabras afrentosas..., siendo como es noble, de buena vida, fama y costunbres”.

Y para terminar, vamos a asistir a un suceso acaecido en Soto de Sajambre que sirve de verdadero compendio de insultos dirigidos a la mujer, pues en él están presentes la fealdad, la suciedad, la blasfemia, la deshonra, la bajeza, la inmundicia, el crimen y, por supuesto, la brujería.

1699, Soto: El altercado se produjo entre los vecinos de Soto, Pedro Piñán, de 54 años, y María de Coco, viuda de Pedro de Viya, quienes “habían tenido palabras feas injuriosas y de ellas resultó el asirse el uno del otro. Y de la questión que tubieron parezió ser herido Pedro Piñán en la cabeza, de que podrá resultar maior daño mediante dicha herida es mui grande y está en el zelebro de dicha cabeza, y el que la tiene está lixiado de humor gálico y encamado en su cama”.

¿Pero qué fue lo que se dijeron y qué fue lo que pasó para que Pedro Piñán acabara con la cabeza abierta?

Versión de los hechos de Pedro Piñán: “Dijo el confesante que mediante bibía en casa de la dicha María de Coco, le dixeran ziertos vecinos del lugar de Soto le quería echar de la dicha su casa al confesante, abiéndosela mandado asta el mes de agosto. Y que sin aberle dicho nada abía ydo buscar la susodicha al señor juez para echarlo de ella. Y abiendo hecho el reparo de la poca estimazión que hazía del confesante, pues abía sido juez hordinario en dicho Conzejo el año pasado y asimismo hombre de razón, se abía dado por sentido sobre que le dijo que daba mal de comer al marido y por essa causa se le abía muerto. Y esto fue después que la dicha María de Coco le quebró la cabeza con una piedra, tratándole de barrendero de calles y que andaba lanbiendo por el Conzejo. Así lo declaró por el juramento que tiene fecho”.

Versión de los hechos de María de Coco: “Respondió que el día que refiere la causa de ofiçio, al salir de la iglesia, dijera el Pedro Piñán, en presencia del bicario y de otros muchos zircunstantes, que era una bruja piojossa, hambrienta, y que mataba el marido de hambre, y que quando estaba en la iglesia nominaba a los santos, y que ponía allí a su hija que era como un piojo, con una cara que parezía un topo... Llegando a su casa se encontró con el dicho Pedro Piñán y la comenzó tratar nuebamente mal de palabras diziendo que era una bruja merdosa, cuchina, echizera. De que se dio por mui sentida. Y sin embargo de lo referido le dixo el susodicho que se cagaba en ella toda y que la abía de llebar al río. Y biendo tan malas razones le dijera: ‘Señor Pedro Piñán, ¿cómo me trata tan mal siendo así que soi muger de bien? Y que ella nunca abía andado barriendo calles como el susodicho’. Y entonzes se bino a ella y le dio enpellones, quitándole la toca y montera que traía en la cabeza y el pelo de ella. Y si no fuera Manuela Díaz, la llebaba mui maltratada. Y por andar a golpes con la confesante, diera con la cabeza en la solera que tienen los pies del órrio. Que la susodicha no le diera con tal piedra. Así lo declaró por el juramento que tiene fecho” (Archivo de la Casa Piñán, Notarial, Agustín Piñán de Cueto Luengo leg. 1699).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Escribe tu comentario aquí